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Lo siento por no haber actualizado, estaba acabando con todos mis exámenes y no tenía demasiado tiempo para escribir. Además, decidí cambiar el final de esta historia y quería dejarlo todo bien planificado.

Lo siento mucho y espero que os guste este capítulo.

[•••]

-Kuro...-. Kenma susurró mientras veía a su capitán, quién le miraba con una pequeña sonrisa, pero sin llegar a ocultar por completo la preocupación en sus ojos.

-Hola...¿Puedo pasar, Gatito?-. Preguntó dando un paso al frente.

Kenma dudó. Él dudó, aún que tan solo fuera por un par de segundos, se preguntó qué pasaría si Nivav se enteraba de que estaba pasando tiempo con otros en vez de con él. Ese pensamiento desapareció de su mente en cuánto Kuroo puso una mano sobre su hombro.

-¿Kenken?-. Preguntó acariciando la zona, casi el mismo patrón de reacciones y comportamiento se repetía, era cómo la última vez.

-Si, si, pasa.-. Dijo rápidamente echándose a un lado.

Kuroo pasó dentro de la casa, no sin antes pasar su mano por el cabello de Kenma. El peli negro parecía querer dirigirse a la cocina, pero se detuvo a mitad del pasillo, se giró y tomó la mano de Kenma para guiarlo frente al espejo que había colgado de la pared. Con su mano libre, retiró la oscura tela que lo cubría y miró sus reflejos.

-Mucho mejor...¿No crees?-. Dijo mirándole, no se volvió a mover hasta recibir un asentimiento por parte de Kenma.

Sin soltar su mano, volvió a guiarlo por la casa, esta vez, llegando a la cocina sin interrupciones. Se detuvo para dejar su mochila sobre la encimera y comenzó a sacar varios recipientes con comida que sabía que Kenma amaba, varias bolsas de sus dulces favoritos y bebida. Fue llenando, no completamente, los armarios y la nevera del armador. Kuroo evitaba mirar a Kenma mientras lo hacía, su semblante lleno de preocupación se había acentuado, ahora era más difícil de ocultar al igual que los dolorosos suspiros que escapaban de sus labios, prácticamente no había comida para Kenma, y no podía evitar preguntarse por cuánto Kenma estuvo así.

Terminó por sacar un último recipiente, cogió un plato y varios cubiertos antes de sacar el contenido y dejarlo sobre este. Con una mano sujetaba el plato y con la otra llevaba dos vasos con refrescos, caminó hacia Kenma y le indicó que le siguiera hasta llegar al salón. Kenma no dijo nada, se limitó a seguir a Kuroo.

El mayor dejó el plato y vasos sobre la mesa y volvió a la cocina a por su mochila. Estando de vuelta, sacó una consola portátil como las que suele utilizar Kenma, la dejó sobre el sofá y miró al armador que le miraba desconcertado.

-¿Qué pasa, Gatito? Es ese nuevo juego que querías probar, además tengo hambre y he traído pastel de manzana para los dos.-. Sonrió ampliamente hacia él. Notó el ligero temblor que recorría el delgado y herido cuerpo del menor, tal vez simplemente por el frío o por el miedo y terror, se miró a sí mismo y se quitó la sudadera que llevaba puesta en esos momentos, a pesar de la nerviosa mirada de Kenma, se acercó para ponerle la sudadera.-Perfecto, ya estamos listos.-.

Kenma se detuvo durante unos instantes. Todo aquello que había perdido y que extrañaba había sido de vuelto por Kuroo en cuestión de minutos. Todas esas cosas que ama estaban de vuelta, aún que faltaban cosas por solucionar, este cambio le hizo sentirse increíblemente bien, un sentimiento cálido y agradable inundaba todo su interior, y aumentó aún más en cuanto sus ojos se cruzaron con los de Kuroo. Había echado tanto de menos esto...¿Cómo podría detener sus lágrimas en estos momentos? ¿Cómo podía hacer eso después de volver a sentir aquella felicidad y amor después de tanto?

Inspiró profundamente y no se contuvo a la hora de correr hacía el peli negro, quien lo esperaba con sus brazos bien abiertos para recibirlo. Las lágrimas no se hicieron de esperar mientras se aferraba con fuerza a la camiseta de Kuroo. Estaba dejando todo salir, no contuvo ni una sola lágrima o sollozo, se sentía tan bien el poder expresarse sin temer a ser insultado, golpeado o castigado.

-Gatito...Ya estoy aquí, no estás solo...-.Susurraba mientras lo movía ligeramente para sentarlo en el sofá, justo después de notar el temblor en su cuerpo entero.

Se sentó a su lado y poco tardó en recibir el cuerpo de Kenma de nuevo. Agradecía el poder descansar sobre el sofá, todas sus emociones y sentimientos que fueron escondidos, acababan de salir a flote, una explosión intensa y difícil de controlar solo.

-No puedo siquiera imaginar lo que estás sintiendo en estos momentos, pero no me voy a ir, quiero ayudarte, Kenma. Sé que este dolor no se irá así como así, por eso quiero estar contigo, quiero pasar sobre esto conmigo, y no te preocupes, nunca me molestará ayudarte. ¿Quieres hablar ahora o tal vez después?-. Kuroo habló, utilizando el tono de voz más suave y comfortante que Kenma jamás había escuchado, poco a poco su respiración se calmó, pero las lágrimas no cesaron.

-Él me lo arrebató todo...-.

La voz de Kenma se quebró al pronunciar esas palabras, al igual que el corazón de Kuroo al escucharle.

-Kuro...Él va a volver...-. Dijo mirando hacia arriba.-Va a pasar otra vez, va a pasar otra vez, va a pasar otra vez...-.

-Esta vez a ser diferente, yo estoy aquí, que venga si quiere, no permitiré que te vuelva a hacer daño, sé que tu tampoco lo quieres.-. Kuroo acarició la espalda de Kenma en un intento de tranquilizar lo.-Vamos a hacerlo juntos, ¿vale?-.

-¿Lo prometes...?-. Susurró el de pelo rubio apartándose ligeramente del cuerpo de Kuroo.

-Lo prometo.-.El más alto llevó sus manos hasta su rostro para sostenerlo y hacerlo mirar a sus ojos. Kenma se derritio, quería sentirse así por siempre, echaba tanto de menos a Kuroo.

-Kuro, tú...eres muy importante para mi
...-.Comenzó a decir Kenma, tomaba largos descansos para ordenar todos sus pensamientos y poder crear oraciones coherentes, que parecían tardar siglos en salir.- Lo siento...No sé cómo decirlo...-. Susurró aún más bajo que las anteriores veces pero, debido a la cercanía, Kuroo pudo escucharle.

El mayor soltó un corto suspiro acompañado de una pequeña risa, miró a Kenma con el más alto afecto, amor y adoración que jamás podría sentir por alguien. Kenma simpre fue y será el único para él, no necesitaba buscar algo, ya lo tenía todo con él.

-Kenma...-. Kuroo le llamó, interrumpido el montón de murmuros que Kenma no podía dejar de soltar. Cuando vio que el menor dirigía toda su atención hacia él fue entonces cuando habló.-Kenma, te amo, siempre lo he hecho.-.

Los ojos del de pelo teñido se agrandaron sorprendidos, sus mejillas se tiñeron de rosa mientras su boca entreabierta buscaba una respuesta que pudiera ser entendida por otro ser humano.

-Yo...Yo también te amo, Kuro...-. Kenma susurró mirando a otro lado, había mantenido contacto visual por mucho tiempo.

Kuroo sonrió, sonrió cómo nunca antes lo había hecho. No podía pedir más a este mundo. El alivio y satisfacción consiguieron relajarlo casi por completo. Unas inmensas ganas de besar al armador le recorrieron, pero éstas no eran tan grandes cómo lo era su raciocinio que entendía que este no era el momento ni la situación para ello, simplemente esperaría con una gran sonrisa por su Kenma.

-Te amo tanto, Kenken.-. Dijo alegremente mientras se agachaba, dejando un corto beso sobre su frente, lo rodeó con sus brazos y lo atrajo a un abrazo, en el que los sentimientos de ambos comenzaban a aflorar libremente.

Los dos se sentían completos, las preocupaciones parecieron desaparecer al estar juntos, pero sabían que aún quedaba un problema que solucionar, tarde o temprano debía de pasar. Pero odiaron descubrir que sería más pronto que tarde.

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Everything is fine... [KuroKen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora