Hanemiya

129 19 0
                                    

Kazumi odiaba su apellido por todo lo que implicaba. Odiaba la sangre que la emparentaba a su padre, a su madre y a su hermano. Odiaba todo lo que alguna vez había considerado su hogar, su familia. En su pequeño nido junto a Shinichiro había logrado sentir el verdadero cariño y amor de una familia, pero le fue arrebatado con tal rapidez que ni siquiera pudo aprender a amar de aquella forma. Kazumi estaba destinada a sufrir toda su vida.

El 31 de octubre por la mañana la joven volvió al cementerio donde reposaba la tumba familiar de los Sano. Dejó un pequeño ramo de flores que había comprado con sus últimos ahorros y rezó. Pidió a los dioses que ese día no se llevasen a ningún Sano más y que aquellos chiquillos de Toman pudiesen continuar muchos más años juntos.
A penas comió algo antes de ir hacia el lugar donde Toman y Valhalla iban a enfrentarse. Kazumi recogió su pelo en una coleta alta para que el cabello no estorbase su visión al pelear. Se colocó el uniforme de su pandilla y ocultó su rostro con una mascarilla. Mikey no tenía idea de lo que la mayor iba a hacer así que necesitaba permanecer el mayor tiempo posible sin ser reconocida. Se escondió en una enorme pila de coches, y desde allí observó el espectáculo. Kazumi fue testigo de como Kazutora, su pequeño hermano, golpeó sin remordimientos al medidor y acto seguido fue a por Mikey. Por unos segundos, la joven se congeló, en completo silencio y con la mente en blanco. Su hermano había golpeado a Manjiro en la cabeza, justo como lo había hecho con Shinichiro.
Algo hizo clic en ella, salió de su escondite y comenzó a patear a todo aquel que se cruzase en su camino. Cuando Kazumi tenía un objetivo, lo cumplía sin dudar, y en ese momento lo único que quería era llegar al joven Sano. Tenía una promesa que mantener, no podía fallarle a Emma.
Así que por primera vez, Kazumi golpeó a Kazutora, derribándolo de la torre de coches. Se agachó junto a Manjiro, tomando su rostro con delicadeza entre sus manos, pero el menor parecía ido. La situación se estaba complicando demasiado. Más abajo escuchó a alguien gritar, que mirase detrás de ella, una sombra cerniéndose sobre su cuerpo con un tubo metálico en mano. Kazumi estaba lista para recibir el golpe, cerró los ojos y cubrió a Manjiro esperando que de esa forma el chico no recibiese más golpes. Pero el choque nunca llegó y en su lugar, un niño de gafas y pelo rubio (casi castaño) había aporreado al tipo del bate.
Kazumi lo reconoció como Kisaki Tetta. Alzó todas sus defensas, levantándose para poder moler a golpes al causante de toda esa situación.
— Tú, maldita rata traicionera.
La voz de la fémina sonó dura, llena de rencor y aquellos miembros de la Toman que estaban más cerca lograron reconocer quien era.
— Menuda forma de agradecer que te hayan salvado, Hanemiya-san.
Kazumi pensó que la voz de aquel sujeto era la más irritante que había escuchado en años. Iba a lanzarse sobre él, cuando más abajo, a los pies de la pila de coches vio a Baji, un chico rubio que no reconoció y a Chifuyu. Rápidamente las alarmas se encendieron en su cabeza. No lograba ver a Kazutora. Su hermano había desaparecido. Así que sin dudar un segundo bajó de los coches, alcanzando el suelo en tiempo record. Su misión era parar a Kazutora, no darle una paliza a Kisaki, aun que el tipo se lo mereciera.
A lo lejos, Kazumi distinguió la cabellera bicolor de su hermano, sus movimientos erráticos como sacaba algo de uno de sus bolsillo. Kazumi miró en la misma dirección que el chico, jadeando al descubrir quien era su nuevo objetivo.
— ¡Baji, cuidado!
Si voz quedó amortiguada entre el bullicio de la pelea, y para su propio horror vio como los otros dos chicos que había visto con Baji se lanzaban sobre él, inmovilizando al pelinegro. Kazumi sintió las lágrimas cristalizar sus ojos y antes de siquiera poder pensarlo su cuerpo se impulsó en una carrera contra el tiempo. Una carrera contra la muerte. En algún punto del camino la fémina se arrancó la mascarilla, esperando que de esa forma, si su hermano la reconocía se detuviese. Pero no paso.
Kazumi llegó a tiempo para colocarse delante del cuerpo del pelinegro, justo para sentir como la hoja fría de la navaja se clavaba en su piel. Sus ojos se abrieron de par en par, el dolor atravesando cada fibra de su ser, y al alzar la vista se encontró con los ojos de su hermano horrorizados y el pánico inundandole.
Detrás de ella, Baji y los otros dos chiquillos parecían en shock, incapaces de reaccionar. Kazutora intentó soltar el arma, solo para ser detenido por Kazumi que agarró sus manos y le mantuvo cerca.
— Katuora, mírame. No trates de huir otra vez. Mírame.
—Zumi...
Ambos hermanos se quedaron mirándose. La mirada dura de Kazumi se suavizó al notar lo afectado que parecía su hermano. Un leve cosquilleo recorriendo su barbilla hizo que Kazumi se diese cuenta de que no le quedaba mucho tiempo, y sorprendentemente no estaba asustada de morir. Solo quería dejar aquel asunto zanjado y asegurarse de que su tonto hermano tomase el buen camino. Porque a pesar del odio que Kazumi todavía conservaba en torno a aquel accidente, Kazutora seguía siendo su pequeño hermanito y todavía sentía la necesidad de guiarle y protegerle.
— Es hora de que tomemos responsabilidad de nuestros actos, Tora. Mataste a Shinichiro. No fue culpa de Mikey. Fue nuestra culpa.
Los ojos amarillos de su hermano menor brillaron cirstalizados en pequeñas lágrimas que no tardaron en mojar sus mejillas. Las manos del chico comenzaron a temblar bajo las de su hermana, murmurando algo ininteligible.
— Debí darme cuenta antes, ¿verdad? De todo lo que estabas sufriendo en silencio. Solo querías... sentirte querido y hacer feliz a quien más te importaba.
La voz de Kazumi cada vez se hacía más pesada y suave, mientras sus rodillas se tambaleaban. Sus manos perdieron fuerza en el agarre que mantenía sobre su hermano.
— Lo siento. Fui una mala hermana mayor. Debí estar más para ti pero me cegué en un amor que consideraba de ensueño. Yo era feliz mientras tú sufrías...
El cuerpo de la joven no logró mantenerse más tiempo en pie, Baji y Kazutora sosteniéndola antes de que golpease el suelo. La recostaron con suavidad, mientras Kazumi escuchaba de fondo a Mitsuya ordenando que llamasen a una ambulancia.
La mujer estiró una mano hacia el rostro de su hermano, dejando una delicada caricia en su rostro.
— Aléjate de este mundo, Tora. Aléjate del mundo de las pandillas. No es bueno para ti. ¿Podrías hacer eso? Cumplir mi última voluntad...
— ¡No digas eso, Kazumi-san! La ambulancia llegará en seguida. Debes aguantar.
Baji sostenía con delicadeza el torso de la mujer, con un brazo tras su espalda y la mirada llena de angustia. No era secreto para nadie que aquellos dos habían recuperado su gran amistad y para ambos estaba siendo difícil.
— Baji... lamento haber perdido tanto tiempo por mi enojo. Po favor, cuida de Kazutora. Es un buen chico, solo está perdido y necesita aclarar su mente.
— Lo cuidaremos juntos, Kazumi-san. Te ayudaré a guiarle.
Kazumi tosió, pequeñas gotitas de sangre salpicando la chaqueta blanca de Keisuke mientras ella se retorcía sin fuerzas a causa del dolor. Draken y Mikey se acercaron corriendo, el Sano con claras intenciones de golpear a Kazutora mientras Ryuguji deseaba comprobar el estado de su amiga.
— Manjiro, no golpees a mi hermano.
Kazumi frunció el ceño, casi sin fuerzas, mirando enfadada al rubio. Estaba segura de que no daba el miedo y la imponencia tipica de cuando reñía al chiquillo en la tienda de motos. Sin embargo, le hizo caso.
— Draken. Lamento no poder cumplir mi promesa. Dije que... te contrataría para echarme una mano en la tienda... no voy a poder hacerlo. Así que es tuya. Crece, conviértete en un gran hombre y será tuya.

Ken no pudo evitar que las lágrimas se escurriesen por sus mejillas, la pelea parecía haber llegado a su fin mientras la comandante de una de las pandillas más enigmáticas de Tokyo moría en brazos de los fundadores de ToMan.

—Manjiro. Cuida de Emma. Le prometí que no os pasaría nada. Así que por favor... vive bien. Ten una vida feliz con ella. Cuídala por mi.

La mirada de Kazumi se elevó al cielo, debajo de su cuerpo se había formado un gran charco de sangre. Trató de enfocar la vista volviendo a mirar a su alrededor y supo que su fin había llegado cuando en uno de los chiquillos vio la imagen de Shinichiro. Soltó una suave risa, cargada de ironía y de dolor.

— Si supiese que todo esto iba a pasar, nunca hubiese ido contigo, Shin. Tal ves así... estuvieses vivo.

Los fundadores de Toman habían rodeado el cuero pálido y moribundo de la única mujer del lugar. Todos lloraban en silencio, la ambulancia no llegaría a tiempo a pesar de que algunos de ellos todavía tuviesen la esperanza de que si. Entre sollozos, vieron como el rostro de la fémina formana una brillante sonrisa y con sus últimas fuerzas alzó la mano al cielo.

— Aún así, no me arrepiento de haberte conocido. Shinichiro... estoy de camino. Espérame.

Sus ojos perdieron todo brillo y su mano se desplomó en el suelo. En su rostro todavía se podía apreciar aquella brillante y genuina sonrisa. Baji buscó como loco el pulso de Kazumi, comprobando después si todavía reapiraba pero fue en vano. El corazón de Kazumi ya no latía y sus pulmones dejaron de llenarse de aire. Kazumi Hanemiya había muerto en el Bloody Halloween.

Regrets // oc x Shinichiro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora