Dueles

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La relación entre Kazumi y Shinichiro era extraña. Nunca se supo que pasaba realmente entre ellos, pero era obvio que se querían y la conexión entre ambos iba mucho más allá del entendimiento. Desde la noche en la que Akashi, Wakasa y Shin habían ayudado a la menor, la joven se había convertido prácticamente en una más de la pandilla. No pasó mucho para que Kazumi se enterase de quien eran realmente aquellas personas y les pidiese entrar a los Black Dragons. 

Los tres se opusieron al principio. Kazumi era muy joven para estar metida en esos temas. Aún así, desde las sombras, Kazumi fue tejiendo hilos y creando su camino hasta conseguir lo que quería, formar parte de la pandilla. A pesar de su corta edad, ella podía ser una gran ayuda para los Black Dragons. Kazumi se especializaba en conseguir información. La que fuese necesaria en plazos de tiempo muy cortos. Wakasa aprendió por las malas a no preguntar por sus métodos para obtener dicha información. Le costó un hombro dislocado y la furia de Kazumi durante casi un mes completo. Porque con aquella chiquilla, los golpes no eran nada, pero su indiferencia e ignorancia podían llegar a ser peores que una puñalada al corazón. 

Wakasa se había prometido no encariñarse con la niñita, pero le fue imposible no hacerlo. Ella si se preocupaba, por los tres chicos, sin excepciones, sin preferencias. Kazumi se aseguraba de que Akashi, Shin y Wakasa estuviesen bien y tras cada pelea curaba sus heridas de ser necesario, les vendaba o aplicaba pomadas. Era como tener un pequeño ángel de la guarda, aun que el angelito escondiese su verdadera naturaleza demoníaca. Una de las condiciones que le pusieron a la joven para entrar a los Black Dragons fue no meterse en peleas a no ser que alguno de los capitanes lo permitiese. Los tres mayores pensaron que sería demasiado peligroso para ella enfrentarse a hordas de hombres más grandes y corpulentos que ella. La sorpresa llegó cuando un día Kazumi salió antes del colegio y decidió sorprender a sus amigos yendo esta vez ella a esperarles a la salida. De los tres, Shinichiro fue el primero en salir, siendo seguido de cerca de una banda de matones. Kazumi lo notó al instante. Ella sabía que algo malo iba a ocurrir, sus sospechas confirmadas cuando uno de los tipos agarró a Shinichiro de la camiseta y se lo llevaron a una zona más apartada. La menor no dudó en seguirles lo más rápido que pudo. Lo que los ojos de la joven se encontraron fue justo lo que temía. Su querido comandante estaba siendo apaleado por unos idiotas. Así que la joven no dudó, aun que eso pudiese costarle la expulsión de la pandilla. 

Se movió con rapidez y de una patada noqueó al primero. Eso llamó la atención del resto y del pobre Sano que estaba sentado en el suelo, un hilillo de sangre bajando desde su frente a la barbilla. Esa imagen solo enfureció más a la fémina, que sin darles tiempo a reaccionar se lanzó a por otros dos, un par de puñetazos y patadas después ella sola se había hecho cargo de cinco hombres mucho mayores y más fuertes.

Kazumi se movió despacio, grácil y elegante hasta llegar a su amigo y se acuclilló delante de él. Le apartó el cabello de la frente, revisando la herida y luego sacó un pañuelo de su mochila y con cuidado limpió el rostro de Shinichiro. En ese instante, Wakasa y Akashi aparecieron en escena, ambos sorprendidos ante los que sus ojos veían. Nunca nadie volvió a prohibirle a la joven que pelease.  Kazumi se había vuelto una de las armas más importantes de los Black Dragons. 


Entre el pequeño grupo que formaban Akashi, Shin, Kazumi y Wakasa se había formado una agradable rutina. Shin terminó el siguiente año los estudios y se dedicó a tratar de hacer prosperar una pequeña tienda de motos. Akashi repitió un año, Wakasa seguía estudiando y a Kazumi todavía le quedaba mucho instituto por delante. Akashi y Wakasa salían antes por lo que pasarían por el instituto de Kazumi a buscarla y luego los tres irían a la tienda de Shinichiro, a veces a ayudarle, otras simplemente a hacerle compañía. Uno de esos días, Akashi se marchó temprano diciendo que tenía que cuidar de su hermana o algo así. Wakasa captó el ambiente extraño y puso alguna excusa absurda como que tenía que alimentar a una tortuga inexistente para marcharse. Kazumi se quedó en la tienda, pero era consciente del ambiente pesado, de la falta de energía de Shin y de que el mayor parecía frustrado con algo. Así que Kazumi hizo lo que mejor se le daba, cuidar de sus amigos. En determinado momento frenó a Shinichiro en su incesante caminar, le sonrió con dulzura y le llevó hasta el pequeño sofá del taller.

Regrets // oc x Shinichiro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora