{ CAPÍTULO IV }

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Bueno, después de todo, yo sabía que nunca iba a tener posibilidades con ese chaval. Así que lo único que me quedaba era seguir para delante, aunque tenga que ver cómo se juntaba con una y con otra menos conmigo. Siempre estaba mirando su perfil de Instagram para ver si borraba la cuenta de la chica de su biografía. La verdad que cada vez que veía escrito su nombre era como si me dieran una puñalada en el corazón. Todo era muy doloroso.

Pasó todo el primer trimestre. Me llevé todos los días de las vacaciones de Navidad dándole vueltas a la cabeza y llorando. No me podía creer que en un segundo se me había venido el mundo encima. Yo muchas veces me decía "coño, ¿qué estás haciendo? no debería llorar por un tío" pero luego me daba cuenta que el amor que le tenía era superior a mí. Amor que luego yo misma lo convertía en dolor.

Después de que tuviéramos que pasar las navidades más raras, por las normas Covid, tuvimos que volver a las clases. Por una parte tenía ganas de contarle a mis amigas los regalos que he recibido y charlar con ellas... y poderle ver, pero por otra parte no quería ir ya que estaba muy bien en mi casa disfrutando de los regalos.

Las mañanas en el instituto eran las mismas de siempre, estar atentos, risas por allí y por allá... y ver como él la miraba con una mirada tan linda, mientras que al mismo tiempo pasaba de mí. Era tan duro tener que fingir una sonrisa y seguirle el rollo a los demás diciendo que hacían muy bonita pareja cuando por dentro sentía todo lo contrario.

Pero un día, hablando con Manuel de todo lo que me estaba pasando con "el lila", me di cuenta de que le quería de verdad porque en un momento de nuestra conversación le dije:
-La cosa de que él esté con otra me duele, pero si él es feliz así, yo también lo seré-
Y ahí me di cuenta de que por él haría cualquier cosa, incluso sufrir.

Señales no tan obviasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora