Enciende los cielos

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Notas: Carmen es NyoEspaña, así como Paulo es Portugal, los demás ya se los saben. Lamento epicament la tardanza~


"Enciende los cielos con tus ojos,

Y mantente alejado de tu luz"

—¡Oh, mierda, oh mierda, mil veces mierda! — se repetía Lucia una y otra vez de un lado para otro. Repasaba la conversación en su cabeza como si hubiera sido hace algunos minutos. La realidad era que llevaba una hora andando de un lugar a otro con la cara deteriorada en una mueca de molestia.

—¡Buenos días, cariño!— Saludó Felicia entrando por la pequeña puerta que daba al jardín con una cesta llena de algunos productos como huevos y verduras—. Lo siento, el mercado estaba llenísimo, cada día hay menos puestos, es terrible.

Lucia la ignoró y siguió su andar sin dejar de maldecir.

—¿Pasa algo?

—¡Carmen!— exclamó la Alfa gruñendo—. ¡Eso pasa, Carmen!

—¿Carmen?— ladeó la cabeza, dejó la cesta en la mesa y miro rápidamente que era lo que tenía a la mano para poder comenzar a cocinar el desayuno— ¿Quién Carmen?

—No la conoces— acotó y miró la cesta, encontró un tomate y le dio una mordida—. Es un dolor de cabeza, un grano en el culo. Una mala y perversa persona que sólo me hizo la vida miserable hasta que se largó a España.

—¿Y qué con Carmen?

—La muy desgraciada viene— respondió y dio otra mordida—. Viene con toda su prole.

—¿Y eso es malo?

—Quiere comprarme las tierras que nos sobran, las que están más alejadas— frunció el entrecejo e iba a atacar a otro tomate pero la Omega le quitó la cesta y agregó con una radiante sonrisa.

—¡Eso es fantástico!

—No, lo es— gruñó—. Tenerla cerca será un verdadero suplicio. No lo entiendes. Me ofreció el doble de lo que le pedí y esta empeñada en venir a hacerme la vida miserable.

Felicia observó el usual comportamiento huraño de su mujer que estaba más cabreada de lo normal, se acercó a ella y le dio un suave beso en los labios para calmarla. Le sonrió y le dijo que fuera a despertar a Lovino que tenía un poco de retraso.

Carmen llegó un caluroso día de verano. Uno en dónde Lucia se sentía más pegajosa de lo normal. Con las gotas de sudor escurriendo por su espalda y la seria necesidad de querer arrancarse la piel de un solo tirón. Al abrirle la puerta lo primero que recibió fue un abrazo de serpiente, de esos en los que sientes que te roban el aliento y entre más intentes zafarte más dolorosa será tu muerte.

—¡Venga, Lucia!— Exclamó la Alfa con un marcadísimo acento—¡Qué felicidad verte, maja!

Cuando la soltó la italiana miró al Taxi irse calle abajo y con él su única oportunidad de mandarla a la mierda. Ante ella estaba Carmen su amiga de la infancia con su cabello castaño recogido en un descuidado moño, su piel morena y esa sonrisa de gato que tanto odiaba, a su lado Antonio, un hombre que en sus memorias se le figuraba como la pequeña furia roja que lanzaba comida desde su silla de bebé.

—¡Hola!— Saludó Antonio con el mismo acento extranjero y la misma –tortuosa- sonrisa perfecta que caracterizaba a todos los Fernández.

—¡Lucia! ¿A qué no te acuerdas del pequeño Antonio?— tomó de la mano a su hermano y lo acercó más al grupo.

—Recuerdo su buena puntería— respondió entre dientes.

—A que sí— le sonrió—. ¡Pero venga, invítanos a pasar que hace un calor del demonio!

(Hetalia) Scorpion flower (Spamano, gerita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora