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Ibai se movía algo incómodo entre las sábanas de su cama, pues los rayos del ferviente sol de verano pegaban justo en ojos, con mucho enojo se disponía a levantarse con la misión de cerrar las cortinas, pero un peso en su pecho lo impidió.
Bajo la mirada encontrándose a Juanito durmiendo cómodamente en su pecho, sonrió admirando lo tranquilo que se veía el muchacho, le daba gracia, ya que Juanito siempre era imperativo, saltando de un lado al otro o causando estragos en otros pueblos.
— lo siento mi amor — susurro para separar al mexicano
Juanito se revolvió incómodo al sentir el vacío en su cama, abrió los ojos lentamente aún con sueño notable en su rostro.
— ¿a dónde vas? Es muy temprano — le reprochó
— solo vine a cerrar las cortinas, que anoche se me olvido — le respondido dirigiéndose de nuevo a la cama acomodándose al lado de su pareja
— ya no te levantes — le dijo haciendo un puchero muy lindo, enrollando sus piernas en las caderas del otro, como un pequeño koala.
Ibai apartó los canelos que se pegaban a la frente del hechicero depositando un suave beso cargado de amor, porque era eso lo que sentía por Juan, amor, verlo ahí junto a él le hacía suspirar. Despertar con juan a su lado era un puto sueño del cual no quería despertar.
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