Flor aplastada en el piso

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Alló! Una enorme disculpa por el retrazo en publicar el siguiente capitulo. Lo lamento de verdad. Un saludo muy grande a quienes han votado y comentado. Responderé en breve. 

Capitulo II

"Entierra tus lagrima a su acto final. Flor, maldito sea tu fruto. De su último coraje, de su gran final. Flor aplastada en el piso"

Lovino quizá no fue del todo consiente de la gravedad de las cosas. No hasta que ese día llegó.

Tuvo su primer celo a los trece y fue la cosa más traumatizante que había pasado en su corta vida.

El celo de los omegas venia entre los doce y quince años y representaba la edad "madura" dónde un Omega podía quedar embarazado. Se volvió sexualmente atractivo para los Alfas, despedía un olor que atraía a los posibles candidatos a que lo dejaran preñado y no había nada que pudiera hacer. Era parte de la naturaleza.

Su cuerpo estaba a medio cambio. Sus caderas se habían ensanchado un poco y había crecido varios centímetros. Cuando días previos comenzó a sentir calor su mamá le dijo que hiciera lo que sintiera necesario, se sintió tonto cuando comenzó a botar las cosas de su habitación por todos lados, movió los muebles, sacó su ropa y se plantó en un rincón de la misma, el más oscuro y alejado de la luz. Había hecho el famoso nido del que tanto aprendió en la escuela. Tapó claramente las ventanas con lo que tenía a la mano y cuando menos lo pensó, había bloqueado la puerta de su habitación y comenzó su celo.

Lo primero fue el calor días previos, y las inmensas ganas de comer todo lo que pudiera, llevó comida a escondidas y la fue guardando en bolsas bajo la cama. Ahora lo entendía. Luego vinieron las náuseas y el dolor de estómago que poco a poco se iba bajando hasta su vientre y sus piernas. La debilidad y las ganas de dormir, todo eso en un solo día. Y por la noche las oleadas de calor tan intensas que lo hicieron gemir y querer quitarse la ropa porque sentía que le quemaba. Cuando el celo llegó la lubricación le resultó aberrante porque no era un poco, eran ríos de líquido que le escurrían entre las piernas. Un escozor en su entrada, un placer culposo cuando se intentaba limpiar, ya que, por más que trataba, seguía lubricando, no había forma de pararlo. Al segundo día vino el dolor y la ansiedad. La horrenda necesidad de sentirse lleno, tener algo entre las piernas que hasta ese momento ya no le pareció malo, sino una urgencia. De vez en cuando y con algo de vergüenza se aventuraba a meter uno o dos dedos en su entrada y sentir una alivio inmenso, jadeaba y gemía bajito y conforme los días fueron pasando, el dolor en su miembro, en sus caderas y su cabeza aumentaba, ya no le bastaba con sus dedos, buscó entre sus cosas cualquier objeto que pudiera satisfacerlo y se decía a sí mismo que trataría de olvidar el episodio tan pronto acabara. Lloraba entre gemidos y a veces gritaba y soltaba maldiciones, dormía algunas horas y de despertaba entre palpitaciones y dolores.

Escuchó de boca de algunos compañeros suyos que ya habían pasado el celo que era algo extraño pero placentero. Algo que te nublaba la mente y soltaba en ti la personalidad que traía oculta, el deseo y la excitación de sentirte deseado y hacer que los demás lo supieran.

Lovino no sabía que mierda tenían los chicos omegas en su cabeza, pero para él, todo el proceso le estaba resultado una tortura inmensa.

Claro, había sentido mucho placer cuando se consolaba a sí mismo con sus dedos, pero entre más intentaba parar y saciar su deseo más doloroso se volvía porque la necesidad no tenía fin.

Su martirio acabó al quinto día y cuando se despertó sin dolor ni ansiedad, comenzó a gritar por su mamá como cuando tenía seis años y había tenido una pesadilla. Lucia rompió la puerta con un hacha y Felicia entró corriendo hasta su hijo, le pidió perdón por dejarlo solo, le prometió que los próximos celos serian mejores y más tranquilos y que estaba orgullosa de él. Lo más importante, que lo amaba muchísimo.

(Hetalia) Scorpion flower (Spamano, gerita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora