Capítulo 9: Pacify him

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"Vox manejaba el negocio cuando Val no estaba."

Fue arrojado al piso en su deplorable estado como una muñeca desechable. Se retorció sobre el colchón destrozado y sintió poco a poco como los asquerosos fluidos de al menos diez demonios se escurrían entre sus piernas. Fue degradante como lo era habitualmente, pero se sentía incluso más desagradable que las últimas veces que grabó en el estudio.

Trató de respirar dentro de la sala de grabación y de tranquilizar su abrumado cuerpo, sin embargo, le estaba resultando muy difícil. Drenaron todas sus fuerzas, ni siquiera podía ponerse de pie, su frágil anatomía temblaba en el suelo sin ninguna clase de estabilidad. Se encontraba desnudo y herido, su espalda estaba cubierta de bruscos arañazos y mordidas profundas y algunas gotas de sudor se resbalaban por su fina piel blanca.

Angel jadeaba demasiado cansado y afectado por los tratos de aquellos demonios que eran mucho más grandes que él, se aferraba al piso y trataba de recuperar el aliento con mucho esfuerzo. Fue demasiado esa vez, unas seis horas de grabación constantes en las que no pudo descansar ni siquiera para beber agua. Generalmente las secuencias no eran tan maratónicas, pero fue diferente ya que Val no estaba encargándose directamente de supervisar la grabación.

El arácnido escuchó como algunos actores abandonaban la sala riendo victoriosos por haber desempeñado su papel de una forma nada profesional. La mayoría solo buscaba una excusa para cogerse a Angel, muy pocos se tomaban la profesión de forma regular porque, en el infierno, era casi imposible exigir esa clase de seriedad.

Sintió como una mano se encajaba en su mandíbula con mucho rencor. Angel fue levantado un poco del suelo gracias a ese violento agarre, las garras le alzaron el rostro, le dirigieron el mentón y lo obligaron a enfocar su mirada hacia esa nefasta pantalla de televisión.

Vox se mantuvo de rodillas ante Angel, sonrió con soberbia y revisó un poco la apariencia de la prostituta para regocijarse en su propia victoria. En la ausencia de Val, él manejaba su trabajo y amaba castigar y jugar con la resistencia y los límites del cuerpo maltratado de Angel.

Se miraron con un rencor irreconocible. Se odiaban, se deseaban la muerte a cada segundo que pasaba y los motivos eran más claros que el agua: Valentino y tener que compartir.

—Podrías... no ser tan evidente en odiarme —susurró Angel frunciendo el ceño ante el jodido desgraciado que disfrutaba de torturarlo solo por satisfacción personal.

"Un cansado y triste chico está en mi camino."

Vox amplió su sonrisa sin escrúpulos y apretó la mandíbula de Angel haciéndolo jadear del dolor. Contemplar lo patético que se veía le daba una gran alegría, quería mantenerlo en su lugar como la perra de poco valor que era y aprovechaba los momentos precisos en los que debía dirigir la industria para hacerlo. Le otorgaba mucho más trabajo de lo debido y se encargaba de que los hombres más grandes, fuertes y pervertidos lo cogieran hasta que su cuerpo quedara destrozado.

Lo que más amaba era hacerlo sufrir y era lo mínimo que podía hacer para descargar toda la frustración y odio que sentía ante el hecho de tener que compartir al hombre que más amaba.

—En realidad, estoy siendo demasiado benevolente. Esto no es nada para una zorra ninfómana como tú, es como si te estuviera haciendo un gran favor —le sonrió con mucha dulzura y acarició la mejilla herida de un iracundo Angel con su pulgar—. Si no fuera por él, te arrancaría todos los brazos uno por uno. No eres más que una insignificante molestia.

Lo soltó y lo arrojó al piso como un pedazo de carne. Angel gimió del dolor al caer y no pudo responder, su dolor corporal era tan grande que ni siquiera tenía espacio mental para encargarse de una discusión. En ese momento, se sentía derrotado porque Vox podía controlar su situación en el estudio y debía acatar todas sus órdenes porque era el enviado de Valentino y su pareja real.

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