Capítulo 5

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Tamara

El viaje duro más de lo esperado, Owen tuvo que tomar caminos más largos para asegurarse que nadie nos seguía, teníamos que mantener un perfil bajo y no me quejé en absoluto, no importaba cuando tiempo demoráramos en llegar, lo importante es que después de años veré a mi abuelo.

Finalmente, después de cuatro horas y media llegamos, habíamos dejado cualquier rastro de civilización hace dos horas y casi estaba oscureciendo cuando él detuvo el auto en una pequeña casa que tenía una reja enorme, bajó del auto y se acercó para abrirla con una clase de código especial, después volvió a abordarlo y entró sin problema, esta se cerró automáticamente en cuanto entramos y se detuvo junto a la casa.

—Hey. —Owen me tomó la mano cuando se dio cuenta que comencé a temblar. —Todo estará bien.

Asentí, tratando de controlar la emoción y las lágrimas.

Solté su mano solo para bajar del auto, Hannah también bajó de los asientos traseros y me puso una mano en el hombro animándome a continuar, avanzamos hacia la puerta de madera y con cada paso podía sentir como mi corazón se aceleraba. No me atreví a tocar, pero Hannah si, dio dos golpes suaves y enseguida un hombre alto de tal vez unos dos metros nos abrió la puerta, vestía ropa común pero el porte me decía que era parte del equipo del FBI.

—Hola, Carl. —saludó Owen.

— ¿Owen? —nos miró con sorpresa. — ¿Qué hacen aquí? Acaso...

—No. —le interrumpió él. —Estamos aquí para ver a Samuel.

—Si sabes lo que eso significa ¿verdad?

Asintió.

—Tendremos que reubicarlo después de esto.

—Lo sé. —dijo él.

Carl se hizo a un lado para que pudiéramos pasar y me di cuenta que la casa solo lucia sencilla y común desde el exterior porque por dentro era todo lujos, el lugar estaba completamente modernizado, paredes blancas, arte rustido por doquier, televisión de plasma, muebles en estados casi nuevos.

—Por aquí. —nos indicó Carl después de poner la clave de seguridad a la puerta.

Lo seguimos hasta la cocina, no podía pasar desapercibido que Carl no era el único que cuidaba a mi abuelo si no otras tres personas que también vestían de civiles, pero suponía que era para no levantar sospechas, además, cada uno contaba con un arma corta que ocultaban en el cintura del pantalón, lo cual me hizo estar un poco más tranquila porque mi abuelo no estaba desprotegido.

—Ponle un poco más de chile rojo, la salsa tiene que ser picante.

Escuché su voz mucho antes de cruzar la puerta de la cocina y una ola de emociones me golpeó, pude ver que estaba con una mujer de tal vez unos veinte o treinta años, tenía el cabello negro recogido en una coleta y vestía una camisa blanca en cuello V, junto a unos jeans holgados.

— ¿Así? —preguntó ella.

— ¡No tanto! —gritó mi abuelo quitándole el recipiente de las manos. — ¿Me quieres matar acaso?

No pude evitar que se me formara una sonrisa.

—Abuelo. —lo llamé tratando de ocultar el nudo en mi garganta.

Él levantó la cabeza cuando me escuchó, pude detallar su rostro y los ojos se me llenaron de lágrimas, estaba igual a como lo recordaba, no había cambiado en absoluto.

Seguía teniendo el mismo cabello negro y canoso, esos ojos marrones iguales a los míos se veían llenos de cansancio, las líneas de su frente se hicieron notorias cuando sonrió, no pude contenerme más y corrí hacia él, sus brazos me envolvieron al instante y comencé a llorar.

Más Letal. (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora