Capítulo 2

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Abrí los ojos, y me arrepentí al instante.

Escuché que alguien tocaba la puerta con agresividad, y bajé a abrir, maldiciendo todo.

  - ¡Aren! Te cortaste el pelo.- mi amigo miraba mi cabeza, sonriendo.- Te ves muy bien.

Sonreí. Hipo sería al único al que le perdonaría tocar así mi puerta por la mañana.

  - Gracias. Pasa, me tengo que cambiar para.. lo de la Arena.

Él entró, y miró alrededor antes de mirarme de nuevo.

  - Ven, vamos arriba, es más cálido.

Ambos subimos, y entramos en mi habitación. Me volví a envolver en la cobija, mientras Hipo inspeccionaba la casa.

  - ¿Y tu padre? ¿Y salió a beber?

Me encogí de hombros.

  - Lo corrí anoche. Luego te cuento.

Me quité la cobija, y comencé a vestirme, pantalón y camisa. Intenté pasar un cepillo por mi cabello, cuyo volumen había disminuido en la noche, pero era imposible. Tenía incontables nudos.

  - Vámonos ya. Bocón nos colgará de un árbol si llegamos tarde.- apremié, e Hipo asintió.

Salimos corriendo rumbo a la enorme edificación que se veía a lo lejos desde cualquier punto de Berk. Algunas personas gritaban mientras pasábamos, en su mayoría advertencias de que hoy se podrían presentar dragones.

Llegamos, y Astrid y su grupo ya estaban ahí, esperando la llegada de Bocón.

  - ¡Mira! ¿Quién es tu amigo, Hipo?- preguntó Patapez.

  - Probablemente otro perdedor.- se burló Brutacio.

Me acerqué a Brutacio, y lo miré. Era notablemente más alto que él.

  - Sí, soy otro perdedor.- le di una cachetada con fuerza, y me volví a alejar. Mientras, Brutilda me empezaba a maldecir, y a consolar a su hermano.

La compuerta se comenzó a abrir, y escuchamos la voz de Bocón.

  - ¡Bienvenidos al entrenamiento!

Empezamos a caminar, a la Arena.

  - No hay vuelta atrás.- susurró Astrid.

  - Espero llevarme unas buenas quemaduras.- exclamó Brutacio.

Volví a sentir la hinchazón en mi espalda, se estaba volviendo tan grande como para aflojar la venda, que fue lo que pasó.

La venda bajó al nivel de mi abdomen, y yo estiré mi mano para tocar lo que se estaba formando ahí. No era piel, estaba duro y estaba creciendo a un nivel alarmante.

  - Sí, claro, dolor, me encanta.- declaró sarcásticamente Hipo.

Todos giraron.

  - ¿A este quien lo invitó?

Negué con la cabeza y le dirigí una mirada amenazante a Brutacio, quien calló.

Bocón se nos aproximó, y nos empezó a murmurar.

  - Tranquilos, en realidad no corren riesgos, el dragón los tomará por enfermos, y perseguirá a jóvenes... más vikingos.- susurró.

Nos unimos a la fila, y Bocón empezó a gritar las especies con las cuales trataríamos.

¿Los Furias estarán bien? 

Esa pregunta estaba en mi cabeza desde hace unas horas.

  - ¿No nos enseñarás como lidiar con él?

You are everything to me.... Hipo x LectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora