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La primavera nunca ha sido una época tan calaurosa, pero culpa al calentamiento global por tal clima.

Vivir en un lugar alto no lo hacía mejor, en realidad, cuando llueve suelo pensar en la posibilidad de que el edificio se caiga, ya que las gotas se escuchan muy claras golpeando a la ventana junto a mi cama.

Odiaba eso.

Aquellas noches, me escabullo a la habitación de Joshua, junto a un peluche, los 3 dormimos en la cama y mi amigo me apretuja susurrando cosas extrañas. No me molesta, y él tampoco se molesta.

Y cuando está su novia en casa y llueve, debo soportar la lluvia, porque ella insiste en que no puedo dormir con ellos en la cama. No le veo un problema real a eso.

Abrí todas las ventanas del departamento, incluída la puerta corrediza que da al balcón; con la esperanza de que entrase un poco más de aire.

Pero el dios del viento, o lo qué sea, tenía planes muy distintos, tal vez hoy era su día de descanso y por ello, no había ni una sola pizca de viento fuera.

Tomé una ducha con agua fría, también tenía un paño, que mojaba constantemente con agua de la nevera, porque no había hielo.

Nunca había pensado en esta posibilidad pero, luego de una larga mañana calurosa, pensé en sentarme sobre la ventana.

Solo surgió la idea.

Y ahí estaba yo, con pies temblorosos y cuerpo más caliente que el desierto del Sahara, subiéndome sobre la ventana y dejando a mis piernas colgar hacia la infinidad del edificio.

En ningún momento miré a la calle.

El chico de la ventana #2 [soonhoon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora