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Feliz y perdidamente enamorada de su ahora esposo, Valentina hacía sus maletas para ir a la hacienda que sus padres le habían dejado.
Se iba prácticamente huyendo, pues a Alonso (su pareja) lo habían acusado de un fraude, y en lo que las cosas se calmaban decidieron irse para allá.

-Gracias por confiar en mí amor-. Le dijo Alonso dándole un beso en los labios.

-En ti confiaría hasta con los ojos cerrados-. Le afirmo Valentina devolviéndole el beso.

Lo que la enamorada mujer desconocía era que, su esposo era total culpable, y sólo del fraude, si no también de acostarse con la prima de ella.

Después de unos días ya estaban instalados en aquella enorme hacienda.
Con ellos habían viajado la tía, la prima y la nana de Valentina.

-Amor ¿Checaste lo de la compra de la hacienda vecina? Podría ser una muy buena inversión-

-Apenas hoy iré a hablar con los dueños, espero que me vaya bien-

-Te irá excelente.., no creo que te digan que no, a leguas se nota lo descuidada que la tienen, me imagino deben necesitar dinero-

-¿Porqué no me acompaña? Entre los dos será más fácil convérselos-

-No puedo.., quedé de enseñarle a montar caballo a Ivanna, tú misma me lo pediste-

-Cierto..., bueno, entonces deséame suerte-

-Suerte-. Le dijo Alonso y se fue sin despedirse.

A Valentina le extrañaba al actitud tan fria con la que en ocasiones Alonso la trataba.

Pero lo amaba y no tenía ojos para ningún otro hombre, o por lo menos eso creía ella.

-¿Puedo ayudarle en algo señorita?-. Le pregunto un hombre tomándola por sorpresa de espaldas.

Cuando Valentina se dió vuelta pudo ver a un hombre de piel morena, alto y con una sonrisa totalmente encantadora.

-¿Gusta?-. Le ofreció aquel hombre de la manzana que estaba comiendo.

-S...ssi... es decir no-. Titubeo ella ante la mirada penetrante del desconocido.

-Soy José Miguel Montesinos, mucho gusto-. Se presento y descaradamente tomo la mano de Valentina.

-El gusto es mío-. Respondió ella sin pensar.

Y se sintió culpable, culpable por sentirte tan atraída hacia un hombre que apenas acababa de conocer y peor aún, estando ella casada.

Soy tu dueñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora