Supresor

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Las nubes estaban cubiertas en un tono grisáceo mientras que el cielo se veía como un lienzo bañado en calma. El amanecer parecía anunciar el inicio de un gran día, siendo falsamente una motivación para todos aquellos que debían aferrarse a la rutina de siempre.

Helmut Zemo, un bibliotecario que residía en un apartamento descolorido en el centro de la ciudad estaba preparando su café como solía hacerlo cada mañana. Para un omega como él ir a trabajar era lo único emocionante que ocurría en su día a día, pues desde que tenía memoria siempre tuvo la mala fortuna de ser un hombre sumamente introvertido y reservado.

Solía perderse en la lectura por horas y horas, después de todo las bibliotecas hoy en día solían ser un cementerio de versos ocultos entre hojas maltrechas y polvorientas. Las personas se alejaban más y más de las historias, los poemas e incluso las tiras cómicas; esas que llenaron de felicidad la niñez de muchos en el pasado, pero que ahora solo parecían un grato recuerdo entrelazado en melancolía.

Luego de una larga y tediosa caminata finalmente Helmut llegó a su trabajo, como era de costumbre abrió el local y colocó a la vista una pizarra cuya leyenda anunciaba con entusiasmo:

“¡Lleva tus libros de romance para este catorce de febrero!”.

Algo cursi para su gusto, pero al parecer esa frase publicitaria le parecía perfecta a su jefe, quien notoriamente tenía una carente imaginación y una pizca de mediocridad.

No había mucho por explorar dentro de aquel lugar, simplemente habían repisas llenas de libros de colores desgastados y deprimentes. A veces el solo fijar la mirada por un determinado tiempo en cualquier esquina de ese vejestorio era como sucumbir la mente a un castigo infernal. La desesperante angustia por querer re acomodar hasta el último detalle de las reposaderas volvía loco al joven bibliotecario, quien percibía su vida como una tragicomedia mezclada con muchos clichés de mal gusto.

Para su sorpresa, un ligero calambre en su abdomen lo trajo a la realidad de manera repentina. Sintió un escalofrío por todo el cuerpo al momento de recordar la fecha en la que se encontraba, y lo estúpido que fue al salir de su apartamento de manera despreocupada sin siquiera guardar un solo supresor en su maletín.

—Mierda —

Susurró con cierto desespero, pues su celo había iniciado.

Poco drama pudo hacer en aquel momento cuando la campanilla polvorienta que reposaba sobre la puerta de cristal dio aviso del ingreso de lo que parecía ser un cliente.

—Buenos días, necesito un diccionario en Francés —

Zemo lo vio y se sintió desfallecer ante tal perfección. Aquel hombre de ojos celestes que se encontraba en frente suyo parecía un personaje literario de ensueño, el cual había escapado de la ficción para torturarlo en su tan caótica realidad.

—¿Francés? —Titubeó finalmente, sin saber como ocultar el rubor de sus mejillas.

En cuestión de segundos aquel alfa pudo sentir como sus fosas nasales eran invadidas por el aroma del bibliotecario. Las hojas de otoño acompañadas por la húmeda tierra de un sembradillo, resguardadas por un sutil vino blanco.

Era tentador, más allá de un deseo podría confesar que la sola presencia de aquel joven omega despertó sus más profundos instintos en un solo chasquido.

—¿Cuál es su nombre? —Agregó repentinamente aquel extraño.

—Helmut —Respondió de manera automática sin siquiera ser consiente de sus acciones. Cada segundo que pasaba se convertía en una tortura. Sentía como un sudor frío recorría su frente mientras que un ligero cosquilleo se apoderaba de su entrepierna.

—Helmut, veo que tiene un ligero problema. Dispense mi imprudencia pero —Suspiró pesadamente. —Mi nombre es James, puedo ayudarlo si lo desea —

El omega se sintió acorralado ante tal propuesta, era evidente que necesitaba ayuda ante su irresponsable actuar sabiendo que si regresaba a casa probablemente sería abusado por quién sabe qué loco.

Trató de calmarse y respiró profundamente sintiendo como su cuerpo temblaba ante el temor y el pánico. Entonces James tomó una de sus manos con toda la delicadeza que le fue posible ante sus propios deseos carnales, se contuvo lo más que pudo y le dedicó una ligera sonrisa en seña de que no debía temerle.

Entonces Helmut lo miró fijamente por unos segundos, apresurado cerró las puertas del local con llave y se abalanzó sobre James para luego unir sus labios en un desesperado pero tierno beso.

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⏰ Última actualización: Feb 29 ⏰

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𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚𝐜𝐞𝐦𝐛𝐞𝐫   ุ๋ ⸱ 𝑊𝑖𝑛𝑡𝑒𝑟𝑏𝑎𝑟𝑜𝑛 ⸱  ุ๋ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora