Atrapado en la web

Capítulo 24: Ororo Munroe (Tormenta)

Ororo Munroe / Tormenta

Los latidos de su corazón aumentaron considerablemente mientras luchaba desesperadamente por aire, algún tipo de consuelo para sus pulmones. El poderoso mutante había sido reducido a una completa ruina, en tan poco tiempo. El pecho de Ororo se tensó mientras se arrastraba por el suelo, agarrando y agarrando cualquier cosa que le prestara equilibrio.

Estaba tan oscuro, casi negro como boca de lobo. Las lágrimas escaparon de sus ojos mientras gateaba a cuatro patas, tratando de encontrar una salida del aprieto en el que se encontraba, tanto literal como metafóricamente. Viajar en tren, en la ciudad de Nueva York nada menos. Algunas personas podrían pensar que eso estaría por debajo de ella dada su herencia única y prestigiosa, pero Storm no se enorgullecía de su sangre real. Había vivido entre plebeyos; incluso había sido una ladrona callejera en una etapa anterior de la vida.

El miembro de X-Men no tuvo problemas para lidiar con los habituales nueve a cinco; no tenía ningún problema para tratar con el más poderoso de los criminales. Pero cuartos cerrados y espacios confinados, ahí era donde la golpeaban. Desafortunadamente para Storm, debido a circunstancias horribles cuando era niña, sufría de claustrofobia. Un miedo patológico a los espacios reducidos, esto podría ir desde ascensores hasta túneles o incluso coches cerrados con llave. La mujer había trabajado en la debilidad, enfrentándola muchas veces pero había regresado diez veces cuando ocurrió una explosión imprevista.

Y como tal, se encontró atrapada bajo toneladas de escombros de metal y concreto. Ororo no estaba seguro de si había habido otros sobrevivientes, y aunque estaba avergonzada de admitirlo, sus pensamientos se alejaban rápidamente de ese tema en particular. Su mente, presa del pánico, estaba más concentrada en sí misma, intentando calmarse. Trató de ralentizar su respiración rápida con ingestas constantes de oxígeno sucio, pero fue en vano, el elemento de pesadilla añadido de la oscuridad definitivamente no ayudó a la mujer.

Storm había comenzado a sudar mucho, sus manos resbalaban sobre pedazos irregulares de rocas y material hecho por el hombre. La mitad más razonable y lógica de su cerebro le dijo que mantuviera la calma y siguiera moviéndose, pero el miedo interno, que surgió de su infancia, no se calmó. Arañando sus entrañas, tratando de arrastrarla hacia abajo, profundamente en sus propios peores miedos. Sollozó, bastante fuerte cuando se topó con un objeto sólido frente a ella. Era plano y liso, probablemente una pared completa de algún tipo.

¿Iba a salir alguna vez? ¿Ves la luz del día de nuevo? ¿Cuánto oxígeno le quedaba? Con su rápida respiración de fuego, sintió como si estuviera usando la mayor parte del aire limpio. Storm retrocedió contra la pared plana, tomándose un pequeño y tranquilo momento para recomponerse. Tratando de pensar en positivo y mundano para no entrar en pánico, pensó en lo que compró durante su día de compras.

Zapatos nuevos, un precioso vestido formal negro. Siempre había sentido que el negro era su color, ya que complementaba su tono de piel naturalmente oscuro de una manera fabulosa, siempre atrayendo los ojos en su dirección. Un leve golpeteo de sonido y movimiento sacó a Ororo de sus intentos de tranquilidad y se detuvo, congelada por un ligero miedo. Miedo a lo desconocido, miedo a lo que la esperaba en la oscuridad.

Storm se volvió con miedo inminente, las lágrimas mancharon su maquillaje ya veteado. Y luego gritó, retrocediendo con absoluto terror y horror cuando unas manos salieron de la oscuridad hacia ella. Estaban acompañados de ojos blancos y abiertos. Ojos brillantes y luminiscentes que imitaban el misterio de la luna llena por la noche. Y cuando su propio chillido agudo se calmó, una voz tranquila y amistosa trató de calmar su ansiedad.

"Oye, oye, oye ... no te voy a lastimar". Un tono tranquilo y algo alegre intentó convencer a la mujer de cabello blanco.

Storm reprimió una súplica de ayuda cuando el dueño de la voz se arrastró hacia ella, boca abajo. "Sí, soy solo yo. Nadie te va a lastimar, Ororo. Es solo Spidey; soy tu amigo ... ¿de acuerdo?" Preguntó, extendiendo una mano lenta y gentil hacia su forma temblorosa.