Y bueno, como verán es difícil recopilar historias. Incluso habiendo tanto de que hablar no sé por dónde empezar, es difícil entrar en este rincón de libros sin querer leerlos todos a la vez, y por eso mismo muchas veces quedan perdidas entre los muebles, se queman por las velas que decoran mi escritorio o sirven de alimento para orugas, ratones o pececillos de plata. Por lo mismo hace unos años me propusieron instalar una videoteca, nunca quise hacerle caso a este comentario, pero gracias a la infesta que estaba devorando uno a uno mis libros no me quedo opción que instalar una televisión y empezar a recolectar mi material en pedazos de plástico que nunca me llenaron, preferí releer mis viejos cuentos antes que usar esa televisión y perderme de la maravilla que era imaginar esas historias en el vasto mundo oculto que conectaba lo que mis ojos veían y lo que mi mente maquinaba. tal vez algunos de ustedes no estén de acuerdo conmigo, pero ¿no les gusta tener ese poder de disfrutar a su gusto un universo entero? discutiendo mis libros favoritos con otra gente puedo descubrir que sentían, como lo leían o cómo representaban los lugares en los cuales viven los protagonistas, muy diferente a ver una película, la cual todos perciben de la misma forma al estar en merced de un director el cual mueve las escenas a su gusto para que veamos lo mismo siempre. Sí, no soy fan de las películas como pueden ver, sin embargo, pasar mucho tiempo en un mismo lugar aburre, y cuando ya leíste más de diez veces cada tomo, ya buscaste las consonantes en cada capítulo y te aprendiste cada dialogo, no queda más opción que sucumbir a la televisión para calmar tu aburrimiento, y así comenzó este nuevo relato, hurgando en las cajas me encontré con una cinta titulada vhs, bastante irónico tratándose de un DVD, sin darle más vueltas al asunto decidí comenzar a ver aquella cinta y siendo sincera con todos ustedes, fue la mejor decisión que pude tomar.
Era una noche tranquila en el Burdel, cientos de clientes en las habitaciones y unos cuantos, en el salón principal, bebiendo y conversando bajo las luces intrigantes que colgaban del techo. Por el lado de la barra, la concentración de gente cada vez bajaba, después de ser atendidos la mayoría se ocupaba de ir a sus habitaciones o sentarse con sus amigos para charlar. David estaba secando los vasos limpios y acomodándolos en caso de que otra orden saliera para seguir el protocolo, aunque sinceramente su espalda estaba demasiado cansada para seguir acomodando vasos y esperando a que alguien pidiera, todos los clientes estaban satisfechos, solo faltaba que el reloj de pared sonara y por fin seria libre de irse a descansar, faltaban 15 minutos, 15 largos y aburridos minutos en los que solo secaría vajilla y miraría a la pared intentando imaginar algo mínimamente interesante que hacer con las pocas ganas de seguir en ese uniforme elegante pero incomodo a más no poder. Pasaron los minutos y el chico había empezado a estresarse, intento perder el tiempo apilando palillos de madera, pero era una tarea demasiado compleja, necesitaba algo más sencillo, por lo que simplemente hizo lo más tranquilo que podría hacer; llamar a su mejor amiga para platicar de cualquier cosa y hacer tiempo, faltaban solo diez minutos.
Victoria Harrison Stewart, Un nombre muy complejo para una chica tan sencilla. Pasaba la mayoría del tiempo tocando en las calles con su guitarra, juntando dinero para poder pagar la renta, pero principalmente, viviendo con la esperanza de que su talento fuera reconocido y tal vez algún día disparar al éxito como una cantautora. En el momento en que llego a la ciudad y empezó a vagar por las calles con instrumento en mano, conoció a nuestro protagonista, este estaba saliendo de su trabajo como era costumbre y escucho una voz fuerte venir de una de las calles, se acercó y la encontró cantando a todo pulmón a pesar de ser prácticamente las 5 de la madrugada, le pareció raro la primera vez pero luego fue volviéndose costumbre, siempre pasaba y le daba algo de dinero, a la vez que intentaba armar una plática, fue como hacer un amigo por correspondencia y rápidamente obtuvieron más información uno del otro y terminaron dándose su número de teléfono. Esa noche, Victoria estaba descansando tranquilamente a las afueras de una tienda de conveniencia, tomando un café de maquina mientras veía al cielo, un cielo negro con muy pocas estrellas, pero, aun así, un cielo precioso. Paso un tiempo desde que había salido a caminar y estaba dispuesta a sentarse para tocar como lo hacía cada noche, solo que hoy recibió una llamada de David, llamándola para invitarla a tomar un trago con una voz cansada, casi pidiéndole ayuda para poder salir de la monotonía que representaba estar sentado solo en la barra hasta que terminara su turno. La chica dio un sorbo extra antes de ir caminando para dirigirse a su destino, burdel "el extranjero".
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Cuentos de burdel
RomanceBienvenidos a mi colección, donde entre las paginas podrás encontrar leyendas, sucesos y demás historias que quiero sacar a la luz, que deseo que tu mires. Pero ten en cuenta que esta historia te sonara, tal vez la conozcas o sufriste una igual, per...