El mundo de la hechicería siempre ha estado marcado por grandes chamanes, pero durante la Época Dorada, existió una joven que tenía el mundo a sus pies, era temida por hechiceros y maldiciones, pero así como ella representaba la bondad, es bien cono...
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La situación se sentía un tanto tensa, por lo menos para Sukuna y Rei, pues Itadori no terminaba de comprender la forma en la que había llamado al Rey de las Maldiciones, e incluso su profesor, quien ya estaba al tanto de aquella historia, no entendía esa manera de llamarlo.
Nada pasó desapercibido para la albina, así que pensó un momento en cuál sería su siguiente movimiento, dado que Sukuna no parecía estar dispuesto a hablar de esa manera, sencillamente tendría problemas para entablar una charla, y es que incluso si pedía a Yuuji que le diese el control, sería una situación muy arriesgada para ambos adolescentes, aunque le daba seguridad la presencia de Gojo, así que se tuvo que armar de valor.
―Itadori-kun... Voy a necesitar que le des el control a Sukuna por un momento. ―Mencionó temerosa. ―Necesito tener una pequeña charla con él sobre este tema, y quizá llegar a un acuerdo para mantener a salvo al mundo de él... Al menos por un tiempo.
Por fuera de la habitación, cierto chamán se preguntaba si debía entrar e impedirlo, o dejar que su alumna se arriesgase, pues si todo salía bien, podrían ganar demasiado, sin embargo, si Sukuna se resistía, podría tener muchos problemas con el Consejo, pero a pesar de tal riesgo, decidió no interrumpir.
Mientras tanto, el pelirosa estaba pensativo, pues anteriormente había logrado tomar el control de su cuerpo cuando quiso, pero no sabía si ahora sería capaz, y tenía esa ligera carga emocional, la cual le hacía temer por dañar a su compañera, o algo peor, pero debía responder, así que se inclinó hacia arriba para sentarse de manera correcta y poder ver claramente a la chica a su lado.
―¿Estás segura de que no te asusta, Rei-chan? No sé si pueda controlarlo tan bien. ―Se escuchaba clara preocupación en la voz del joven. ―No quisiese dañarte o causarle problemas a Gojo-sensei.
La menor se sintió enternecida, pues había logrado comprobar que, en efecto, el chico frente a ella tenía lo que podía llamarse de manera metafórica, un corazón de oro.
Un gesto de amabilidad y ligero cariño fue lo que Rei realizó, algo simple, una pequeña caricia en la mejilla de Yuuji junto con una sonrisa de las que no solían asomarse tan seguido, y es que quizá era ese instinto casi perdido suyo de siempre querer proteger y ayudar a los suyos.
―No te preocupes, si algo sucede, Satoru está tras la puerta, y yo no soy tan débil como parezco, así que puedes cambiar de lugar con él tranquilamente, pero si realmente no quieres, eso es completamente aceptable, pues tampoco es esencial saber si lo que te conté es cierto, así que relájate, puedes pensar sobre ello.
Las acciones y palabras de la albina habían logrado calmarle, y ahora el chico estaba más seguro con lo que haría, aunque aún tenía algo de miedo, prefería confiar en su nueva amiga y dejar al Rey salir.
―¡Entendido! Lo dejaré salir, y si algo se pone feo, puedes golpearme todo lo necesario. ―Con una gran sonrisa, el pelirosa finalmente cedió.
Hubo silencio, mientras el joven mantenía sus ojos cerrados, concentrándose, y entonces fue que comenzaron a aparecer las características marcas en la piel del chico, haciendo notar como poco a poco el Rey de los Venenos comenzaba a relucir.
Para la menor no fue nada espectacular, y es que ya estaba preparada mentalmente para tal encuentro, aunque nunca estaba de más el ponerse a la defensiva, por lo que se puso de pie y dio un par de pasos hasta quedar frente al ya revelado Sukuna.
En un primer instante no hubo palabras, ambos se miraron fijamente, como dos almas gemelas volviendo a reencontrarse, y es que por supuesto, eso eran, pero bien sabido es que no todas las almas gemelas terminan juntas.
Cada uno tenía sus propios pensamientos respecto a la situación, y para Rei era un poco turbio si consideraba la diferencia de edad con él, aunque dejaría las preguntas estúpidas sobre la legalidad para después.
Sukuna mientras tanto se mantenía ligeramente emocionado ante la presencia de su Reina, por lo que no esperó mucho más y se puso de pie, con un porte claramente más intimidante que el de Yuuji, pero aún sin impresionar a la albina, quien no movió un dedo incluso al estar a centímetros, por lo menos no hasta que, de manera sumamente atrevida, el hombre llevó su mano a apretar por la barbilla las mejillas de la chica, cosa que ni siquiera pudo lograr, pues fue detenido en seco por la mano de la menor, quien con una fuerza descomunal logró hacer una llave al Rey de las Maldiciones, que claro, se había distraído.
―No te confundas, Sukuna... A mí no me da ningún miedo tu presencia, y tampoco me importa el dominio que hayas tenido sobre quien antes fui, así que quiero que te quede claro, que a diferencia de a quien conociste, yo no me voy a someter ante nadie, y mucho menos ante un ser tan deplorable como tú. ―Con valentía declaró, soltando así al hombre, y manteniendo una postura firme. ―Espero no lo olvides, yo no soy tu novia, ni tu esclava, ni tu semejante, muy igual me da tu trayectoria, estás aquí porque necesito confirmes o niegues lo que ya te mencioné, así que conoce bien tu lugar...
Basura.
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Heya, una disculpa por dejar tanto tiempo pasar entre capítulo y capítulo, pero si todo sale bien, antes del Lunes podré publicar un capítulo más, que espero pueda ser bastante más extenso, ya que siendo honesta, este fue así de corto porque sentí que era un buen final para el capítulo, pero me dejo de tonterías, espero actualizar pronto y más seguido, y sin más...
