Capítulo #1

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— Tienes que encargarte de ella y ponerla en su sitio, me estoy hartando de resolver tu situación.—le estaba dando un ultimátum al hijo de la emperatriz.

—Eva, por favor me lo debes.— rogó mi primo.

—No te debo nada, Rek; te he salvado de demasiados aprietos y en todo mi siglo de vida tú sólo me has ayudado levemente en una ocasión; sé lo suficientemente valiente para ir y decirle que no estás interesado. — reproché.

— Pero no siempre escondes un cadáver, Evie, ese es un secreto sin precio alguno, por favor ayúdame con esto.

— ¿Me estás chantajeando? — le espeté molesta e incrédula.

— No, sólo te recuerdo que tienes motivos para estar agradecida. — dijo en su defensa mientras yo sólo pensaba en mil formas de callarlo.

— Nadie, escúchame bien, — dije apuntándolo —¡Nadie!¡Mucho menos tú!, puede llegar a tratarme así, ninguna sola persona se ha atrevido a amenazarme y tú no comenzarás ahora; últimamente actúas como un total imbécil, y sabes bien que aquella situación fue un incidente aislado, lo que ocurrió fue un simple accidente.

— Sí accidente deseas llamarlo, prima, así será. Pero ya sabes que todo en la vida tiene un precio, mi silencio también, deshazte de Georgia, y haré como si esta conversación nunca tuvo lugar.

— ¡Eres un maldito!, nunca debí haberte pedido ayuda, no sabes cómo me arrepiento de haber confiado en ti.

— Y puedes seguir tomando mi mano si estás por caerte, no lo dudes, pero tú me obligaste a llegar a estas instancias, sí hubieras aceptado no tendríamos problema alguno.

— No eres nadie para darme órdenes. — vi en el reflejo del espejo que guindaba en mi pared como mis ojos se tornaban más verdes de lo común ante la impotencia que se apoderaba de mí.

—Soy el futuro rey, ¡claro que puedo!

— Mientras no haya un papel firmado con tu nombre junto al trono no recibirás ni una miseria de ese respeto, y aunque llegues al poder en algún momento, nunca esperes obediencia de mi parte, no al menos sí continúas con esta actitud.

— Puedes soltar miles de palabras, pero eso no cambiará que desde el día de mi nacimiento soy el príncipe de la Corona, y cualquier ridiculez que yo diga vale más que uno de tus elaborados argumentos. Sólo piénsalo, ¿qué dirían de la recta y perfecta princesa Evangeline sí se enterarán de lo que hiciste? Seguramente eso acabaría con tu reputación y la forma tan admirable con la que mi madre y todos te ven.

—  ¿Lo ves? Puedes decir que tus palabras valen más que las mías, ya que tus órdenes son cumplidas por miedo, pero yo he logrado lo que tú jamás obtendrás validación y respaldo, soy capaz de acabar contigo. No es problema mío el que tu madre también me haya considerado para ser su heredera en Cloma, porque opina que soy más competente que tú. Y no podemos culparla, es evidente que soy más talentosa y hábil que tú para cualquier cosa que me proponga. Pero sabes algo, ¡eres injusto! Me compadecí de ti, porque en ese momento parecías un chico sereno con verdaderos objetivos y ganas de ayudar al pueblo; pero la inseguridad y la amenaza que ves en mí ha hecho que lo arruines todo. ¡Darek eras mi mejor amigo y no sabes cuánto habría querido ser yo quien gobernara Cloma! Pero preferí darte la alegría a ti, he aquí mi confesión, yo renuncié y hable con mi tía para que te dejará gobernar como siempre había sido tu sueño, ¡y no sabes cómo me arrepiento en este instante!, por eso me amargué tanto cuando me restregabas tu "victoria en la cara"; porque no ganaste, Darek, sí no me hubiera retirado, tú no serías el siguiente en la línea para ser soberano del reino de más importante del Imperio. Y hoy más que nunca, en verdad te desconozco. —dije antes de tamizarme lejos de ahí.

Llegué a la antigua cabaña, donde hace cientos de años mi padre había buscado refugio; y lloré, nunca lo hacía en público porque me haría ver débil, pero estaba molesta y enfadada, no sabía que más hacer, sabía que las cosas no volverían a ser iguales, así como también podría asegurar que Darek se mantendría callado.

Él sólo pensar en lo ocurrido me hacía sentir como una gran tonta, normalmente solía salirme con la mía, pero en aquella ocasión no pensé en lo que hacía, simplemente actué.

El error del que Darek hablaba se llamaba Harry, era un chico que conocí durante una de las escapadas que Darek y yo solíamos hacer para huir de la vida del palacio. Solíamos disfrazarnos de plebeyos y salir por un par de tragos, en algunas ocasiones incluso hicimos viajes con los piratas y al reino de las sirenas.

Si, tenía buenos recuerdos, pero también algunos eran amargos como el que venía a mi mente en ese instante.

Todo cambió cuando de alguna forma Harry se enteró de mi verdadera identidad, y de quién era en realidad. Se podría decir que mantuvimos una relación, era agradable, nada serio, simple diversión y distracción para ambos; incluso hubo cariño, pero no amor; porque yo no era capaz de sentirlo, nunca lo había hecho, ni lo haría. Para mí, el amor era una decisión y yo decidí mantenerlo lejos, porque no era una posibilidad para mí, por amor la gente derribaba sus murallas y luego pagaban el precio, uno muy caro en el caso de mi familia, uno que yo no estaba dispuesta a pagar.

Pero volviendo a lo que pasó aquella noche, él lo había descubierto todo y estaba borracho, listo para contarle al mundo la relación que había mantenido con la princesa de conducta intachable, mi indignación ante su osadía fue tan grande que le di una fuerte cachetada que no tuvo miedo de devolver.

En mi vida nunca antes alguien me había golpeado y no permitiría que aquel chico que amenazaba con exponerme frente al mundo y que había llegado a levantarme la mano, volviera a hacerlo de nuevo. Mi rabia fue tanta que mis poderes se salieron de control y lo ahogaron en cuestión de segundos, vi su rostro y cuerpo desnudo caer sin vida frente a mí, por primera vez en mi vida sentí terror, nunca había hecho algo así, nunca había llegado a convertirme en lo que mi tía anhelaba, una despiadada asesina, ella pensaba que sólo cuando fuera capaz de caminar junto a la muerte sería la heredera perfecta, así fue como la convencí de darle el trono a Darek quien no dudaba en una circunstancia así. No quería que mi padre se enterara o no volvería a verme con orgullo reflejado en sus ojos ya que vería frente a él a lo que más odiaba, a una criminal.

Cerré la puerta de la habitación que habíamos alquilado en aquel bar de mala muerte, me vestí y me tamicé en busca de mi cómplice de escape.

— Tranquila, sólo debemos ocultar el cuerpo. —dijo sin darle importancia a lo ocurrido, mientras yo tenía el corazón en la boca, nunca había matado a nadie, al menos no directamente, no con mis propias manos; si alguien alguna vez me insultó o me faltó el respeto en el pasado llegó a pagarlo con su propia sangre, pero yo sólo era quien daba la orden, esta era el primer encuentro cara a cara que había tenido con la muerte, y algo en mi interior me indicaba que no sería el último.

Recuerdo haber sentido náuseas cuando Darek lo desolló para evitar que flotara y lanzó sus restos para ser devorados por las sirenas.

Sí tan sólo hubiera controlado mejor mis emociones no habrían ocurrido nada de eso, porque en el fondo, yo también tenía alma y está parecía irse oscureciendo cada día más que pasaba en aquel gran palacio.

El establecimiento de la princesa- Una historia corta de Promesas sin finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora