Aroma a jazmín

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Después de tanto pensar, me pregunto si lo que teníamos era en realidad amor.
Y lo que me lleva a dudarlo son todas aquellas pequeñeces sobre mí que desconocías, que hasta yo ignoraba, pero que seguramente habría respondido con franqueza, porque aunque las desconozca tanto como vos, están presentes en mi interior, forman parte de mí.
Son nimiedades al menos para mí, pero quizás para ti todo eso habría sido importante, como lo era el conocerte para mí y todas aquellas preguntas que me quedaron por hacerte.
Porque mientras más conoces de alguien que te importa, más cariño le vas tomando y te vas enamorando de todo lo que es, mientras más sabés, más vas a querer saber, y así, siempre vas a querer un poco más del otro, porque somos insaciables.
Yo quería más, pero no sabía qué más buscar, en dónde más podía hurgar para conocerte un poco más, porque te quería tanto que anhelaba tener preguntas pequeñas que dieran lugar a respuestas grandes junto con charlas profundas. Pero aún así, queriendo tanto, me topé con migajas, sólo pequeñas cosas que me dabas a conocer de vez en cuando. Y aún así, insistí y persistí para cada día conocerte mejor. Porque al fin y al cabo, nunca se termina de conocer a alguien, porque cada persona es como un universo infinito, uno que siempre se ve sometido a constantes cambios.
Y es que quizás, no estábamos en la misma sintonía, yo me encontraba a la espera de tus preguntas para abrirme completamente, aquellas que nunca llegaron ya sea porque no eran de tu interés o porque todo eso te era ajeno.
Y con el tiempo me topé con el comienzo de la primavera, conectando conmigo descubrí cuánto amaba esta época del año, me daba vida de alguna manera, me inundaba de nuevas energías, me invadían tantos sentimientos y pensamientos que podría decirse que yo, al igual que una flor, tenía la capacidad de florecer. Y así fue como poco a poco me respondí todas aquellas preguntas que me hubiese encantado escucharte pronunciar, porque internamente deseaba que tú quisieras conocerme tanto como yo quería conocer de ti.
Pero no te culpo, puede ser que no era sobre mí de quién deseabas saber, o en su defecto, no era el momento indicado. Pero tu indiferencia hizo que descubriera lo que estaba buscando, buscaba tener un centenar de preguntas y respuestas que dieran lugar a charlas infinitas, que poco a poco nos dejara totalmente descubiertos ante el otro. Desnudos en alma.
Y gracias a que con vos no pasó, aprendí a desnudarme en alma sólo conmigo, a conocer el universo infinito que soy, a tener todo tipo de charlas sólo conmigo, descubrir que mi parte favorita de la primavera es el aroma a jazmín que se impregna en mi habitación, ese que emana del jardín, al igual que los últimos rayos del sol que pretenden iluminarla, con ese dorado tan peculiar y único ante mis ojos.
Son tantas las respuestas que me estoy dando diariamente ante todas aquellas preguntas que podrías haberme hecho por amor. De tantas sólo hay una que me persigue día y noche y que no logro responder. Y es que, después de todas aquellas preguntas que nunca nos hicimos y las respuestas que no nos dimos, ¿lo que teníamos era realmente amor? . Quizás nunca pueda hallarle una respuesta a eso, pero por el momento puedo darme millones sólo a mí, y quién sabe, en un futuro a alguien más.

Escribo. Aprendo. Entiendo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora