Capítulo 5: Show & tell

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Colocó rubor en sus mejillas suaves, retocó el glitter rosado sobre sus parpados, pasó un oscuro labial brillante sobre sus hermosos labios y adornó su delgado cuello con gargantillas de cuero que hacían juego con el resto de su lencería erótica. Angel se veía en el espejo sin ninguna clase de emoción en su semblante, era una rutina repetitiva y su repertorio de canciones para lucirse sobre el escenario con sus movimientos de pole dance no eran nada nuevo. Perfumó el pelaje suave de su piel blanquecina y ajustó sus pechos por debajo de su sostén, cubrió algunas heridas con polvo y luego se puso de pie para contemplar su delicada apariencia una última vez en el espejo del camarín.

Angel suspiró sin muchas fuerzas. Sus piernas temblaban un poco debido a que el día anterior había atendido a clientes demasiado rudos y su jefe no le había dado un óptimo descanso. Se sentía débil y adolorido, como si fuera a caer al piso ante cualquier movimiento brusco o ante una simple brisa porque realmente su cadera dolía bastante.

Apretó sus puños sobre la mesa y se volvió a mirar al espejo aún sintiéndose inestable. Pero, de pronto...

La figura de Valentino se presentó en el reflejo del espejo, la sonrisa asquerosa del mayor se encontraba impregnada en el cristal que los reflejaba a ambos. Angel abrió sus ojos a más no poder y retrocedió con su corazón latiendo a mil por hora. Estaba asustado, ¿Para qué mentir? Se deslizó por fuera de ese gran escritorio y trató de escapar, sin embargo sus intentos fueron inútiles. Ese siempre era el ritual... ante el más mínimo error o desobediencia, Val lo destruía hasta niveles insospechados.

"Soy la puta favorita de mi proxeneta."

A pesar de saber que Valentino tenía una preferencia enfermiza hacia él, eso no lo libraba de casi ningún daño. De hecho, a veces pensaba que sus castigos eran peores que los que recibían el resto de las zorras a su merced. ¿Qué clase de favoritismo era ese? Era una tortura.

Valentino sujetó el cabello de Angel desde la nuca y jamás borró su sonrisa desquiciada de sus labios. Lo jaló tan fuerte, de una forma tan violenta y desalmada. Angel sintió a la perfección la forma en la que lo arrojaba al piso y le encajaba patadas en las costillas una y otra vez. La pobre araña comenzó a toser sangre, los golpes eran tan certeros que entumecieron su cuerpo. Una vez estos cesaron, Val se arrodilló ante él y volvió a arrastrarlo de sus largos cabellos blancos para acercar aquel rostro demacrado cubierto de maquillaje corrido hacia su cara y hacer que lo mirara a los ojos.

Me jalas del cabello, así que no voy a ninguna parte.
Me dices que me amas pero me tratas como si nunca estuviera ahí.

Angel jadeó muy agitado, tosió un poco más largando fluidos por las heridas de las comisuras de sus labios y trató de desviarle la mirada con un profundo semblante de odio. El proxeneta le negó con la cabeza chistando y, luego de aquel gesto de desprecio, le encajó un puñetazo en medio de la cara a su zorra personal. Le rompió la boca, prosiguió a encajarle más puñetazos en las mejillas y le dejó el rostro con cortes y zonas abiertas al rojo vivo debido a sus filosas garras.

Angel se derrumbó en el suelo sin nada de fuerzas luego de recibir esa golpiza. Estaba agotado... Estaba exhausto tanto por la paliza como también por todo el dolor de su columna y caderas al ser cogido por tanto tiempo y por tantas personas el día anterior. Sentía que no podía respirar debido a la sangre que emergía de sus labios, se sentía horrible y no dejaba de jadear con dificultad.

—Pedazo de mierda repulsiva, deja de fingir que te duele —resopló Val con fastidio—. Soportas que te cojan miles de demonios todo el tiempo, esto no es nada a comparación, putita barata e inútil —le dijo con una sonrisa llena de gracia—. Ya levántate, por Satán, eres demasiado débil. Si no lo haces, voy a violar ese agujero abierto que siempre ruega por mi verga, ¿Entendido?

Dark ParadiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora