Mave.
-¿Un chico nuevo?- Preguntó Adam a través de la pantalla.
-Si, se llama Eros y se junta con los populares. Ahora entiendo porque se acercó a hablarme.- Dije mirando hacia otro lado.
-Mave, debes darle una oportunidad a otras personas, que se junten con los populares no significa que se reirá de tí.
-Eso se dice ahora, pero cuando lleve más tiempo con ellos ya veremos. Solo es cuestión de tiempo.
El rostro de Adam se tornó en tristeza. Sabía que debía conocer a más gente pero no me atrevía, era muy desconfiada en esos temas. Adam era la única persona que tenía a parte de mi tía. Eran mi zona de confort.
Colgué la llamada y subí a mi habitación, necesitaba descansar. Cerré la puerta y me dejé caer sobre la cama, encima de la mesita de noche vi las pastillas. Dudé si tomarme una, las odiaba pero si quería mejorar debía tomarmelas. Cogí mi botella de agua, una pastilla y me la tomé.
En cuestión de minutos me quedé profundamente dormida.Era una noche lluviosa, el ruido de los truenos me había despertado. Tenía la boca seca, me senté en mi cama para ir a la cocina y coger un vaso de agua pero en ese instante papá entró por la puerta. ¿Que hacía despierto a esta hora?
-¿Papi? ¿Que pasa? Es muy tarde.- Dije con mi aguda voz.
Un relámpago iluminó mi habitación por unos segundos dejando ver las manos y ropa llenas de sangre de papá. Solté un grito ahogado cuando lo vi de aquella manera.
-¿Y esa sangre?- Dije aterrorizada.
La cara de papá daba miedo, tenía los ojos muy abiertos y una sonrisa muy siniestra.
Cerró la puerta detrás de él, dio varios pasos hacia mí. Yo retrocedí en mi cama hasta chocar con la pared.-No tengas miedo, pequeña. Papi solo quiere jugar.
Se abalanzó sobre mi, tumbandome y tapando mi boca con su asquerosa mano llena de sangre. Bajó mi ropa interior para con sus dedos entrar en mi zona íntima. Reuní fuerzas y le pateé en el estómago.
Cuando se encogió pude huir, bajé las escaleras hacia el salón pero la imagen que me esperaba me traumo de por vida: mi madre estaba en el suelo ensangrentada, la vida había desaparecido de su cuerpo y su rostro mostraba miedo.Papá se puso detrás de mí, con una mano agarró mi cabeza y con la otra posó el cuchillo en mi cuello, y antes de deslizarlo para cortarme el cuello habló.
-Dulces sueños, pequeña.
Me desperté sobresaltada y sudada por el sonido del despertador.
Mi respiración estaba agitada.
Mi cabeza me dolía como si me estuvieran dando martillazos. Y las pesadillas lo empeoraban.
Bajé a la cocina, allí estaba Lauren desayunando. Llevaba su pijama de Mickey Mouse, hoy no trabajaba.
Al verme, dejó la taza de café y me sonrió.
-¡Buenos días! ¿Que tal has dormido?
-Mal, he vuelto a tener pesadillas.- Confesé.
La expresión de Lauren cambió a preocupación.
-¿Que has soñado?- Preguntó jugando con la taza.
-Lo de siempre, papá intentando... Ya sabes, y que al final me mata.
-¿Te has tomado las pastillas? Tal vez volviste a tener pesadillas por no tomartelas.
Ya empezamos de nuevo. Odiaba que desconfiara de mi o que sacará siempre el tema de las pastillas.
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El cigarro de después.
Roman pour AdolescentsSangre. Sangre por todos lados, mis manos manchadas de rojo. El cuchillo en el suelo y él en frente mía con una sonrisa burlona. "¿Sabes lo que has hecho?"