Duelo y algo más

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Los días pasaban, ella solo seguía ahí, se cumplían dos meses desde la muerte de su hermana, dos meses sin que los inútiles oficiales de policía encontraran al menos una pista, sin poder saber quién era esa mujer que luego de acecinar a su hermana, sin descaro alguno la besó, eso solo la hacía sentir peor cada vez, ella solo caía, su cara fue perdiendo el color con el tiempo, bajo considerablemente de peso, ya no comía, no reía, solo estaba allí, sintiendo como se desvanecía poco a poco, sin un propósito, como si le faltara un parte, vivía en un profundo y doloroso silencio, en el que no quería oír a nadie más que ella misma, pero no era capaz de escucharse, la sensación de querer irse estaba presente en cada respiro junto con la rabia, la sed de venganza y las ganas de querer acabar con todos.

Aún sumida en sus pensamientos, escuchó unos pasos entrando a su casa, supuso que era su madre llegando del trabajo, identificó el sonido de unos zapatos, eran pausados e insistentes, en un momento escucho un objeto romperse, el sonido de un vidrio.

Hanna se levantó, tomó el palo de escoba que estaba a un lado de la habitación y se ocultó tras la puerta, escucho un grito, golpes y unas cuantas cosas más cayendo al suelo, bajó las escaleras corriendo; Frente a sus ojos estaba toda la casa destrozada, restos de sangre en el suelo y la puerta abierta, sin pensarlo dos veces salió corriendo hacia el bosque encontrándose de nuevo con esa silueta que no la dejaba pensar ni dormir por las noches, la misma que asesinó a su hermana.

Tomó el palo, cerro sus ojos, y empezó a golpearla hasta que se cansó , oía gritos de su madre y de la extraña mujer, pero no se detenía, no podía, se sentía fuera de su cuerpo sin poder manejarse, sin duda mataría a esa persona con tal de defender a su madre, a cualquier costo. 

En un momento sintió que volvía a la vida y el miedo se apoderó de su ser, pero escuchó fuertes pasos alejándose, la mujer había huido, abrió sus ojos y vio a su madre en el suelo. Tenía un corte profundo en su garganta y muchos golpes en su cuerpo, no podía hablar ni gritar, pero sus ojos permanecían abiertos, aún tenía vida, lo había logrado.

Tomó el cuerpo de su madre en sus brazos, y corrió a un centro de salud, con su ropa llena de sangre se sentó afuera de la sala de urgencia, escuchaba médicos gritando y pidiendo implementos, se sintió caer de nuevo, tirada en el suelo, quedando dormida...

"Hanna, sabes que me perteneces"

"Tu cuerpo, tus acciones y tu alma ya son míos, ya soy parte de ti"

"Estoy más cerca de lo que crees, ¿sabes?"

"¿Cuántas personas más debo acecinar para que seas mía?"

"Pronto lo notarás"

"Hanna... "

"Hanna, ¿acaso no me recuerdas?"

Al siguiente día una luz parpadeante, múltiples voces en la sala y un fuerte olor a alcohol antiséptico la despertó, apenas abriendo sus ojos un enfermero más o menos con su edad le hablaba, pero ella no escuchaba nada, por su cabeza, solo corrían una y otra vez las frases que le parecían tan familiares y a la vez distantes y aterradoras, ¿Quién podría estar tan enfermo como para decir eso? Tal vez era ella la que enloquecía con el tiempo...

El joven le trajo una taza de té y se sentó a su lado, poco a poco, fue recuperando el sentido, y prestó atención a las palabras que le decía.

-Mi nombre es Jacob, trabajo para el departamento de urgencias en este hospital, ¿Elizabeth Dawson tiene algún parentesco contigo? - 

Hanna solo asintió.

- Ella está en buen estado, sus signos vitales son aceptables, pero tuvo una incisión que afectó gravemente sus cuerdas vocales, no sabemos hasta cuando pueda volver a hablar, estará un tiempo en cuidados intensivos.

Hanna de nuevo asintió y agradeció al médico, a pesar de todo, solo sentía la satisfacción de que su madre hubiese sobrevivido, y las ganas mas profundas de acabar con la persona que  saboteaba su mente y su vida, maldita sea.

Luego de firmar unos papeles para el hospital, salió hacia la comisaría, necesitaba contarle al oficial todo lo que pudiera sobre la noche anterior y hacer una que otra llamada importante; Pronto el león sería casado por el cordero.

Negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación son las etapas del duelo, tal vez ella modifique algo ese argumento...


Hanna DawsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora