Euforia || Reyes Volturi 2

Capítulo 35

Abrí las puertas relativamente pesadas de la sala de alimentación y choqué los cinco con Santiago mientras entraba. Por supuesto, al estilo de los Volturi, ninguna de las luces eléctricas estaba encendida, sino que toda la habitación estaba iluminada por velas, y no en un ambiente romántico. manera tampoco. Más como una forma siniestra y mortal. Por qué nunca usaron las luces fluorescentes del techo, no tenía idea, pero la vibra que preferían era mucho más fresca.

Los tronos estaban extrañamente vacíos y, en cambio, los tres perfectos locos que estaba buscando estaban reunidos alrededor de una larga mesa de caoba. Aro estaba sentado en una de las sillas de madera con una pierna cruzada sobre la otra, un enorme libro antiguo y de aspecto frágil sobre su regazo.

Marcus y Caius se levantaron de sus asientos, estudiando de cerca los textos antiguos que tenían frente a ellos. De hecho, toda la mesa estaba llena de libros y pergaminos.

Aro miró hacia arriba brevemente, su cabeza se movió ante sus ojos y una suave sonrisa se extendió por su rostro. "Il mio amore, qué amable es unirte a nosotros".

"¿Qué estáis haciendo?" Cuestioné mientras me acercaba a la mesa.

Caius ni siquiera miró hacia arriba, con la nariz atascada en su libro. "Leer."

"¿Puedo leer?" Yo pregunté.

"¿Puedes leer?" Marcus contraatacó burlonamente.

Fruncí el ceño. "Eso no es lo que quise decir."

Marcus negó con la cabeza y juguetonamente me dio un golpecito en la parte superior de mi cabeza con el libro que sostenía. "Esto está en griego, tesoro."

Arrugué mi nariz hacia él y me senté en el asiento junto a Aro. "¿Alguno de ellos está en inglés?"

"Me temo que no, pero este está en italiano". Caius, todavía sin mirarme, empujó suavemente un libro de tapa dura de color rojo oscuro a través de la mesa hacia mí.

Cogí el libro y lo abrí perezosamente. La primera página ya estaba llena de texto, texto muy pequeño, todo escrito en italiano que apenas podía entender tal como está. Apoyé la cabeza en mi mano y seguí leyendo el libro en silencio, el único sonido en la habitación era el paso de las páginas y el débil parpadeo de las velas.

El libro en sí era algo sobre Julio César. En mi defensa, estaba tratando de interesarme, pero no solo la historia no era lo mío, sino que también apenas entendía partes de lo que estaba leyendo, lo que dejaba muchas conjeturas al azar.

"Estoy aburrida", anuncié a la habitación.

"Eso no tomó mucho tiempo", comentó Aro, pasando casualmente a la siguiente página de su libro.

Suspiré y sostuve mi cabeza entre mis manos. "Felix, tráeme mi libro para colorear de mi oficina por favor."

Marcus se rió entre dientes y dejó su libro sobre la mesa. "¿Libro para colorear?"

Felix reapareció a mi lado con mi libro de colorear y un paquete de rotuladores. "¿De qué otra manera esperabas que matara el tiempo por aquí? Gracias Tweedledum".

"¿Leer un libro que realmente entiendes? ¿Emprender un pasatiempo como pintar?" Sugirió Caius.

"Esto está lo suficientemente cerca". Abrí el libro y comencé a colorear la imagen de una tortuga con rotuladores azules mientras Marcus simplemente me soltaba una risita de desaprobación y continuaba leyendo.

Caius se puso de pie después de unos minutos y caminó hacia el otro lado de la habitación. "¿Qué estás haciendo, rubia?" Yo pregunté.

Reapareció a la vuelta de la esquina con un gran libro de tapa dura bajo el brazo. "Buscando esto, carissima."