Nuevas experiencias

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Dejé de ir un tiempo con Samuel. El trabajo me tenía ocupado todo el tiempo, sin embargo, no era un problema para nosotros, porque despues de tantas visitas podía considerarlo mi novio, aunque él no me considerara el suyo.
Se fue alejando de su familia, cada vez fue siendo mas para mí, me cumplía mis caprichos, y ya hasta habiamos dormido juntos, abrazando su cuerpo para despertarlo al chuparle el pene.
Me había entregado una llave que era de ese cuargo para que fuera cuando quisiera, pero no lo vi hasta casi una semana que decidí darle la sorpresa. Sin porno, sin masgurbarme por dias pensando en él, todo para vovler a sentir un encuentro como el primero, sin embargo que yo me abstuviera, no significaba que él hiciera lo mismo.
Abrí la puerta de golpe y me encuentro con una escena que me derrumbó entero por dentro: Samuel desnudo por completo, de pie sobre su cama, el pene bien erecto y un muchacho arrodillado, también desnudo, que disfrutaba del mástil de mi macho.
—Wey, no mames —dije molesto, pero el no dejaba de sonreír, al igual que el muchacho que le hacía sexo oral, se estaban burlando de mi.
—Esperate —fue hacía mi y me abrazó por la espalda cuando estuve a punto de ir, me mordió el cuello—. No seas tan sensible, me dejas una semana sin cojer, amor, sabes que mis bolas siempre están cargadas.
—Yo me abstuve toda la semana para venir a complacerte y tu ya te estas chingando un pendejito.
—Si te tranquilizas, los tres podemos disfrutarlo.
¿Los tres? Pretende que hagamos un  trio. Samuel cerró la puerta y me llevó a rastras hasta la cama que habia puesto para tener sexo mas comodamente. El werito que se la estaba chupando se levantó, su verga parada y con ojos de borrego me saludó.
—Él es Rodrigo —Samuel nos presentó—. ¿Verdad que está bien chingón?
La verdad es que sí. Estaba bien mamado (musculoso) no tanto como mi Sam, pero tenia un cuerpo hermoso, los pezones rosados, al igual que la cabeza de su pene, el cual era alargado, se me antojaba menos, pues el de Samuel si que es un pedazo de carge, largo y gordo, y moreno.
—Y las maravillas que hace este otro joto —me decía Samuel— muestrale lo que haces.
—Solo si él quiere.
Samuel me empujo contra Rodrigo, casi nos besamos pero yo me resistí. Olia a perfume, nada mal, pero no era el mismo Aroma que el de Samuel, el cual sentí detrás, arrimandome la verga, mientras me sostenía la cabeza y me forzó a besar a Rodrigo. Lentamente mis labios se fueron separando y él me introdujo su lengua.
—Besa bien chingón. Tu Dejate llevar.
Bueno, entre dos hombres hermosos no habia mas que hacer. Fui soltandome de apoco, acariciando a los dos, turnando mis manos para repasar y estudiar sus cuerpos. Rodrigo comenzó a desnudarme, completamene. Estaba molesto y excitado a la vez. Algo que amo de revolvarme con Samuel es poder quitarle la ropa, aveces lento y sensual, otras rapido como si ya no aguantara las ganas de ver su cuerpo y lamerle lo mas que pudiera. Como sea, siempre ideaba algo nuevo para quitale la ropa, pero ahora me habían arrebagado ese placer.
Rodrigo se deshizo de mi ropa y nuestros penes comenzaron a luchar, lo sentia tan cerca de mi, su lengua era un exquisito manjar. Me dejé llavar rapidamente, la verdad es que tenia unas ganas incontrolables de sexo, asi que mis gemidos no se hiciero  esperar. Samuel con su mástil en mis nalgas y Rodrigo y yo jugando espadazos.
—Este cabrón gime bie  rico —Le dijo Samuel a Rodrigo.
—Si, ya lo noté —respondió él— te los consigues bien hermosos, papi.
Me molesto que le hablara de esa manera, el es mi papasito, puedo compartirlo pero me muero de celos al comprender que ese no era un encuerto casual o esporadico, sino que esos dos llevaban viendose desde hace tiempo.
Me giré denotando mi molestia para besar a samuel, esa lengua y esa saliva que el cabrón chorrea, me calientan mas rápido que los besos de Rodrigo.
—¿Me extrañaste, jotito? —las palabrotas no se hicieron esperar.
—Si papi, vine para que me des una cogida, como la de la primera vez.
—No mames, está vez va a ser mejor, porque tengo dos perras cachondas para hacerles de todo.
Entonces Samuel se separo y se puso de pie en el centro del cuarto donde había una alfombra. Nos hizo una señal para arrodillarnos y Rodrigo y yi fuimos para comernos su trozo. Él se me adelantó y comprendí por qué le gustaba a mi Samuel; le hizo un trabajo con la lengua, de maravilla. No tardo en lustrarle todo el rifle, se lo metía hasta la garganta, le lamia los testicjlos, lo inhalaba como antes habia hecho yo. Hasta a mí se me antojó una mamada de él.
Me aproxime para unirme al goce, pero su pene ya no sabia a la rica piel de mi macho, solo podia sentir la saliva de Rodrigo. Lo limpie y me lo introduje a la boca, intenté hacer algo parecido para hacer rugir a mi macho.
—Sigue, sigue, chupamela toda, amor. ¡Sigue, cabrón! Así,  disfruta del mástil de tu dueño, putita.
Yo no hablaba, estaba ocupado dandlle placer a Samuel, no quería somtarlo porque sino Rodrigo se lo iba a tragar, quien sabe cuanto tiempo. Pero mientras yo disfrutaba de ese cacho suculento, Rodrigo me dio un empujón y me arrebató el pene de Samuel. Él se rio.
—Peleense por mi verga, asi putitas, no paren, no paren.
Yo me quedé pasmado un instante.me masturbaba viendo como el guapo de Rodrigo se comía el pene de Samuel. No queria conflictos, asi que me entrelace a su pierna mientras me la cogia y me fui a lamerle la parte entre los tesgiculosby el ano, un lugar delicioso para pasarle mi lengua, todo humedo por el sudor de su entrepierna y bien oloroso.
—¡Dios! Que rico se siente eso, no paren.
Sentí una mano acariciando mi pecho y pellizcandome los pezones. Se sentía bien, pero de nuevo Rodrigo me dio un empujon mas fuerte y se fue hacia las nalgas de Samuel para hacerle un beso negro. Mi macho no dejaba de rugir de placer, me encanta escucharlo decir palabrotas, gemir y rugir como un hombre, pero solo cuando era yo quien le producía ese placer. Me sentí desplazado, y Rodrigo me miraba con ojos retadores, se estaba divirtiendo con eso, y yo no iba a permitir que me robe a mi dios.
Me levante y le dí un empujón mas fuerte todavía y le metí mi lengua a Samuel, le mordía las nalgas y le arrancaba los pelos con mis dientes.
—Eso, pendejo, no te dejes del otro maricón.
Samuel nos incitaba a pelear. Rodrigo se levanto y me empujó, me daba cachetadas hasta acorralarme contra la pared.
—A mi no me empujas, pendejo.
—Pues a mi tampoco, vete a la chingada.
—Obligame.
Con uno de sus brazos me tenia sometido contra la pared y no me podía liberar. De cerca y asu de intimidante me pareció aun mas atractivo. La punta de su pene se encontraba con el mio, y entre la intensidad del momento, creyendo que me iba a pegar, me dionu  brusco beso, creo que me partió el labil con su diente, y se pegó a mi, moviendo sus caderas, como si me cogiera, restregando nuestros penes, yo estaba sudando, y el comenzó a hacerlo. Entre nuestros besos apasionados y violentos, abrí los ojos para ver a Samuel, quien se estaba masturbando, jadeando y chorreando baba por la comisura de los labios. Le encantaba vernos pelear por el, y si debo ser honesto, a mi tambien, tenia dos machos, mamados para que me den u a cogida deliciosa. Comprendi entonces el juego que esos dos traian, y el joto hambriento que soy les demostró que tambien queria formar parte del juego.
—¡Que rico se siente tu pene! —dije entre gemidos. Es que en verdad me besaba con violencia, me escupia la cara y me mordía los labios, pero de verdad, se chupaba mi sangre, pero era un dolor morboso, delicioso en un baile que dos jotos cachondos como nosotros compartimos.
—¿Te lo meto?
—Si, por favor, cogeme rico —le rasguñaba la espalda.
Entonces clmenzo a embestirme, como hacia Samuel, dandome duro co tra la pared mientras me besaba. Me cargo entonces hasta la cama donde continuó su tare de tratarme como a una puta

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