Desde aquel piso podía ver hacia bajo, a la carretera, la acera, hacia los transeúntes pasando de un lado al otro. Por la ventana a veces entraban pequeñas hojas y florecitas que comenzaban a brotar por la primavera.
Suelo entretenerme —cuando tengo flojera y ser responsable resulta una tortura— viendo pasar a las personas; por mi mente, pasan escenarios de cada una de las personas que andan por la acera y salen de los autos.
Un chico de cabello castaño, creo que bastante alto y, por lo que noté, nariz un tanto afilada, pasaba apresurado. Así durante un mes.
Siempre cargaba consigo grandes maletas, con el tiempo noté que eran instrumentos, contrabajos, cellos, tubas, incluso un estuche pesado de teclado.
Aquel día, era mediados de mayo y pronto llegaría el verano, por lo que el calor me tenía a sus pies, como una mujer entrando al climaterio. Estaba en la acera frente a mi edificio, esperando a Seokmin y las niñas, ya que las cuidaría. El castaño pasó, con una guitarra colgando en su espalda y el teléfono pegado a su oreja, hablaba a veces en gritos, a veces en susurros.
No es por ser chismoso, pero me arrastré un poco hacia él en mi lugar sobre las escaleras del edificio.
Vi su cabello peinado en una coma, sus labios, su nariz, sus ojos y él era absurdamente guapo.
—¡Jun! —se escuchó el grito por toda la calle.
El chico con la guitarra alejé su teléfono y atendió al llamado.
Al parecer él era el tal Jun y quién gritaba, era el chico que he visto un par de veces desde mi ventana. Lo reconocería siempre y desde donde fuese, aquellos ojos lograban intimidarme fácilmente.
Platicaban y yo había perdido el hilo de la conversación.
Con la curiosidad palpando, decidí prestar atención a lo que hablaban. Irían a una plaza, no sé qué harían, pero decidí seguirlos.
Podré parecer un acosador y chismoso, sin embargo, hacía ya mucho tiempo que veía pasar al tal Jun con aquellos instrumentos, y mentiría si digo que no me da curiosidad saber como los toca, o si son suyos.
Los seguí.
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El chico de la ventana #2 [soonhoon]
RandomAhí hay hoyuelos, pequeñas flores que surgen cuando chocamos miradas desde la ventana. Mi piso es el vigésimo, el tuyo también. Me miras desde un baño, creo que es un baño. Me miras desde una mesa distante. Tú me miras desde los pasillos de la unive...