Capitulo 1

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La mujer abrió lentamente los ojos y rápidamente se adaptó a la oscuridad de la habitación. Se había quedado dormida mientras usaba su teléfono, así que seguía sosteniéndolo en la mano, la pelinegra estiró los brazos perezosamente.

Después de un rato, la mujer se levantó de su cama, ató su cabello de manera que no estorbara en las actividades de la mañana.

—Buenos días, señorita Hye-jin —la antes mencionada se rascó la mejilla, luego asintió y sonrió.

—Buenos días, Bae —saludo amablemente a su asistente, quien curiosamente se había quedado en su casa la noche anterior.

Era fácil responder el por qué, quizá su somnolencia no le permitiría levantarse a tiempo para tomar el tren.

—Preparé el desayuno —dijo él esbozando una linda sonrisa.

Bae era una persona bondadosa, sincera, empática, humilde, responsable y bastante fiel. Además de ser un chico muy paciente, algo que chocaba con la impaciencia de su jefa.

Él era un sol.

Ella era una sombra.

Pero esta historia no se trata de ellos dos.

—Sabes que no suelo desayunar —se apresuró a decir al ver la cantidad de alimentos en la mesa.

—Tarde, ya lo hice. Quiero que mi jefa llegue bien a Busan, y no es bueno que se vaya sin comer, me preocupare si le pasa algo porque ¿Qué haría yo sin mi jefa?

Bae, todo un adulador, él veía a la mayor como una persona capaz de cualquier cosa, por esta razón la admiraba.

Bae, todo un adulador, él veía a la mayor como una persona capaz de cualquier cosa, por esta razón la admiraba

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La mujer busco su asiento en aquel vagón, para su suerte estaba en un sitio compartido, lo cual era lo que menos quería.

Dejo sus cosas en un compartimento y se sentó, antes de que pudiera ponerse sus audífonos y fingir estar dormida —hasta quedarse dormida de verdad—, llegó una niña y atrás quien parecía ser su padre. Compartiría su lugar con ellos dos.

—Hola señorita —saludo la niña inclinándose un poco en lo que sonreía.

—Hola linda —ella imitó la acción de la más pequeña.

—¿Cómo se llama? —volvió a hablar la más pequeña, aparentemente quería hacer una pequeña conversación.

—Ahn Hye-jin, ¿Cómo te llamas tú?

—Su-an.

—Tú nombre es igual de lindo que tú —la niña se río algo apenada.

Hasta ahí llego la conversación, lo que deseó por el momento. El padre de la niña se durmió después de finalizar una llamada, la pequeña Su-an veía una revista, y Hye-jin cayó profundamente dormida mientras escuchaba música.

 El padre de la niña se durmió después de finalizar una llamada, la pequeña Su-an veía una revista, y Hye-jin cayó profundamente dormida mientras escuchaba música

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Seguramente no habría despertado si no fuera por esa anciana que la sacudió con algo de brusquedad.

Hye-jin se quito los audífonos para escuchar claramente el alboroto que había en el vagón, todo el mundo estaba aterrado observando quien sabe que.

Simplemente no entendía nada.

Y siempre era así al despertar, se mantenía tan desorientada que milagrosamente no olvidaba quien era.

Se enfocó en dos hombres que discutían, era el hombre con el que compartía asiento y otro que no conocía.

Miró con atención todos y cada uno de los movimientos que hacían ambos hombres, el tipo más robusto agarró al otro del cuello de la camisa.

Quería verlos pelear, pero, sin saber el contexto no.

—Debería dejarte ahí y que te coman vivo, idiota —le dijo el más robusto.

¿"Coman vivo"? ¿a que se refiere?

Lo único que circulaba por su cabeza eran las miles de películas de zombies que había visto con anterioridad.

La mujer recargó la parte delantera de su cuerpo en el mueble, apoyó sus brazos y luego su rostro en estos. Estaba extrañamente tranquila ante la inentendible situación.

—Oiga, deténgase, dejar que se lo coman o lo que sea que dijo, no mejorará la situación. Todos parecen estar muy asustados y lo que está haciendo no ayuda en nada —dijo ella mirándolos.

El tipo robusto pareció reflexionar y soltó al otro.

Al pasar unos cuantos minutos el maquinista habló por los altavoces por lo que los presentes se dedicaron a poner atención a sus siguientes palabras.

—Atención, por favor, debido a nuestra situación actual, no nos detendremos en Cheontan. Para su seguridad, por favor, permanezcan en sus asientos.

La pelinegra se sentó nuevamente y empezó a mirar su teléfono, a su lado se sentó Su-an por órdenes de su padre.

El tren fue deteniéndose con lentitud, por lo que todo el mundo se acerco al lado de su ventana.

De pronto un tipo golpeó el cristal donde ella estaba, asustando a la pequeña Su-an que le tomó el brazo en un acto inconsciente.

Más y más personas se amontonaron y comenzaron a golpear los vidrios para que les abrieran. Todos se levantaron espantados de sus asientos, todos menos ella.

El tren siguió avanzando al ver que aquella estación no era nada segura.

𝗪𝗢𝗡𝗗𝗘𝗥𝗟𝗔𝗡𝗗 ||EZ: Train To Busan||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora