Capitulo 3:

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Narra Sebastian: 

Me desperté encima de la arena, me levanté y vi que estaba en una isla, por lo que vi era una isla solitaria, miré a mi alrededor  y había escombros del barco, a lo lejos vi un cuerpo, me acerqué y vi que era uno de una niña, era la niña del barco, no era una niña delgada, más bien era rellenita y fea, me fijé en su cuello y llevaba el collar que le había dado su madre, se empezó a mover y abrió los ojos, se levantó y me miró. 

Niña: Hola- dijo sonriendo- ¿Cómo te llamas?

Sebastian: Sebastian- le dije frío y duro- ¿Y tu? 

Niña: _____- me miró- ¿Cuántos años tienes?

Sebastian: 16- dije duro- ¿Y tu?

_____: 10- miro alrededor- ¿Dónde estamos?

Sebastian: En una isla, ¿Qué no lo ves?- dije obvio. 

_____: ¿Y qué hacemos?- miró alrededor-

Sebastian: Tú no sé- me miró- pero yo me haré un refugio.

_____: Si quieres...- no la dejé terminar.

Sebastian: ¡¿TE QUIERES LARGAR DE UNA VEZ?! ¡¿NO TE DAS CUENTA DE QUE NO TE QUIERO NI VER?!- le grité, estaba harto de esta niña.

Sus ojos se llenaron de lágrimas y se fue corriendo por la costa, yo solté un suspiro y me senté en la arena. 

Sebastian: Por fin solo- me estiré y me fijé en la isla- Tendré que hacer un refugio, prender fuego y buscar comida. 

Empecé a hacer un refugio, pero no me salió muy bien, así que decidí ponerme debajo de una palmera, busqué ramas y hojas secas, empecé a intentar hacer fuego con dos palos, estuve mucho rato hasta que salió humo, lo puse encima e las hojas y prendió fuego, encontré un palo largo, lo miré y empecé a hacer una caña de pescar, pero no tenía hilo, fui a buscar entre los escombros y encontré un hilo, lo até en una de las puntas del palo y con un trozo de alambre cree una especie de gancho, lo lancé al mar y lo enterré en la tierra, me senté a esperar a que picara algo. 

Paso un rato y vi a la niña que volvía, lancé un bufido y me levanté, me acerqué a donde estaba ella con un palo, me fijé que arrastraba cosas y las dejaba en el suelo.

Sebastian: Oye tú- ella se dio la vuelta y se acercó a mi- ¿No te había dicho que te largaras? 

_____: Sí, pero voy a hacer un refugio- me dijo enarcando una ceja.

Sebastian: Mira, voy a trazar una línea en el suelo, si la cruzas estarás en mi territorio y te recomiendo que eso no pase- dije duro y con la mandíbula apretada. 

_____: Me parece bien- dije y me señaló- más te vale no cruzar a mi territorio. 

Se dio la vuelta y se fue a recoger sus cosas, yo por mi parte, dibujé la línea en el suelo, ella miró mis movimientos y volvió a hacer lo que hacía, me acerqué a mi caña y vi que no había nada, la volví a lanzar y me senté. 

Pasado un rato, miré de reojo a la niña, tenía hecho un refugio bastante grande y bien hecho, parecía una casa de dos pisos, me quedé atónito al ver lo que había hecho ella sola, vi que se alejaba, volví a mi caña que se movía, la saqué y tenía un pez muy grande, lo maté y le clavé un palo que había tallado por el medio, lo puse al fuego y esperé a que se cocinara, levanté la cabeza hacía el cielo y estaba anocheciendo, miré a mi derecha y estaba la niña arrastrando algo, me fijé bien y traía bananas, lo dejó dentro de su refugio y salió, empezó a hacer fuego y le salió a la primera. 

Miré mi pez y ya estaba hecho, lo saqué y me lo comí entero, ya era de noche, así que me acosté e intenté dormir, miré otra vez a la niña y estaba buscando cosas entre los escombros, en ese momento, me quedé dormido. 


Narra _____:

Cuando me dijo eso yo salí corriendo y llorando, solo me quería llevar bien con él y él solo me rechazó, seguro fue por mi físico, pero esto va a cambiar, me tropecé con algo provocando que cayera al suelo, miré que era, eran troncos y palos, no me lo pensé dos veces y los tome, los arrastré hasta donde estaba antes para hacer una refugio para mí, llegué y vi a Sebastian sentado con un palo al lado mirando el mar, vi que estaba girando la cabeza para mirarme, yo agaché mi cabeza y dejé los palos en el suelo. 

Sebastian: Oye tu- se acercó a mí con un palo, pensé que me pegaría con este, pero no- ¿No te había dicho que te largaras? 

_____: Sí, pero voy a hacer un refugio- le dije enarcando una ceja.

Sebastian: Mira, voy a trazar una línea en el suelo, si la cruzas estarás en mi territorio y te recomiendo que eso no pase- dijo duro y con la mandíbula apretada. 

_____: Me parece bien- dije y lo señalé- más te vale no cruzar a mi territorio.

Me di la vuelta, recogí mis cosas y empecé a construir mi refugio, por suerte era buena ya que mi padre me enseñó por si algún día esto pasaba. 

Terminé el refugio, parecía una casa de dos pisos, era grande y estaba bien hecha, vi a lo lejos un bananero, corrí hacía el y me quedé en la parte de abajo, recordé que mi padre, antes de sacarme del barco, me dio una navaja multiusos, por suerte el bananero era pequeño y podía cortar bien el tronco, lo corté y tomé todas las bananas arrastrándolas por la arena,  volví a mi refugio y disimuladamente vi que Sebastian me miraba, ahora estaba sentado al lado de su fuego con un pez grande, dejé las bananas en una mesa que había hecho improvisadamente y salí, empecé a buscar entre los escombros y saqué ropa, mantas, un espejo roto, un cepillo para el pelo, uno para los dientes nuevo y más cosas, lo tome todo y me metí en el refugio. 

Salí y miré donde estaba Sebastian, se había quedado dormido, entré en mi refugio y subí a la parte de arriba donde tenía una cama improvisada, me acosté y puse la manta hasta mi cintura, esperaba que mis padres aparecieran y me dieran las buenas noche y me dijeran que todo estaría bien, pero nadie vino, solo sentí una corriente de aire frío que me abrazaba, solté unas lágrimas y me tapé hasta el cuello, miré las estrellas desde mi ventana y sonreí al ver pasar una estrella fugaz. 

_____: Buenas noches mamá, buenas noches papá- besé la yema de mis dedos y los soplé como si haciendo esto pudiera darles un beso. 

Me arropé un poco más y me quede profundamente dormida. 

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