Venia bien y mal a la vez. Era como si pudiera ser feliz e infeliz al mismo tiempo. Feliz por la noche: me reencontraba con él. Viajábamos hasta lugares inhóspitos, caminábamos sobre el agua, respirábamos fuego y reíamos sin parar. La felicidad reinaba. Lo que restaba era una mierda. Sin mas ni menos. Era terrible tener trece años y tachar los días que me restaban para cumplir dieciocho y marcharme de mi hogar. Estaba harta. Deliraba de la tensión. Mi familia era terrible. No había momentos juntos.
Quería irme, Dios mío en serio quería irme.
Tener que escuchar que no servia para nada era de lo peor. Podría salir de la escuela habiendo hablado con un chico, sacado un sobresaliente, triunfando en un concierto colegial de piano, y aún así no sería suficiente. Porque para ella nunca lo era.
-¿Por que ya no tocas el piano?- me pregunto un día.
-Porque estoy triste. Además toque ayer.
-¿Y eso que?
-Que no puedo estar triste y tocar el piano porque me agarran ganas de llorar y me olvido todo lo que estudio para el día siguiente.
-Eso es lo mas estupido que escuche en toda mi vida.
-Parece que supero una y otra vez las cosas mas estupidas que escuchaste en tu vida- le conteste molesta.
-¡Supera la muerte de ese niño de una vez y enfócate!
-¡No hables de Ben! ¡Tu no lo conocías!- grite con bronca.
-Listo, te lo advertí. Te quedaras sin cenar hoy. Tu padre y yo nos iremos a la casa de una familia vecina de por aquí. No siento que te quedes sola pero no toques nada porque podrías terminar quemando la casa de lo estupida que eres.
Cerró la puerta de un golpe y me contuve para no llorar. Escuche como giraba la llave de la habitación para encerrarme y luego la voz de mi padre.
-¿Que fue esta vez?
-¿Recuerdas a Marie Lancaster?
-Si, la niña que tocaba el piano en la clase de Lanney ¿por qué?
-Piensa que yo alardeaba sobre Lanney en cara de su madre, presumiendo que mi hija era mejor que la suya. Ahora comprendo que Marie era mejor. Triunfo y ya con trece años, toca el piano en grandes conciertos. ¿Que fue lo que hice mal, George? No la crié de esta manera, y ¡mira como me lo compensa! La hija mas ingrata que podría existir. Prefiere a su amigo muerto que a su propia madre.
No pude contenerme mas y me largue llorando y golpeando la puerta.
-¡Tu solo quieres que logre tus expectativas, no las mías! ¡Por eso es que no me comprendes! ¡Viví toda mi corta vida satisfaciendo tus ambiciones, tus ambiciones que no lograste completar cuando eras niña! ¡Yo no soy la culpable de esto, así que déjame en paz!
Escuche a mi padre gritar unos cuantos "no" y posteriormente la puerta se abrió de par en par. Asustada retrocedí, sabiendo que Grace era capaz de cualquier cosa.
Tal vez nunca me habría pegado, pero estaba completamente de acuerdo en que hería mas con la palabra que con golpes físicos.
-¡IDIOTA! ¡Pago tu comida, tu educación, gasto tiempo de mi vida desde que naciste, y ¿tu me lo agradeces así?!
-No, lo siento mamá.- me lamente llorando.
-¡Yo no soy tu madre! Y tu no eres mi hija.
-Grace...- trato de calmarla mi padre.
-No, ya es suficiente. Vámonos. No quiero arruinar mi imagen por una niña insolente.
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Abrí mis ojos lentamente. No podría decir que lo provoco la luz de un nuevo día, porque aun parecía ser de noche, aún así me pareció haber dormido una eternidad. Enfoque la vista buscando a Ben y lo encontré en la misma posición en que lo había visto antes de dormir.
Cielo santo, no podía ser coincidencia que fuera tan igual a Ben. No, tenía que ser él. Quería creer que lo fuera.
Abrió lentamente los ojos parpadeando y al verme los volvió a cerrar y sonrío a la vez. Su sonrisa era tan bella que terminé sonriendo yo también.
-Buenos días- me dijo con esa felicidad somnolienta.
-Podría ser de día pero la oscuridad contradice tu afirmación.- comenté.
-Si- dijo y bostezó- tienes razón.
Abrió los ojos y pude verlos claramente. No podía negar que los extrañaba.
-¿Que sucede Lanney?- dijo mirándome y sonriendo- ¿es que soy demasiado perfecto para amanecer a tu lado?
-Si no te callas te empujo y terminaras en el suelo.
-Se considerada con el suelo Lanney.- dijo pellizcándome la mejilla.
-¿Desde cuando tanta familiaridad?- dije algo asqueada.
-Deja a un lado tus prejuicios. ¿No me extrañabas?
-Extraño a Ben. Pero no se quien eres tu.
-Por una vez por favor deja de negarlo. Sabes que soy yo. Si quieres rompemos la apuesta y...
-No. Escucha, me es muy difícil aceptar esto. ¿Sabes, yo... creadora? No, eso es completamente surrealista. Así como comprender de un día para el otro que mi mejor amigo ha vuelto a la vida.
De repente Ben me abrazó atrayéndome hacia él. Admito que no me resistí, se sentía bien respirar su olor a aire fresco.
-Lanney por favor, créeme. Te digo la verdad. Esto parece mas real que cualquier otra noche pero, todos los días, cuando te ibas a la cama, me llamabas en tu mente y yo me quedaba a tu lado toda la noche. Hablábamos de tus problemas con tu madre y de tu necesidad de morir y reencontrarte conmigo. Y yo te persuadía de que no debías, porque tenias un hermoso futuro por delante que debías aprovechar. Entonces tu obedecías, enterrabas tu rostro en mi pecho y te dormías.
Me alejó lo suficiente como para ver mi rostro esperando una respuesta. Así que le respondí:
-Bueno, Ben, decido creer en ti. Por favor no me decepciones.
Ben sonrió y yo le dije unas ultimas palabras.
-Te extrañe tanto.
-No mas de lo que yo te he extrañado a ti.
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Mind
FantasyLanney Holt es una alumna ejemplar con una vida rutinaria e ideas extrañas en su mente. Siempre deseó lo mejor de lo mejor e imaginó lo que vendría cuando lo consiguiera. Lo que más deseaba era a alguien que pudiera comprenderla a su lado. Cuando e...