Capítulo I

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No, por favor....

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...

Comenzo un martes por la tarde, o por lo menos eso recuerdo, me encontraba sola en mi habitación, la sensación era terrible, daba vueltas mientras encontraba como resolver uno de mis tantos problemas mentales, estaba tan frustrada que la frente me sudaba y los gritos de los niños no me ayudaban, terminé rindiendome y sentandome en la esquina de la pequeña cama.

-¿Qué me pasa?

Me preguntaba repetidas veces, había algo que aún no me quedaba claro, y ¿qué más podría hacer?
Sin duda alguna el estar sola debatiendo con un cactus y un oso de peluche no me ayudaría a resolverlo. Daban las cuatro con treinta minutos cuando escucho el grito de mi madre por las escaleras "baja a comer", dejé de lado lo que hacía y salí de la habitación, llegando al frente de las escaleras.

- Vamos da vueltas
- sería bueno rodar, el dolor se ira si quedas inconsciente

Escuche decir, nuevamente la voz en mi cabeza hablaba, mire las escaleras imaginándome una de las tantas escenas donde yo misma me causaba un accidente y resultaba en coma o muerta, era satisfactorio.

Bajo con tranquilidad y llegó a la cocina, la comida servida y todos en sus lugares, que pesadez, camino a mi lugar y tomó asiento, miró a ambos lados y suspiro comenzando a comer.

...

– jihyo

Habló mi madre tomándome por sorpresa mientras todos comían, dirijo mi vista a donde estaba dejando de lado mi comida.

– ¿Si?

Me limitó a decir esperando una respuesta, mi madre tomó posición, el rostro se le veía arrugado, más de lo común, su expresión era sería, enojada tal vez. Me miró de arriba a abajo y comenzó con el cuestionario diario a mis acciones, mientras mis hermanos al rededor solo se limitaron a visualizar el pronto expectaculo.

– Te e dicho que bajes los codos de la mesa, ¿es necesario recordarlo siempre?

Dijo sin más, tomado vuelo dandome una mirada amenazante. Solo aprete los dientes y cerré los ojos una fracción de segundo, - ¿Qué habrá pasado mientras no estuve? - pensé

– No es necesario, una disculpa, madre

Me dispuse a bajar los codos de la mesa y a tomar un poco a aire, solo cinco minutos, tan solo cinco minutos, en ese momento que pensé que podría comer en paz mi madre prosiguió.

– Has comido suficiente, ¿no temes a engordar?

Jihyo miró a su madre y luego a su plato, no era mucho, recién había iniciado.

- ¡No madre! No es mucho, puedes solo cerrar la boca y dejarme comer tranquila! -

Volvió a suspirar con pesadez levantándose de la mesa tomando su plato y dejándolo en el fregadero.

– Tienes razón, de todos modos no tenía hambre, comí bien en el colegio, iré a hacer tarea.

Lave mis manos y camine hasta la sala, sintiendo las miradas de todos en mi nuca. Volví subiendo nuevamente a mi recamara. Cerré la puerta, dirigiéndome a mi mochila sacando unos cuantos cuadernos poniéndolos en el escritorio, tomó asiento sacando el móvil del bolsillo, apretó unas cuantas teclas y lanzó el aparato a la cama.

Abro el cuaderno y tomo un lápiz, comenzando a leer la tarea.

La vista se nubló, mi respiración se volvió más rápida y una gota calló en la hoja. - ¿Qué hizo mal? - pensaba y pensaba y tan sólo pensaba. Mi estómago comenzó a rogar por comida, llevó mis manos a la cabeza

- Ahora no, espera

Limpio mis lágrimas y prosiguió, una, dos, tres, cuatro horas más tarde mi mano quedó rendida y la cabeza un poco desorbitada, pero la tarea estaba lista para entregar, guardé mis cosas y me recosté en la cama, el reloj marcó las nueve en cuanto la puerta sonó.

-¿Puedo entrar?

La voz que tanto anhele escuchar en otro día de malos tratos llegó y me dió alivió, abrí los ojos y me dirigí a la puerta

- Adelante

Dije mientras dejaba pasar a la chica frente a mi, tomando lo más rápido que pude la mochila que llevaba en sus hombros, abrí la misma, sacando de ella un par de cosas del supermercado

-Te agradeceré siempre, Momo

Hablé, mientras la chica recién llegada se sentaba en la cama con una sonrisa.

- ¿Qué pasó ahora?

Dijo la pelinegra, mirándome comer. Sin duda alguna Momo sería quién me libraria de morir de hambre, aunque no siempre, nadie tendría tanta libertad en ese entonces como para salir siempre que se pudiera y mucho menos tan tarde.

- Ahora... no lo sé, solo no quise responder a su insinuación de peso.

- Otra vez.

Interrumpió, ya sabía por dónde iba esto, tanto como Momo y yo sabíamos quién había sido el causante de todo ésto pero preferiamos no hablar de eso en casa, los niños eran tan escurridizos como para escuchar tras las puertas.

-Lo hace para cuidar mi salud

Susurre

-A mi me parece que quieren matarte, que cambios tan repentinos, un día comes y esta mal y al otro no comes y está mal.

Dijo con sumo enojo la pelinegra, quedaron en silencio se levantó de la cama y se dirijo a dónde yo estaba, quedando en cunclillas frente a mi.

- Debes de ponerle un alto a ese bastardo, me interesa muy poco que sea tu hermano

Se levantó nuevamente mientras la seguía con la mirada

- Sabes, no sé me hace justo

Torció un poco los labios

- Quiero decir, ¿por qué no sólo te defiendes?, no necesariamente debes de explotar y hablar más de lo que se debe, solo poner un alto, estás en pleno desarrollo, debes comer bien y tus padres deben protegerte

Se dio la vuelta dándome la espalda.

Tal vez tenía razón, pero ¿cómo lo haría?, mis padres no eran fáciles de tratar, son más bien personas de autoridad, personas que me daban sierto temor cada que les pensaba, de no ser por ver ese pequeño conflicto cuando tenía apenas diez años, cuando mi hermano menor decidió alzar la voz y le fue mal, realmente mal. Solo tal vez, hubiera tenido ese coraje y valor, pero no, yo sabía lo que venía si decidía contradecirlos y no quería pasar por lo que él pasó, fue tan aterrador, los gritos de súplica...

Agite la cabeza tratando de borrar ese suceso.

- Solo ahora no, mañana podemos hablar de ello...

Dije apenada terminando de comer, tomé la mochila y puse las envolturas dentro, debía tener cuidado con eso, si lo llegaban a encontrar sería mi perdición y tal vez la de Momo por esconder comida y dármela.

- Y...

Escuche decir, dirijiendo mi vista a la pelinegra. Momo dio una pequeña pausa, como si pensara en lo que diría esta vez, apretó sus labios y se dio vuelta.

- ¿Y ya te dejo en paz o sigue lastimandote?

Sentí como el corazón estaba por salirse, dude, ese estúpido tema que no dejaba que pensara bien desde hace años. Quien diría que alguien aún podría recordar su niñez, y mas específicamente una infancia tan terrible como la que tuve.

- Lo hizo ayer, cuando estaba por dormir

Hable apenada bajando la vista y mirando mis uñas.

- ¡Demonios!

...

࣪𝑳𝒂 𝑴𝒖𝒋𝒆𝒓 𝑻𝒓𝒂𝒔 𝑳𝒂 𝑴á𝒔𝒄𝒂𝒓𝒂 | 🎭 ࣪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora