Prólogo.

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El hombre con ropa elegante yacía sobre una mesa con manteles blancos, todo el lugar estaba en un completo desorden, sillas tiradas, mesas destruidas, platos, copas y vasos rotos.

Con una botella de alcohol en su mano veía todo mientras las lágrimas brotaban de sus ojos.

—... ¿Hijo…? —con preocupación, tristeza, irá, y dolor Isanari se acercó a Futaro y lo tomó del hombro— Será mejor que nos vayamos, si sigues acá sólo te causaras más dolor.

—Vamos amigo —habló también Takeda—. Tu padre tiene razón, estamos contigo, ¿verdad, Maeda?

Asintiendo Maeda intentó sonreír aún cuando por dentro quería gritar junto a su amigo.

—Vamos, Hermano —Raiha se acercó y lo abrazó con todo lo que tenía—. ¡Vamos de acá, tu no mereces nada de esto, te ayudaremos en lo que quieras, solo animate! ¿puedes? —al igual que su hermano ella estaba dolida, sus ojos dejaban caer grandes lágrimas mientras su voz cada vez se cortaba más y más, al final enterró su cabeza en el pecho del hombre y de su boca salían grandes gritos de lamento y dolor— ¡Tú eres muy bueno hermanito! ¡NO MERECES NADA DE ESTO...! Tu no mereces esto...

—¡MIERDA! —arrojando su teléfono contra el suelo el hombre de cabello negro puso su mano en su rostro intentando calmarse, vio a su fiel asistente y controlándose un poco le hablo— Ebata, por favor, no importa cuanto cueste, contrata a alguien para que de con el paradero de las cinco, tienen mucho que explicar —volviendo su vista con los demás camino hasta donde Isanari y uso un par de palabras que nunca pensó usar con el rubio, camino hasta estar  frente a el, inclinándose al punto de casi arrodillarse el hombre suspiró—. Lo siento... Lamento lo que ellas han hecho.

Isanari quien nunca pensó ver a Mauro así intentó sonreír— Tú no tienes la culpa de nada, amigo... Ellas tomaron un decisión, y si me lo permites, una muy cobarde...

—Tienes razón. Ellas se las verán conmigo cuando las encuentre. —Mauro suspiro y viendo a Futaro no pudo evitar sentirse mal, el dolor que él muchacho le transmitía era grande, era la tristeza de alguien con el corazón roto, alguien sin esperanza, alguien que verdaderamente quiso a cuatro de sus hijas y amó a una con todo su ser.

—Dejenme sólo... Por favor —viendo a todos los presentes se levantó del lugar en el que estaba—... No quiero ver a nadie.

—Espera... Eusegi —interrumpió Mauro—, al menos deberi-

—Por favor... Papa —quedó callado unos segundo antes de volver a quebrarse—... Perdón, digo Sr. Nakano. Quiero estar solo por ahora.

—Vamos Mauro... Él sabe lo que hace —Isanari tomó al pelinegro y para luego tomar a la lastimada Raiha y salir del lugar—. No hagas nada y se fuerte hijo, estamos para ti.

—Te llamo luego, amigo. —Maeda sonrió y camino detrás de Isanari dejando a Takeda atrás.

—Si necesitas algo... Solo llámame —Takeda sonrió intentado no denotar que estaba mal—. Te veo mañana, mi rival.

Futaro quedó sólo en el lugar, con un movimiento rápido se quitó el saco y camisa que llevaba puesto y arrojándolos contra el suelo los pisaba mientras gritaba, había un lugar que aún estaba intacto de aquel sitio, la esquina superior izquierda, una mesa redonda con un hermoso pastel de bodas junto a los regalos de los invitados.

Dándole un enorme trago al alcohol que tenia en mano arrojó el envase contra el pastel y luego arremetió contra la mesa, aún quedaba intacta una parte del pastel, en la que se podía leer; "Felicidades Futaro y ..." antes de llegar a la parte final se encargó de destruirlo todo.
Futaro observo la pared trasera del lugar, ahí había una pantalla de gran tamaño colgando. Nadie se había dado cuenta que se estaban reproduciendo vídeos de él, la novia y sus cuatro hermanas. El ultimo vídeo terminó de reproducirse cuando volvió a iniciar desde el primero;

Escritura Descolorida (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora