Ya no creo en que uno recibe lo que da. No creo que todo lo que uno haga por otro vuelva a sí mismo, y menos que ésto vuelva de la misma persona a la que se le ofreció bondad, cariño, amor o algo que deseamos (o mejor dicho, nos nació dar).
Esto nunca me incentivó a elegir el bien ante el mal, nunca necesité ésta idea para que el egoísmo y egocentrismo no me domine, para que no predomine en mí la indiferencia, la envidia o la idea de propiciar daño.
Sin embargo, creo estar haciendo lo correcto en aquel momento en donde los problemas se me presentan, se acumulan y aún así, ante los invasivos sentimientos negativos que intentan dominarme por completo, encuentro una mínima ilusión o halo de positividad.
Como aquella luz al final del túnel de la que tantas personas hablan, en donde quizás allí no está la solución en concreto, pero es donde se encuentra la motivación, el amor propio que nos hace confiar en uno mismo, la ilusión, y todo aquello que junto a nuestro esfuerzo y trabajo, van a llevarnos a las soluciones esperadas.
Esa luz al final del túnel, para mí se disfraza en los abrazos de papá y sus charlas de aliento o contención, en el espacio de escucha que me ofrecen mis amigos, en la sonrisa de un desconocido, en la frase que leo al parecer en el momento indicado.
Para la mí, la luz al final del túnel está en todos lados y siempre en el momento oportuno. No creo que todo lo bueno que haga vuelva a mí de la misma forma, de la misma persona, o inmediatamente después, ni tampoco el doble de ello o el triple; pero si creo que mis acciones se convierten en mi guía, y es por eso que siempre me termino encontrando con el camino correcto.
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Escribo. Aprendo. Entiendo.
RandomEscribo. Aprendo. Entiendo, es un libro que en su interior contiene pequeños textos y notas basadas en experiencias, o más bien en lo que estas dejan plasmadas en el ser, tanto lo que se aprende, comprende y se siente en situaciones particulares. Y...