Abrí los ojos, y me arrepentí al instante.
Escuché que alguien tocaba la puerta con agresividad, y bajé a abrir, maldiciendo todo.
- ¡Aren! Te cortaste el pelo.- mi amigo miraba mi cabeza, sonriendo.- Te ves muy bien.
Sonreí. Hipo sería al único al que le perdonaría tocar así mi puerta por la mañana.
- Gracias. Pasa, me tengo que cambiar para.. lo de la Arena.
Él entró, y miró alrededor antes de mirarme de nuevo.
- Ven, vamos arriba, es más cálido.
Ambos subimos, y entramos en mi habitación. Me volví a envolver en la cobija, mientras Hipo inspeccionaba la casa.
- ¿Y tu padre? ¿Y salió a beber?
Me encogí de hombros.
- Lo corrí anoche. Luego te cuento.
Me quité la cobija, y comencé a vestirme, pantalón y camisa. Intenté pasar un cepillo por mi cabello, cuyo volumen había disminuido en la noche, pero era imposible. Tenía incontables nudos.
- Vámonos ya. Bocón nos colgará de un árbol si llegamos tarde.- apremié, e Hipo asintió.
Salimos corriendo rumbo a la enorme edificación que se veía a lo lejos desde cualquier punto de Berk. Algunas personas gritaban mientras pasábamos, en su mayoría advertencias de que hoy se podrían presentar dragones.
Llegamos, y Astrid y su grupo ya estaban ahí, esperando la llegada de Bocón.
- ¡Mira! ¿Quién es tu amigo, Hipo?- preguntó Patapez.
- Probablemente otro perdedor.- se burló Brutacio.
Me acerqué a Brutacio, y lo miré. Era notablemente más alto que él.
- Sí, soy otro perdedor.- le di una cachetada con fuerza, y me volví a alejar. Mientras, Brutilda me empezaba a maldecir, y a consolar a su hermano.
La compuerta se comenzó a abrir, y escuchamos la voz de Bocón.
- ¡Bienvenidos al entrenamiento!
Empezamos a caminar, a la Arena.
- No hay vuelta atrás.- susurró Astrid.
- Espero llevarme unas buenas quemaduras.- exclamó Brutacio.
Volví a sentir la hinchazón en mi espalda, se estaba volviendo tan grande como para aflojar la venda, que fue lo que pasó.
La venda bajó al nivel de mi abdomen, y yo estiré mi mano para tocar lo que se estaba formando ahí. No era piel, estaba duro y estaba creciendo a un nivel alarmante.
- Sí, claro, dolor, me encanta.- declaró sarcásticamente Hipo.
Todos giraron.
- ¿A este quien lo invitó?
Negué con la cabeza y le dirigí una mirada amenazante a Brutacio, quien calló.
Bocón se nos aproximó, y nos empezó a murmurar.
- Tranquilos, en realidad no corren riesgos, el dragón los tomará por enfermos, y perseguirá a jóvenes... más vikingos.- susurró.
Nos unimos a la fila, y Bocón empezó a gritar las especies con las cuales trataríamos.
¿Los Furias estarán bien?
Esa pregunta estaba en mi cabeza desde hace unas horas.
- ¿No nos enseñarás como lidiar con él?
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You are everything to me.... Hipo x Lector
FanficAren Barrow es un chico rechazado en todos los aspectos de la vida de Berk, por un sólo defecto: no quiere matar dragones. Está enamorado de Hipo, el hijo del jefe, cuando una situación inesperada lo obliga a escapar. Y no sabe si qui...