La pastelería de la Señora Mary

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Finn:

Se la veía nerviosa, sentía que le faltaba el aire, así que rápidamente, decidí evitar la pregunta.

-Déjalo, ¿que te parece si vamos a la mejor pastelería la ciudad? Hacen los mejores cupcakes del mundo- exclamé, intentando calmarla. Ella solo asintió con la cabeza.

Nos levantamos y fuimos directos a la pastelería de la Señora Mary. La conozco desde que tengo uso de razón, ya que mi madre y ella son amigas.

Minutos después de caminar por las calles frías de Vancouver, llegamos a la pastelería.

____:

Finn me abrió la puerta como señal para que pasara hacia dentro. Al entrar, sonó una pequeña campana como señal de que alguien había entrado, y un ligero aroma a chocolate me invadió por completo.

El lugar era bonito, muy hogareño: las paredes eran azules y blancas, y había muchas estanterías con millones de libros en ellas. Podía divisar un pequeño menú a mi derecha, parecía ser el menú del día.

Al fondo podía divisar a una señora mayor, de unos setenta y pico años, no lo sé, alomejor me equivocaba. Segundos después, esta, se giró hacia nosotros y se dirigió en nuestra dirección con una sonrisa de emoción.

-¡Finn!, ¡Hay finn, que guapo estas, y que mayor!- Exclamó la mujer, podía notar como Finn se sonrojaba. Derrepente, noté como sus ojos se fijaban en mí.- ¿Y esta chica tan guapa quién es? ¿Otra de tus conquistas Wolfhard?- Exclamó, dirigiendose a limpiar una mesa mientras nosotros la seguíamos.

-No, no Mary, esta es ____, mi nueva vecina, he decidido darla un pequeño tour por la ciudad- dijo Finn, con una sonrisa en la cara.

La tal Mary se giró hacia mi con una sonrisa, y no tuve otra opción que sonreírle también. Se veía buena mujer.

-Mucho gusto ____, yo soy Mary, la dueña de la tienda.- exclamó para después quejarse.- ¿Donde demonios esta Dean? Se supone que debería estar ayudándome.

Por lo que Finn me contó, Dean era su marido, el cuál se pasaba todo el día en el sofa viendo viejas telenovelas o las típicas películas del oeste.

-¿Quereís tomar algo? Invita la casa.- Los dos aceptamos con una sonrisa.

Finn me sonrió.



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Prometo intentar actualizar más seguido


TODO DE TI: Finn Wolfhard y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora