𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚𝐜𝐞𝐦𝐛𝐞𝐫 ุ๋ ⸱ 𝑊𝑖𝑛𝑡𝑒𝑟𝑏𝑎𝑟𝑜𝑛 ⸱ ุ๋

Ofrenda

La segunda guerra mundial se anunciaba ante el mundo con la llegada de los Nazis, entre aquel grupo de soldados se encontraba el sargento James quien era respetado tanto por Betas cómo por Alfas.

En aquellos tiempos tan anticuados los Omegas eran utilizados como objetos sexuales, muchos de ellos tenían vidas miserables siendo tratados como esclavos.

En uno de los pueblos olvidados por Dios, se encontraba un Omega quien se dedicaba a cuidar a las personas de bajos recursos dándoles alimentos y un techo. Ese día en particular había ocurrido un bombardeo cerca de la zona, los recursos se estaban acabando lentamente y el castaño debía hacer algo al respecto.

Fue así como se dispuso a ir al bosque en busca de frutos o plantas medicinales, después de todo sería un verdadero riesgo dirigirse hacia la base militar, en donde supuestamente le entregarían víveres a todo aquel que lo necesite, siendo esto una burla para los Omegas.

El día era agobiante, en el ambiente era fácil percibir la tristeza y la agonía de los desafortunados; Helmut tenía un libro de botánica en manos mientras trataba de encontrar alguna planta pero fue en vano, toda la vegetación estaba quemada y maltratada debido a los químicos.

-¿Qué haces aquí?- La voz de James era amenazante.

Helmut trató de escapar pero aquel Alfa lo tomó del brazo con fuerza.

-Sólo estoy buscando algunas plantas.- El castaño intentaba permanecer en calma.

-Deja de perder el tiempo y ve por tu ración de víveres.- Mencionó James con una sonrisa.

Helmut se perdió en aquellos ojos azules por unos segundos, luego desvió la mirada y suspiró cansado pues había pasado horas y horas buscando alimentos.

-Eres un idiota, todos ustedes lo son. Estamos muriendo y lo único que les importa es la maldita sensación de poder.- Reprochó el castaño.

James soltó a aquel Omega y se dio media vuelta, buscó entre su mochila y le entregó unos cuantos alimentos acompañados por algunas medicinas.

-No es mucho pero será de ayuda.- Mencionó el ojiazul.

-¿Por qué me estás ayudando?- Helmut sabía que no podía confiarse del todo.

-Considéralo cómo una ofrenda de paz.- Dicho ésto el sargento se fue del lugar, dejando al castaño con muchas dudas de por medio.