Veintitrés de diciembre

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—"¿Qué? ¿Lo conoció esta semana?"

—Sí, al parecer su padre está en el mismo hospital que yo estuve internado.

"Eso no es típico de Ash."

—Lo más sorprendente no es eso.

"¿Hay más?"

—Intercambiaron números de teléfono y estuvieron chateando casi toda la noche. Él piensa que yo no me fijé...

"Pues no suena tan grave."

—Hoy es su descanso y Aslan se levantó temprano para hacer las compras. ¡Hasta preparó el desayuno! Todavía no vuelve este muchacho... ¿qué estará haciendo?

"¡¿Qué?!"

—¡Lo sé! Él tiene dos trabajos y va a la universidad, en sus días libres es imposible despertarlo.

Griffin se hallaba sentado en su cama, con su pierna enyesada elevada con almohadas, mientras tenía en altavoz la llamada con Max debido a que no quería afectar a su audición.

La cotilla no era de su agrado, y tenía que admitir que se sentía como una señora chismosa hablando con Max, pero necesitaba expresar estos sentimientos encontrados con alguien.

Y quién mejor que el buen Max.

"Eso solo lo hacen los enamorados. Yo era así con Jessica pero después de casados se acabó el encantamiento."

Griffin le tembló una mejilla.

—¿No tienes vergüenza, verdad? ¿Cómo tu mujer te aguanta?

"¡¿También piensas eso?!"

—Apuesto que no le has comprado nada para Navidad.

"Quizás... no."

—¿Ves? Necesitas enamorar nuevamente a tu mujer.

En parte, Griffin no sabía si solo que decía era pura palabrería puesto que no ha tenido novia.

"¿Y cómo lo hago?"

La puerta principal se abrió.

—¡¡Griffin!!

El aludido se ajetreó un poco.

—Es Aslan, tengo que colgar. Suerte con Jessica y Michael.

"Espe-"

El joven adulto le cortó a Max en medio de sus crisis. Después lidiaría con su amigo, por el momento toda su concentración estaba en su hermanito.

Cuando su habitación se abrió, Ash tenía en sus manos varias bolsas. Sin embargo, Griffin no estaba atento de cuánto gasto sino de aquella brillante sonrisa en su rostro que casi lo deja ciego.

Tal vez su hermanito sí estaba acaramelado con su nuevo "amigo". Aunque no le importaba que clase de relación tenían esos dos, Ash se mostraba alegre, una emoción que Griffin no podía ignorar. Si su hermano era feliz, entonces él también lo estaba.

—¿Cómo te encuentras?

Ash colocó todas las compras en el colchón de Griffin mientras se acomodaba en el filo de la cama.

—Mejor que ahora estoy en casa — suspiró. —, pero aburrido porque no hay nada en Netflix.

—Hmmm, no te preocupes. Hoy prepararé la comida, intentaré que salga delicioso.

En eso, Ash abrazó a Griffin con estima, causando que el mayor quedara un poco anonadado. Su hermano es dulce pero era raro que tomara la iniciativa de ser tan cariñoso.

Los días antes de NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora