𝑬𝒍 𝒄𝒉𝒊𝒄𝒐 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒕𝒊𝒆𝒏𝒅𝒂 𝑰𝑰𝑰

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Sasha, una de sus mejores amigas, le ha tomado del brazo. Hace tiempo que no salían juntas.

Algunas veces en días festivos, por las calles de la vivienda de Mikasa, ponían varios negocios de antojos, comida rápida y juegos.

Era una noche bastante agradable, mucha gente había venido en familia a pasarla bien. Entre la multitud, ambas se acercan a un puesto de hamburguesas.

Mikasa siendo que conocía muy bien a Sasha, no dejaba de sorprenderse por el enorme hambre que siempre tenía. Después de tantas marranillas que habían comido, ella seguía con hambre.

Entre la espera de su orden y la distracción de Sasha con la comida, ella se alejó un poco para mirar los adornos de los puestos a su alrededor, que eran llamativos, coloridos, eso y todo tipo de cosas que vendían. Sus ojos hicieron un divertido paseo hasta que paró cuando vió la tienda.

No supo por qué, pero deseosa, pidió verlo. Ver a Eren. Ya estaba de vacaciones en la escuela y desde entonces, no se habían vuelto a ver. Ella, solía ser un poco de cabeza dura. Pero mantuvo su vista fija ahí.

Quedó sorprendida cuando su deseo fue cumplido. El chico salió de la tienda, no la vió, ya que estaban algo alejados. Él estaba algo ocupado guardando y acomodando cosas en el auto de sus padres.

Oportunidad para escanearlo. Alto y delgado pero bien fornido. Había algo nuevo en él: su barba estaba crecida, lo cual lo hacía ver bastante varoníl.

Un pequeño susurro interno, le dijo que volteara, y así fue, volteó solo un poco, para no verse tan acosadora, aunque sabía que él aún no había notado su presencia, aún así lo hizo, por si alguien la miraba: deslizó la mirada viendo a unos niños que estaban jugando rayuela.

Mientras, Eren caminaba con una caja mediana entre sus manos, estaba dispuesto a entrar, pero casualmente giró a ver los negocios y para su sorpresa como primero: se encontró con el rostro de Mikasa. Bastaron unos segundos, para que ella también volteara verlo. Ambos se miraron. Sorprendentemente, Eren paró sus pasos. Ya no entró a la tienda por estarla viendo.

Qué lindo cuerpo estético, sus brazos están musculosos. Ahora no quedaba duda, hace poco había escuchado que el chico hacía mucho ejercicio, y vaya que era cierto. Lo había confirmado.

Pasaron de seguro unos segundos, pero para ellos fueron horas. Ambos no dejaban de mirarse. Ni siquiera pensaron en algo concreto. Solo ellos.

Hasta que Eren, siguió su camino.

¡¿Qué mierda había sido eso?!

Sasha la abrazó por un costado, envolviendo su cuello. Sacándola de sus pensamientos.

— ¿Sucede algo? — su amiga la mira feliz, con la hamburguesa en una mano y observando hacia la tienda.

Negó con la cabeza.

— Con que mirando la nada, ¿eh?


***

Al llegar a casa una vez de haberse despido de su amiga, se encerró en su cuarto, deshaciéndose de su chamarra y aventándose a la cama mientras se aferraba a su almohada; generando ideas.

"¿Por que me vió?, ¿Me habrá confundido con alguien?, Quizás solo estaba de chismoso para ver con quién estaba pero. . . Solo me estaba viendo a mi, no miró a Sasha, ni siquiera hizo el intento de buscar. ¿Por qué no despegó su vista?" Se preguntaba. Pronto golpearía su rostro con el mismo objeto que estaba abrazando. "¡QUE IDIOTEZ!, seguro sólo estaba bobeando. ¿Pero por qué yo? Tanta gente y tenía que verme a mi".

Estaba cien por ciento convencida que sus pensamientos parecían demasiado infantiles e intentó sacudirse todos esos pensamientos que sólo la ayudaban a empeorar.
Ella debía enfocarse en sus estudios, pronto tendría un recital y debía concentrarse en tocar bien y sentirse cómoda con el estudio que le estaba metiendo a su disciplina.

Entró a su reproductor en el celular para poner un concierto de Albinoni y dejarse fluir como siempre; en la música.

Pero el chico seguía en sus pensamientos y al no poderse liberar de él. Tomó una libreta y algunos colores que tenía por ahí cerca, comenzando a trazar. Esa imágen estaba muy bien plasmada.

Cuando terminó, miró el dibujo. No le había quedado como le hubiese gustado. Pero. . . Ahora que recordaba, era la segunda vez que la miraba de esa forma; firme, sin despegar o parpadear y por largos momentos.

Una vez que se había peleado con su madre, recuerda haberse salido de su casa, para librarse de una discusión que se había vuelto insoportable. Sus pasos eran firmes. En ese momento, estaba enojada y triste, un momento inoportuno para encontrárselo, coincidiendo en el mismo lugar, a comparación, ese día estaba agachado, recogiendo algo. Igual, ahora que le funcionaba su memoria: recordó también que le miró de la misma forma. Aunque, ese día ella lo ignoró por completo.

Sin duda, era algo muy extraño, le hacía algo de ruido y no podía pasarlo en alto.

Supuso que así era la mirada del chico.

Sí, era lo más seguro.

𝐃𝐎𝐋𝐂𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora