CAPÍTULO TRES

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A las 9:00h hemos bajado a desayunar. El ambiente está tranquilo y no hemos visto ningún famoso. Yo creo que se resisten a venir al buffet. Al fin y al cabo siempre es mejor que te sirvan el plato y no hacer el más mínimo esfuerzo. Ambas desayunamos en silencio. Estamos demasiado alucinadas después de lo que nos pasó ayer con Anna Ferguson y ¡la jodida Lena Farrel! Ni fuerza tenemos para comentarlo, pero en cuanto salgamos del «shock» en el que nos encontramos, lo haremos.

—¡Qué bueno está este donut! —dice mi amiga rompiendo el silencio. Pone los ojos en blanco y suelta un leve gemido de placer—. ¿Cómo los hacen? De verdad que este hotel es el puto cielo.

Suelto una carcajada.

—Que le suban el sueldo al cocinero —digo.

—Lo contrato yo para que se venga a mi casa —sentencia Nicole.

Continuamos desayunando en silencio. Media hora más tarde, ponemos rumbo a la habitación para cambiarnos y pensar en los planes que podemos hacer hoy. Al pasar por recepción, puedo ver que Kate está al otro lado del mostrador. Hacemos contacto visual —cosa que estaba tratando de evitar—, y esta se atreve a guiñarme un ojo. No sé cómo reaccionar, pero sonrío nerviosa y desvío la mirada al suelo mientras sigo caminando.

—¿Lo has visto? —murmuro tratando de no mover mucho la boca para que Kate no me pueda leer los labios. Por si acaso es una agente del FBI y está entrenada especialmente para eso.

—¿El qué?

—¡Joder! Kate me ha guiñado el ojo.

Nicole me mira y aprieta el botón del ascensor.

—Eres su huésped favorita, confirmamos.

—No, no lo soy. Sólo está contenta porque destacamos entre el resto. Le hacemos gracia.

—Tú di lo que quieras —Nicole se sube al ascensor nada más abrirse la puerta. Subo tras ella—, pero ayer cuando vino a la habitación, venía buscándote a ti.

La puerta del ascensor se está cerrando para poner rumbo a la cuarta planta cuando una mano se mete en medio en el último segundo, haciendo que la puerta se vuelva a abrir. El rostro sudoroso de Anna Ferguson nos mira sonriente, y entra al ascensor con nosotras.

—Hola chicas, buenos días.

Nicole y yo respondemos en un susurro. Aún nos cuesta entender eso de que estemos en un lugar rodeado de famosos, como si fuéramos una más —tienes que tener en cuenta que estamos acostumbradas a expresarnos en mayúsculas en twitter y a montar un drama por absolutamente cualquier cosa que pase en una serie o con alguna actriz, nos cuesta contenernos aquí dentro—. Pero sobre todo, a estas horas de la mañana, nuestra cabeza no puede analizar que estemos en un ascensor con Anna Ferguson.

Viste ropa deportiva y viene sudorosa. Es fácil intuir que viene del gimnasio. Anna se para entre nosotras, un paso más adelante. Lo suficiente para que Nicole y yo podamos intercambiar miradas a su espalda. Nos conocemos tan bien que con tan solo la expresión de nuestros ojos, nos podemos comunicar.

Le hago un gesto a Nicole para que le hable de algo, lo que sea. Esta me entiende a la perfección, y tras coger aire disimuladamente, se lanza a la piscina.

—Ya veo que vienes de ponerte en forma.

Anna se gira y asiente.

—Sí, un poquito de gym por la mañana es vida.

Nicole sonríe de lado y alza las cejas.

—Ese cuerpazo no se cuida solo —suelta sin pensar.

Hotel ArcoírisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora