7.-Uñaguille, el guagua diablo - Latacunga

6.1K 15 2
                                    

Ya quisiera oírles diciendo que son lindos e indefensos, después de descubrir las toscas pezuñas del Uñagüille, sus ojos color rojo infierno y sus colmillos afilados... luego de escuchar sus alaridos desesperantes.... o, más aún, después de percibir su nauseabundo olor a azufre. Es que el Uñaguille es el diablo en persona. Y no solo una forma de decirlo, ¡Es el propio diablo y hace sus diabluras! Este ser malévolo ha aparecido en diferentes lugares como Tungurahua, Chimborazo, Pomasqui, Quito y Bolivar, pero una más importante fue en Cotopaxi, cerca a Latacunga.
Le gusta llamar la atención a cuanta campesina camina sola por los bosques, sombríos o chaquiñanes, sea cuando el día comienza o cuando está apunto de anochecer. Llora a todo pulmón: "unguéee, unguéee, unguéee", como niño pequeño.
Entonces, la mujer conmovida, mira por todos lados para buscar a la criatura que seguro está desamparada que está pasando por frío y hambre.
-"Me muero, un guagua botado en medio del camino"- seguramente exclama, y se apresta a protegerlo y cuidarlo. ¡El astuto se aprovecha de la buena fe de las paisanas! Y encima el bribón se coloca en lugares de no tan fácil acceso, de modo que la comedida tendrá que hacer grandes esfuerzos durante el rescate: trepar árboles, atravesar malezas, cruzar ríos o subir empinadas colinas. Pero el bebé, con su llanto, la conmueve de tal manera que la alienta a cumplir misiones casi imposibles.
-"¿Quién puede haberle abandonado y puesto en semejante peligro?"- piensa la buena mujer, censurando la despiadada acción de la supuesta madre. Se acerca, lo toma entre sus brazos y se dispone a brindarle cobijo.
Pero en ese momento cuando se encuentra con situaciones extrañas: la primera es la pestilencia (el guagua huele a diablos, tal cual). La segunda cosa sospechosa es el peso (¡El guagua pesa un quintal!). La tercera es el calor (El guagua está tan caliente como carbón encendido). Y la cuarta pista de que algo raro pasa es que el tierno llanto del bebé va transformándose primero en un lloro destemplado; después en un chillido cavernoso, y finalmente, en una risa burlona y sonora... Con lo cual, el rompecabezas termina de armarse: ¡Es el guagua diablo!
De la manta que lo cobija, saca su cabeza cachuda y descomunal, y se abalanza a abrazar a la pobre víctima, gritándole "¡Mamá, mamá!". No hace falta decir que la pobre mujer sale corriendo y gritando de pavor, mientras es correteada por el diablo que ya se muestra en todo su esplendor y exclama: "¡Ya te tengo, ya te tengo!". Si la campesina es buena para correr, es probable que pueda salvarse, y luego piense que todo fue un sueño o, por lo contrario, quede traumatizada de por vida; pero si el diablo logra atraparla, la mujer no podrá contar su leyenda. Este encuentro infernal lo han tenido muchas mujeres en la Sierra, por eso ya dice el refrán "Guagua que llora raro, ¡podría ser el diablo!".
Pd: La siguiente leyenda seguro ya la habrás escuchado "Próximamente La Casa 1028".

Relatos y Leyendas del EcuadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora