Debajo del árbol.

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Subía las escaleras que llevaba a la parte superior de mi acogedora casa, emocionada y pegando pequeños saltos de alegría, cuando de repente me paré en seco. Acababan de operar a Juan ¡Santo cielo no puede hacer esfuerzo! Rápidamente, busqué mi teléfono y en cuanto lo encontré le escribí le inmediato, explicándole que no debía hacer esfuerzo y que debería descansar, ya que hacía tres días que recientemente lo habían operado.

Me tumbé encima de la cama, haciéndole compañía a mi perro que dormía en los pies de esta, cuando la notificación de mi teléfono llamó mi atención.

- Evan, no pasa nada, estaré bien, además vivo en el centro de Madrid, no está muy lejos de donde nos vimos por primera vez. Realmente quiero estar contigo. :(

Volví a sonreír con sus mensajes de nuevo. "Realmente quiero estar contigo"

- Jolín, me muero. Esta bien, pero por lo menos déjame que vaya a buscarte a tu casa y nos vamos los dos caminando tranquilamente, no quiero que te pase nada por el camino, me sentiría realmente culpable.

El me respondió con una carita sonriente y pasándome su ubicación.

- ¡Genial! Nos vemos a las ocho.

- Nos vemos a las ocho.
    
Afirmé.

Esta vez sí, esta vez me preparé para la ocasión. Mi imagen no era lo que más me importaba en estos momentos, si no la salud de Juan, pero quería que me viera bien ¿Por qué? No tenía ni la mínima idea en ese momento, pero después de esa noche descubrí el por qué.

De nuevo cogí mi Vespa, y me dirigí hasta la ubicación que me llevó a parar a una especie de piso moderno y elegante bastante alto.

El ya estaba esperándome abajo con una sonrisa de oreja a oreja, aquella sonrisa que me dejaba inmóvil.
Iba perfectamente vestido, el ya era perfecto en sí pero esa camisa blanca se le ajustaba perfectamente a su torso y aquel pañuelo negro que envolvía su cuello y combinaba con sus pantalones, hacia que se viera aún más perfecto de lo que era.

Le hice una reverencia sarcásticamente y añadí

-Vengo a recoger a esta humilde y preciosa dama.

El me siguió el juego e hizo un gesto como si se acariciara el pelo.

-Oh por dios, señorito ¿me acaba de llamar usted hermosa?

Sin poder aguantarme más, me reí a carcajadas y el hacia lo mismo.
Avanzamos el paso, alejándonos de su piso.

-Oye Juan, tengo algo que preguntarte y es algo que he estado pensando.

Me miró inquieto y con una sonrisa nerviosa.

-Dime Evan.

-¿Que es lo que te ha causado este infarto? No suele ser muy corriente en gente joven y no he visto muchos casos así.

El bajó la mirada y la desvío a un lado suspirando. Yo lo miré preocupada y me atreví a decir:

-Lo siento muchísimo Juan, si he dicho algo que te ha molestado, yo solo tenía simple curiosidad. -Le pase el brazo por la cintura abrazándolo.

Se que nos acabábamos de conocer, pero Juan parecía verdaderamente afectado con este tema.

Me sonrió y finalmente decidió hablar
-No pasa nada Evan, en verdad tengo que darte las gracias a ti, sin ti no se que hubiera pasado.

-Por dios Juan -Me reí- No hubiera pasado nada, otros médicos te hubieran salvado -Froté la mano por su espalda.

-Evan, tu me has salvado de otra forma...

Sonrió mientras caminábamos y yo lo miré haciendo un pequeño puchero con la cara. Le he salvado de otra forma...




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