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Eddie no recordaba cuando fue la última vez que pasear por las calles de la ciudad fuese una actividad normal. 

Recordaba con anhelacion los ayeres cuando podía pasear y deleitar su vista con las aceras bordeadas de las tiendas muy iluminadas, sin ningún tipo de vacilación.

La tranquilidad y calma burbujeando en la cotidianidad de su vida común.
Eran solo Eddie, La Sra. Chen y el paquete de veinticinco centavos de fideos instantáneos con sabor a pollo que lo ayudarían a sobrevivir la noche. 

Siempre solía soltar un suspiro de melancolía al darle una vuelta al pasado.

Porque ahora todo había cambiado.

Ahora las cosas no eran tan fáciles. 

El reportero constantemente se encontraba mas que ansioso al tener que pasear por la franja de San Francisco, por temor a encontrar a alguien que no le pareciera agradable a su otro y decidiera convertirlo en su cena.

Desde que habían derrotado a carlton drake, el simbionte habia desarrollado un gran apego y confianza por su anfitrión. Tanto  que se sentia libre de decir y hacer lo que quisiera. 

Aunque aquel hombre cansado y gruñón no quisiera reconocerlo, se sentía agraciado con aquella extraña pero no desagradable sensación de un nuevo "yo" en si mismo.

Un nosotros como solía espetar su otro.

Sin embargo, negar que tratar con su huésped era una tarea difícil, sería mentir.

Se hacia más difícil ignorarlo cuando los zarcillos resbaladizos se enrollaban alrededor de sus muñecas y se deslizaban con rapidez hasta su computadora portátil (De una manera que uno solo encontraría tenebrosa), Solo para que esas extremidades improvisadas arrojaran el dispositivo, a través de la habitación y una voz retumbara en la habitación un "Hambriento" una y otra y otra vez en los remolinos de su cerebro.

Sin embargo, por bizarro que pudiera parecer, a Eddie le parecía algo ligeramente tierno.

Sí, Eddie empezaba a encontrar tiernas las cosas que hacía Venom. 

Por supuesto, esto no significó nada entre los dos.

Pero debió admitir que con el tiempo, muchas cosas se volvieron más reconfortantes que la confrontación. 

Ignorando sus rabietas momentáneas inducidas por el hambre, Venom había adoptado pequeñas acciones afectivas para convencerlo de ceder a sus peticiones.  

A pesar de sus gritos de que "El trozo de baba negra" nunca lo lograria, Venom siempre se salia con la suya. 

Venom lo había comprendido a prueba y error.
Como cada vez que ansiaba chocolate u otros productos de papa congelada, aprendió que en lugar de lanzarse contra la tecnología humana, debía ser más condescendiente.

Comenzaba a enrollarse lentamente alrededor de las extremidades de su anfitrión de una manera que, sabía, podía  relajarlo, y tediosamente encontraba su camino hacia todos los nudos y puntos tensos que definitivamente tenía.
Aunque a su parecer, eran demasiados.

Cuando esto sucedia, Eddie no tenia más remedio que recostarse y permitir que su otro continuara cavando más profundamente en su cuerpo, librándolo meticulosamente de todo el dolor y tensión que estaba tan reprimida dentro de el.
Con cada movimiento sutil que encontraba  él mismo caía más en un estado de trance en el que él y Venom eran realmente uno, una sensación tan única y grandiosa que sentía como sensaciones y pensamientos ajenos, se volvían propios.

Todo era tan perfecto, que aveces olvidaba la verdadera razón de la acción.
Todo para que el hambre lo arruinara. 

Sin embargo, estos trucos se fueron volviendo cada vez menos efectivos. 

Ahora, cada vez que Venom quería dedicarse a algo más de lo que Eddie estaba dispuesto a hacer para abandonar su trabajo; el resultado era distinto.

Sus viajes a lo largo de las articulaciones de su anfitrion eran interrumpidos. 
El extraterrestre era golpeado o regañado con demasiada frecuencia hasta que se retiraba, o, hasta en otras ocasiones atacaba y obligaba a Eddie a comer una chuleta de cerdo congelada. 

Siempre debía ser uno el que terminara cediendo.

Y venom no podía soporta más la negligencia.

¿Nos quieres muertos, eddie?

Los ojos azules de Eddie se movieron rápidamente de su artículo a medio terminar y, ciertamente, mirando hacia la nada, esperando que el simbionte se materializara a su lado en cualquier momento. 

Cuando apareció, su boca se encontraba llena de saliva y en su mirada se notaba claramente lo hambriento que estaba.  Observaba tan intensamente a Eddie hasta el punto de la incomodidad. 

— Vee, ¿De qué diablos estás hablando? Por supuesto que no quiero que te mueras —  y con esa respuesta se sintió lo suficientemente satisfecho como para continuar con su artículo.

venom, sin embargo, no se complacía tan fácilmente.  Sus zarcillos se extendieron por el cuello del humano, girando su rostro con poca fuerza para que su atención estuviera sobre el nuevamente.

— En serio, Venom,  tengo que trabajar. Realmente tengo que llegar a esta fecha límite para-

Venom no le permitió terminar su oración y en su lugar optó por envolver la masa negra y pegajosa alrededor de su boca para silenciarlo. 

Entonces danos de comer 

A pesar de sentirse bastante enojado por tener un tentáculo de slime prácticamente en su boca, Eddie no hizo nada más que poner los ojos en blanco. 
Intentó hablar solo para que se le cayeran palabras apagadas e indistinguibles. 

Ante esto venom se retiró lentamente y permitió que hablara. 

— Joder escucha. Tengo que trabajar si quieres comida. Sin trabajo, no hay dinero. Sin dinero, no hay comida y Sin comida, Venom muerto.  ¿Entiendes?  

Eddie muere también

— Si, Sí, Yo también — se rió a medias, haciendo un movimiento con las manos en señal de rendición — así que, por favor, déjame trabajar

Con eso, venom se contuvo amargamente dentro de su anfitrion, Dejando  escapar un profundo suspiro.

Claro, a Eddie le encantaría decir "al diablo con el trabajo" y salir corriendo con su amigo alienígena, a realizar algún Acto de heroísmo devorando a algún criminal que aterrara a los inocentes. 
Pero sinceramente aún anhelaba una sensación de normalidad. 

Por mucho que le encantara patear traseros a los malos o salvar al planeta de una fatalidad inminente, eddie estaba contento de ser un simple reportero que escribía artículos sobre tendencias delictivas y conspiraciones. 

Se sentía pleno.

veneno, sin embargo, no se sentía igual, y cuanto más se unían los dos, sin quererlo, Eddie comenzaba a compartir esa perspectiva. 

Reflejando esto, se hizo cada vez más difícil para el simplemente sentarse a escribir, y tener esa voz profunda y conmovedora dentro de su cabeza suplicando constantemente por comida.

Después de diez minutos más de completa paz y tranquilidad, Eddie comenzó a escuchar a su otra mitad comenzar a quejarse de disgusto. 

Durante los siguientes cinco minutos, el sonido se convirtió en algo más que un ruido blanco, estallando en una queja total. 

No pudo soportarlo más. 
Cerró la tapa de su computadora portátil, preparándose para ir a comer bocados de pura mierda solo para hacer que el extraterrestre dentro de su cuerpo se callara.

— ¡Carajo, Está bien! — se pasó ambas palmas de la mano por la cara, tallandolas con frustración. — Vamos a comer parásito

¿¿PARÁSITO??

La voz había salido con tal tono de indignacion que Eddie solo pudo reír en respuesta, aún con las manos cubriendo su cara.

[EVOLUCIONAR] - Symbrock Donde viven las historias. Descúbrelo ahora