Cuando tenía aproximádamente diez años de edad, solía ser una niña normal, con una vida bastante normal, sentimientos normales y amigos normales. Pero no por eso eran menos importantes para mi.
Pero, tenía una amistad que rompía las barreras con aquel niño de ojos azules oscuros. Ben Mathews. Muchos dirían "Si, ¿los has visto? Parece que se quieren, son buenos amigos, los mejores, tal vez". Pero como toda niña ilusa de diez años que está enamorada de la idea del amor, para mi, él no era un amigo más.
Todo había empezado aquel día de ensayo en el instituto exactamente a las 12.07 del mediodía. Guardaba las nuevas partituras que me había entregado el profesor Shipper, cuando siento que alguien me hablaba detrás mio.
-Parece que tienes talento.- dijo.
Me volteé y allí lo ví. Parado con el estuche de un violín y sin ninguna expresión.
-Parece- le respondí siguiendole el juego.
-Me gusta mucho, me hace desear dejar esta cosa- dijo levantando su violín- y ser como tú.
Me acerqué a él y con toda la confianza le respondí:
-No soy nadie para decirte quién debes ser, pero no intentes ser yo, no valdría la pena que lo hicieras. Además dicen que es más laborioso y de más satisfacción- dije animándolo con su instrumento.
-¿Eso piensas?- me dijo esperzado.
-Claro que si.- sonrió- ¿podrías tocar un poco para mi?
-Humm... no lo creo. No soy muy bueno.
-Vamos, solo un poco.
-Pero, promete no reirte.- dijo tímidamente.
-Prometido.
Y comenzó con su balada y con nuestra amistad que terminó justamente el 13 de Agosto del año siguiente, dos días después de mi cumpleaños.
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-Lanney.- dijo mi madre entrando lentamente por la puerta de mi habitación, vi que también entraba mi padre. Deje mis juguetes a un lado. No era bueno que ambos entrarán en el mismo momento a mi habitación.-Cariño- dijo mi padre con mirada de lastima.
Los miré expectante. Y ellos se miraron mutuamente.
-Recuerdas a Ben, Ben Mathew?- dijo mi madre nerviosa.
-Claro, ¿cómo no podría?
-Él, él venía en camino a casa para celebrar tu cumpleaños...
-Pero no llego nunca, mamá.- la interrumpí.
-Ese es el caso, cariño, él sufrió un accidente vehicular y estuvo hace dos días en el hospital.
-Y ¿Cómo esta ahora?
Supe la respuesta. Mis padres me abrazaron y luego de unos tres minutos les pedí que me dejaran sola.
-¿Estas segura?
-Si... Solo podría llorar en privado.- dije tratando de sonar convincente.
-Cariño, llorar no esta mal. Es lógico para tu terrible situación.- dijo mi padre.
-Si.
Se levantaron retirandose y cerrando la puerta tras ellos. Me abracé a mi misma y debo decir que ganas no me faltaban para llorar pero no lograba hacerlo. Era como si Ben se hubiera ido llevandose la parte de mi ser que me permitía llorar, dejando un vacío irremendable en su lugar. Y por fin lo compredí. Ben se había ido. Nunca le diría que amaba sus ojos azules brillantes, ni que no estaba tan segura de que solo fuera una idea pasajera que estuviera enamorada perdidamente de él. Nunca crecería junto a él, ni nos recostaríamos en la hierba fresca de la noche de primavera para ver las constelaciones y filosofar a los diecisiete años. Nunca nos besaríamos...
Pero no, no podía renunciar a él.
Inventé mi propio mundo encerrandome en él, la mayor parte del tiempo para reencontrarme con Ben Mathews. Podríamos recostarnos en un monte alto, tan alto que alcanzabamos las estrellas. Ver las hermosas flores llenas de brillo propio, hablar con animales exóticos nunca antes vistos, volar...
En sueños...
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Mind
FantasyLanney Holt es una alumna ejemplar con una vida rutinaria e ideas extrañas en su mente. Siempre deseó lo mejor de lo mejor e imaginó lo que vendría cuando lo consiguiera. Lo que más deseaba era a alguien que pudiera comprenderla a su lado. Cuando e...