"Llámame cuando puedas"

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"Llámame cuando puedas"

Pero sabía que no iba a llamarla aquella tarde. Ni el resto de tardes que vendrían después.

Aún así se quedaba horas acurrucada en un rincón del sofá, buscando en una manta de lana áspera el calor del cuerpo de él. 

Preparaba café para dos, esperando que llegase él a decirle que todo iba bien. Y lo bebía cuando se quedaba frío. Porque el no venía. Porque todo no iba bien. "Llámame cuando puedas"

Pero sabía que no iba a llamarla aquella noche. Ni el resto de noches que vendrían después.

Aún así se quedaba horas delante del teléfono, buscando cualquier atisbo de que el pensase en ella al menos un instante.

Lloraba a oscuras, esperando a que llegase él y la dijera que todo iba bien. Hasta que se quedaba dormida. Porque él no venía. Porque todo no iba bien. "Llámame cuando puedas"

Pero sabía que no iba a llamar aquella mañana. Ni el resto de mañanas que vendrían después. 

Aún así pidió 'sólo ida' a aquella mujer que la miraba con orgullo, aunque aún no sabía muy bien por qué. 

Arrastraba una maleta ligera tras de si, cada vez más ligera. Ya no buscaba nada más que así misma. Porque el no venía, ni ella esperaba que viniese. "Ya no hace falta que me llames"

Pero sabía que él la llamaría. Porque perdió la maleta. Y entendió el orgullo en la mirada de aquella mujer que dejaba atrás. Porque apagaria el teléfono mientras veía como se alejaba de aquella estación. 

Y ahora sólo hace caso del teléfono cuando suena. Tan sólo llora de alegría. Ha cambiado el viejo sofá por una butaca en la que bebe café recién hecho. Porque ahora todo va bien.

Reloj momentimétricoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora