×Atropellado×

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—Entonces me salvaron solo por plata.

Álvaro se cruzó de piernas en el puff que Elian le prestó, en frente de él, Marcial canjeaba los puntos ganados desde su celular. Sentada en otro puff de color verde, Barbie masticaba un bowl de papas fritas caseras que le ofreció la mamá del dueño de casa. Elian estaba en el extremo de su cuarto, ocupando la esquina donde acumula los puff de colores, cubierto con tres de los mas pesados para ignorar la multitud, casi como en un fuerte.

Con Armando se le hizo costumbre, pero con toda esa gente (Y más aún discutiendo) la cosa cambiaba, necesitaba estar dentro de su burbuja, encerrado y sin contacto.

—Plata no, puntos. Estabas tan tieso que te confundimos con un muerto, de no ser porque Él Administrador dijo que estabas vivo te habría dejado ahí, pero el tipo dijo que nos pagaba por sacarte, que suerte tienes.

—No es suerte, es desgracia. —El pelinegro se cubrió los ojos, aguantando un chillido lleno de rabia—. Son unos hijos de perra, ¡Nadie les pidió que me rescataran!

—¡Pues te rescaté, así que te aguantas, suicida de mierda! —Exclamó Marcial, apunto de levantarse, de no ser por la mano de Armando que lo devolvió a su asiento. Enrabiado, se levantó las mangas del suéter a medio brazo—. ¡Armie, por favor, déjame matar a este desagradecido asendereado hijo de-

—Marcial, basta. Es su vida, si él quiere terminarla es su problema. No estoy a favor del suicidio, pero no somos quienes para evitarlo.

—¡Pero Armie! —Alegó el rubio.

—Que no, ahí él con su vida, déjalo sólo.

—Todos ustedes son unos...

Marcial se amurró en el pequeño asiento, arrojando blasfemias en voz baja. Nadie lo alcanzó a escuchar, aunque no fue necesario, aún así Elian quería saber que era él.

—Chale, yo quería escuchar más drama. —Se quejó la chica, masticando una papa—. Bueno, es lo que hay.

—Barbie, no avives el fuego. —Giró la cabeza en su dirección, luego la giró al lugar donde se hallaba él nuevo conocido—. Y tú deja de hablar de muerte, ya suficiente tengo con ese.

Hizo un gesto con los ojos en dirección a Elian, quien no estaba al tanto de mucho de lo que sucedía afuera. Pensaba, meditaba en sus acciones, en como la vida se le había dado vuelta en 180 grados irreversibles y todo había transcurrido en menos de dos días, ¿Sucedía para bien o para mal?

Algo le sucedió a La Demonio antes de terminar con una fuga, tampoco escuchaba la escandalosa voz de Alejandra por las paredes, algo extraño estaba sucediendo. 

Un tintineo lo devolvió a la realidad, se asomó a ver de que se trataba. Marcial sacó su teléfono y miró las notificaciones, instantáneamente suspiró y se levantó del puff donde se hallaba acomodado. 

—Me tengo que ir, mi mamá realmente quiere saber en donde chucha estoy y se desesperará si no estoy en mi casa en unos minutos.

—Yo también tengo que irme, en cualquier momento la policía local se extrañará de haber perdido mi rastro. —¿Policía?—. 

—Ella, la gringa, no son carabineros, son "La policía local" —Se burló Marcial con un tono divertido—.

—Sáquese. —Le dio un suave puñetazo en el brazo, pero luego le sonrió—. Cuídense. Porcia, Elian, dile a tus papás que cocinan muy rico.

Barbie agitó su mano en señal de despedida a todos los lados de la habitación donde hubiera alguien, incluso a Elian que solo la miró por una pequeña abertura de los puff's. Marcial chocó las palmas con Armando y formaron unos puños, luego se dieron un abrazo, ni siquiera se dio el trabajo de observar a Álvaro, solo pasó por su lado hasta su fuerte donde apenas y lograba sentirse seguro.

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