4. prisma angelical

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Estaba vagando por mi librería, tocando las portadas plastificadas, intentando recordar alguna buena historia, pero no había nada, solo yo con una copa llena de ron, mi basta colección tan grande, y de alguna manera tan corta de potencial. La mayoría eran historias cliché, que no llegaban a nada o demasiado absurdas para ser recapituladas y contadas...

Parecía que tendría que reciclar una historia aburrida para no dejar esperando a mi público, pero, mire mi escritorio, en él había una maquina vieja de fax, estaba en el edificio desde sus primeros años de operación, sin embrago nunca se usaba. Me acerque y había unas cuantas páginas, parecían algo viejas por el polvo y las mordidas causadas por pececillos de plata. Leí y lo que estaba aquí plasmado era simplemente, ingenioso, tenía que compartirlo a como diera lugar, definitivamente este par me había salvado la vida, y como agradecimiento leeré su, peculiar encuentro.

Deimos entro con nerviosismo en el local, aparentemente un amigo cercano le había recomendado aquel lugar para "desesterarse". Siempre fue una persona muy optimista, saludando a los días con alegría él había pasado la mayor parte de su vida con una energía impresionante, y una mente muy juguetona para alguien de casi 25. Desafortunadamente el trabajo le hizo cambiar, pasaba noches enteras en vela tratando de terminar la documentación, y sus compañeros sarcásticos y pesados no ayudaban a la situación, todas las mañanas despertaba peor que antes, pero aun así mantenía una sonrisa algo forzada y triste, el sinceramente creía que las cosas mejorarían. Víctor su amigo, le hizo recapacitar las anteriores semanas y le dio una nueva visión, él era infeliz en su trabajo y no lo aceptaba porque era lo único que podía mantenerlo a flote económicamente hasta que terminara su maestría, ante esto su compañero le dio algo de dinero, la dirección y le deseo buena suerte en aquel lujoso y antiguo castillo de fantasía, donde la magia había puesto una mueca de felicidad tanto en sus clientes, como en sus empleados. Caminó por un rato y al abrir la puerta tuvo lugar su primer vistazo a el dichoso destino

Por el otro lado del local, una joven Venus terminaba otro fastidioso día de trabajo, soportando clientes borrachos, ruidos desesperantes en las habitaciones y, sobre todo, esos malditos cuadros y pinturas en las paredes, llenas de tanta extravagancia que molestaba los ojos de esta chica. Llevaba unos meses trabajando en la barra, no era el puesto en el que encontrarías a una eminencia de primeros auxilios, que anteriormente había salvado tantas vidas y ahora entregaba bebidas, era el castigo que venía con el deseo de vivir sola, las facturas no se pagaban mágicamente y escogió el primer lugar en el que había una propuesta laboral decente. Nunca fue una persona extremadamente alegre, sin embargo, después de unos años manejando la ambulancia perdió ese brillo en sus labios y la suave ventisca que salía en forma de voz, la boca de un cadáver y el frio viento de un derrumbe habían remplazado tales características, la dejo mal encontrar a tanta gente desatendida, en un país tan corrupto, y empezó a ver todo de un blanco cegador, tan incómodo que de alguna forma, le impidió ver a el chico frente a ella, dando paso a un estruendoso golpe.

una mueca de enfado se vio en la cara de Venus, por el otro lado Deimos tenía tatuada una expresión dolorosa casi al borde del llanto. Rápidamente la peli teñida se levantó y bufando se acercó a este último, revisando su cabeza en la espera de buscar algún signo de un daño significativo, una acción que al parecer tomo por sorpresa a él peli negro quien rápidamente intento contener una carcajada, la cual ella noto. Respondió, mirándolo a los ojos notablemente molesta –no es gracioso, en mi idiotez no lo vi y estoy tratando de compensar mi error-

el joven paso un momento algo vergonzoso, al primer momento de entrar las puertas lo recibieron de golpe y su cabeza colisiono con la de una preciosa pero desconocida mujer, que de alguna manera logro no tocarse la herida y rápidamente levantarse para revisar la frente de este último, quien gracias a lo curioso de la situación solo pudo soltar una risa para relajar a la mujer, quien parecía estar bastante preocupada por el daño que pudo haber causado. Tras el comentario no le quedo de otra que apartarse para poder responder propiamente –soy de tu edad, no hacen falta las formalidades- contestó

Cuentos de burdelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora