Yo soy...

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Me acerque al rostro del sujeto, note que tenía ojeras que se notaban a simple vista y un cabello rizado de color negro,con piel morena. ¡Pero eso no era en lo que yo quería averiguar de él! ¡Porque me estoy fijando en eso! Traté de absorber el poder que él tenia y...

Me desmayé, quede tirada inconsciente en el piso, su poder era magnífico y muy grande. Aún no conocía a toda la familia pero sabía que él entre todos era el más poderoso, su don era inigualable aunque no sabía de que trataba en sí.
Me levante y vi que estaba en un sillón de apariencia vieja y el hombre me miraba con desesperación tratando de ayudarme,(Se veía que era muy generoso, primero una loca entra ha su casa a robarle el poder y ahora se desmayaba, que suerte la mía)Vi como el quería poner las manos sobre mí y di un brinco "¿Qué estas haciendo?..." Él se puso nervioso y me dijo que trataba de ayudarme, le creí porque se le notaban en los ojos la preocupación.
Me levante del sillón y me puse al frente de él, "Mi nombre es T/N." Sin que yo le propusiera que me diga el suyo me respondió, "Yo soy Bruno, pero dime, Tú no eres parte de la familia, ¿Verdad?" Decidí responder con honestidad y le afirme que estaba en lo correcto.

Los dos nos quedamos en silencio tratando de adivinar de nuestra vida el uno al otro, Bruno me respondió con lo siguiente, "Eres tú" No entendí a que se refería, "¿Qué?"
"Yo, yo te vi en una visión mía, viniste a robarme poder a mí..." Me quedé perpleja, lo que faltaba ¡Sabe a que vine! Trate de escapar de el lugar pero me detuvo, así formándose una pequeña conversación.

Bruno: No, no es necesario...disculpa
T/N: Pero, ¿Porqué te disculpas?
Bruno:Ah, yo,yo no lo sé, tal vez sea por mi familia
T/N: Así que, bueno esto suena muy descarado pero, ¿Puedes darme un poco de tu comida?
Bruno:Pensé que me dirías que querías robar mi poder...
T/N: ¿Qué? No,no ya lo hice hace rato

Bruno no sabría que ofrecerme, hasta parecía que ni el tenía para comer, le hablo a unas ratas y de pronto trajeron queso, fue una situación un tanto graciosa me recordó a un repartidor de comida. Los dos no dijimos ni una sola palabra,pero no era un momento incómodo, era un momento valorable porque ambos no, nos quedábamos callados por incomodidad, si no, porque así nos habíamos acostumbrado a vivir, aunque en el fondo queríamos hablar sin parar...

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