𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚𝐜𝐞𝐦𝐛𝐞𝐫 ุ๋ ⸱ 𝑊𝑖𝑛𝑡𝑒𝑟𝑏𝑎𝑟𝑜𝑛 ⸱ ุ๋

Cuello

Era un día nublado, el aire recorría por los grandes bosques que decoraban las montañas; a pesar de ello el pueblo de Bamberg permanecía en total calma.

En una cabaña se encontraba una pareja de jóvenes casados, uno de ellos estaba preparando el desayuno mientras que el otro limpiaba la casa.

Helmut estaba endulzando unas fresas con azúcar, quería preparar un pastel para su amado Alfa quien amaba cada una de sus recetas. El ojiazul dejó la escoba a un lado y rodeó la cintura del Omega mientras lo abrazaba por detrás.

Besó su cuello con delicadeza mientras sentía su dulce aroma, esto le trajo una paz indescriptible, una paz que añoraba luego de vivir por tantos años en una guerra tan caótica.

-Te amo Helmut.- Mencionó en un susurro el pelinegro.

El castaño sonrió y se dio la vuelta, acto seguido colocó una fresa en la boca de James y depositó un pequeño beso en sus labios.

-Yo también te amo.- Dicho ésto Helmut abrazó a James con fuerza.

Cada mañana era una lucha interna para ambos, los recuerdos de cada batalla y del color carmesí de la sangre que cubría sus manos de manera permanente... ¿Era real todo lo que sucedió después de ello? No podrían imaginarse una vida separados, una vida en donde su única alternativa sería hacer sufrir a los demás y ser juzgados por quienes se supone que son su verdadera familia de sangre.

Eso quedó en el pasado, ambos fueron capaces de calmar sus mayores miedos y recorrer su camino juntos; entre soldados las cosas eran más comprensibles, sobre todo cuando la batalla estaba más que perdida.

Renacieron entre las cenizas de un mundo apocalíptico, un mundo que poco a poco estaba siendo olvidado.

El amor fue el responsable de mantenerlos con vida, al igual que las personas que los rodeaban en aquel lugar.

"Aún puedo recordar los días nublados que traían agonía y tristeza, las calles estaban repletas de cuerpos mientras tú y yo nos mirábamos fijamente.

Cómo en una batalla perdida, tus ojos demuestran todo el dolor por el que has pasado.

Tu cabello grisáceo, lleno de tierra y de sangre; con eso puedo corroborar cada una de tus acciones.

Aún en aquellos momentos de desesperación fuiste capaz de mantener la cordura, tanto que es digno de admirar.

Quizá creas que nadie será capaz de comprenderte, que has quedado en el olvido de aquella tortuosa guerra.

Pero estoy aquí, recordando cada una de tus palabras; tratando de descifrar tus pensamientos.

Puedo amarte el tiempo que sea necesario, así que no sientas culpa por ello.

Eres libre, y pronto todos lo seremos.

Mi valiente soldado, estamos cerca de un nuevo comienzo."