—Kirishima...—alguien susurra. La voz suave, cercana, se oye familiar en sus oídos y cálida en su pecho. Un rayo de sol cae justo entre sus ojos, siente manos sutiles recorrerle la espalda y una risa ronca burbujeando del pecho de alguien justo en su oreja.
Levanta una mano, aparta un mechón de cabello de su rostro y sonríe.
—Oye, Kiri...—
—¡...SHIMA!—ahora alguien grita. La misma voz, áspera, desesperada, todavía familiar, pero totalmente diferente esta vez.
Siente algo cálido deslizándose entre sus dedos y un dolor agudo en alguna parte de su pierna derecha. Está corriendo, pero su pierna todavía se arrastra sobre el pavimento mojado, un desagradable sentimiento de miedo haciéndose espacio en su pecho.
—¡Eijirou...!
La voz se desvanece, pero todavía resuena en su cabeza. El tono dulce y angustiado, el nombre desconocido flotando en el aire a su alrededor, sus oídos zumbando hacia dentro y el eco de un rostro desesperado clavándose en sus retinas antes de que pueda parpadear.
Abre los ojos, pero ahora ya no ve nada, todo a su alrededor es oscuro, y tan, tan silencioso que siente la desesperación comenzando a trepar por su garganta.
Se lleva una mano a la cara, sus dedos tocan sus párpados, sus pestañas rozan sus palmas. Sus ojos están abiertos, pero aún no ve nada.
Abre la boca, intenta decir algo, pero ningún sonido sale.
La desesperación sigue trepando.
Siente un pequeño dolor en el pecho y una ligera incomodidad sobre la piel, se extiende por sus brazos hasta la punta de sus dedos, le deja un mal sabor en la boca y entonces tiene frío.
Es como si todo el aire a su alrededor se hubiera congelado de repente, todo el ambiente ahora bajo cero; tiene los ojos abiertos, las manos heladas, está boqueando, las palabras incapaces de formarse en su lengua.
Y hace tanto frío.
Se abraza a sí mismo, sus palmas frotando sus brazos con fuerza, buscando generar aunque sea un poco de calor, pero se siente entumecido y cuando finalmente se queda quieto, su respiración irregular tirando arriba y abajo de su pecho que nota que el frío viene de adentro.
Su cabeza se siente fría, sus dedos congelados. Aprieta los ojos con fuerza, se aferra a sí mismo con todo lo que tiene, pero su corazón sigue inmóvil ahí dentro.
Y hace tanto frío.
—Kirishima...—vuelve a escuchar. Es la misma voz, pero casi no lo es.
Abre los ojos de nuevo y la oscuridad se ha desvanecido. Parpadea un par de veces y por fin sus ojos se enfocan.
Recorre todo a su alrededor con lentitud; formas de piedra lisa alineadas a un lado y una hilera de árboles levantándose por el otro, hay una tumba frente a él, las palabras sobre ella borrosas e inentendibles. Las mira fijamente, pero la cabeza le punza y los párpados le pesan, así que solo las ignora.
El aire a su alrededor ha dejado de congelar, aunque sus hombros todavía tiemblan por la sensación.
—Entonces ese es tu nombre, cabello de mierda.
El pelirrojo se sobresalta un poco al volver a oír la voz, esta vez un poco más cercana.
Voltea su cabeza hacia atrás y se encuentra con un par de ojos rojos mirándolo fijamente, cabello rubio cenizo apuntando en todas direcciones, un pequeño ceño fruncido arrugando su frente y labios delgados cayendo hacia abajo.
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Muerte de un ángel [Kiribaku/Bakushima]
FanfictionUn muchacho pelirrojo vestido con un traje elegante y aspecto desaliñado no ha dejado de caminar desde que despertó, vagando entre pequeñas multitudes y atravesando gente tras su frío paso, dejando a su alrededor una estela de soledad y nostalgia qu...