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Karin me dió un beso en la mejilla para después tomar asiento frente a mi, el mesero del bar se acercó para tomar su orden, ella pidió una copa de vino y posteriormente volvió su atención a mi.

—Estas hermosa, ¿Que tal los nervios?

—Tolerables.

—La próxima semana te casas, quien lo diría, ahora formaras parte de una de las familias más importantes del país.

—¿Celosa?

—Soy honesta, lo estoy, estoy celosa pero no me quita el sueño, tu vida es perfecta y la mía también.

Amabas comenzamos a reír, recuerdo que cuando conocí a karin pensé que ella era una persona egoísta, una narcisista de mierda...al final resultó que ambas lo éramos.

Y fue eso lo que nos volvió grandes amigas.

— Comencé a salir con un doctor, pero no es un doctor cualquiera, es el dueño del hospital donde Ino se atendía, sabes es muy rico.

—Debe ser un anciano.

—No dije que fuera joven, me da igual si es guapo o no, lo que importa es la cantidad de dinero que tienen en sus cuentas bancarias, la semana pasada me compro un departamento en los Ángeles, su esposa odia ir a los Ángeles así que pasa remos mucho tiempo allá.

Comencé a reír.

—¿Casado?, En serio Karin.

—Ya te dije, solo me importa el dinero, no es como que vaya a ser mi esposo, no me interesa tener esa clase de historia con un hombre, envidio que pronto serás muy, muy rica pero no envidio el que te vayas a casar, eso no es para mí, nunca lo fue.

—Bueno, es la primera vez que diré esto y espero lo valores, me alegro por ti.

—Y yo por ti, el que ganemos no significa que la otra pierda, por eso me agradas.

—Y tú a mí.

El mesero se acercó con el pedido de Karin, ambas continuamos hablando y bebiendo, entre risas se nos fue el tiempo. La noche pudo terminar de la mejor forma para mí si ella no hubiera comentado lo que sabía.

—Sabes, mi madre me dijo que los Yamanaka volvieron al país.

Casi me ahogó con el vino.

—¿Que?, ¿Cuando?

— Hace un mes, quería llamarte para preguntarte si lo sabías pero entre mis asuntos se me pasó hacerlo, dime ¿Los invitarás a tu boda?

Recargue mi espalda en el respaldar de la silla, intenté mantener la calma pero la verdad es que no pude hacerlo, pues dentro de mi todo comenzó a tener sentido.

—¿Estás bien?

—Si.— menti.— Y supongo que no, mis suegros terminaron mal con ellos después de su muerte.

—Debe ser una mierda, sabes mi desagrado hacia esa familia permanece aún después de tantos años y eso que a mí no me hicieron nada. En fin, podemos reunirnos pasado mañana, Temari y las chicas dijeron que querían  hacer algo, un tipo de despedida de soltera, odio esas cosas pero si quieres salir y beber un rato cuenta conmigo.

—Gracias.

Ambas nos despedimos y posteriormente cada una se fue por su cuenta, ya en mi auto quise despejar mis dudas, busque mi teléfono celular dentro de mi bolso, no eran más de las diez de la noche y por ser viernes seguramente el estaría en casa de alguno de sus amigos, tendría que responder la llamada.

Tendría que hacerlo.

Pero no lo hizo, una y otra vez la llamada entro directo a buzón, su teléfono estaba apagado, sentí que el aire me hizo falta, encendí el auto y maneje a toda prisa en dirección al departamento.

JealusyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora