CAPÍTULO SIETE

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Tan pronto como entro por la puerta, Nicole salta de la cama y corre a mi encuentro. Me agarra de los hombros y me mira fijamente a la cara —con solo un rápido chequeo ya puede intuir lo que ha pasado—. Esboza una ligera sonrisa y retrocede un paso.

—Joder, pues parece que ha ido bastante bien —concluye.

No puedo evitar sonreír. La aparto de en medio y me voy a tumbarme en la cama. Mi amiga me persigue muerta de curiosidad.

—¿Y ya está? —gruñe—. ¿No me vas a decir nada?

—Son las tres de la mañana, Nic —me quejo llevándome una mano a la frente.

—¡Quiero saberlo todo!

Debería estar súper emocionada y contarle casi sin respirar que acabo de salir de la habitación de Lena Farrel. Pero lo único que quiero es dormir y digerir lo que ha pasado. Ahora mismo siento que nada es real.

—Me estás vacilando —protesta—. ¿En serio vas a irte a dormir sin decirme nada? ¿Tan mal ha ido la cosa?

Muevo la cabeza, negando.

Mi amiga se sienta en su cama y me mira con carita de perrito abandonado. Sonrío de lado y me incorporo en la cama sintiendo el corazón latir con fuerza.

—Es que no te lo vas a creer.

—¡Kate no es lesbiana! —se adelanta tratando de adivinar lo que estoy a punto de decirle. Le encanta hacerlo cuando le digo que no va a creerse algo—. No, no, no. Tiene novia y os habéis montado un trío.

—No. Mucho mejor que eso es lo que me ha pasado.

Mi amiga parpadea varias veces y queda pensativa.

—¿Qué puede ser mejor que hacerse un trío? —se pregunta en voz baja—. Ya lo tengo. ¡Es una incansable y habéis tenido sexo durante horas sin parar!

Suelto una carcajada al ver hasta donde puede llegar su sucia mente.

—No tiene nada que ver con el sexo, Nic. No he tenido sexo.

Mi amiga me mira haciendo una mueca, como si la estuviera vacilando.

—No te creo. Esa cara que me traes es de haber echado el polvo de tu vida.

Vuelvo a negar rotundamente.

—No ha habido sexo —insisto.

—¿Entonces? ¿Cómo puedes tener esa cara? ¡Te conozco, Alice! —exclama desesperada por tener más información sobre lo que he hecho en estas horas fuera—. Sé cual es tu cara de sexo.

Esto ha sonado algo raro, pero la cabrona lo sabe.

—Pues imagina lo bien que me lo he pasado, que equivale a un polvo —comento—. O a dos o tres.

Nicole se levanta y me zarandea de los hombros.

—¡Cuéntamelo todo de una vez! —grita más fuerte de lo que pretendía.

—Vengo... de la habitación de Lena Farrel —suelto sin más.

Nicole retrocede un paso y se cruza de brazos, enfadada.

—No me vaciles.

—No te vacilo.

—Si vinieras de ahí hubieras entrado dándome con la puerta en las narices de la emoción que correría por tus venas.

Muerdo mis labios, recordando esos momentos con ella en la habitación.

—¿Me lo vas a decir o qué?

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