COQUETEO DISCRETO

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Al parecer ese día no era uno bueno para él, primero porque se peleó con el maestro nuevo de Historia y lo peor es que los idiotas a los que intento salvar, no dudaron en sacrificarlo para salvarse ellos mismos.

Para rematar, tenía que estar en la cafetería de la escuela porque estaba lloviendo afuera muy fuerte y su lugar predilecto el cual gozaba de silencio y paz, estaba lleno de agua.

La cafetería en si no tenía nada de malo, tenía mesas limpias y la comida era muy rica. Lo malo es que ni bien piso el lugar, un montón de jóvenes se acercaron y se sentaron junto a él sin pedir permiso, mientras lo intentaban alimentar con comida que según ellas hicieron con sus propias manos.

Odiaba el bullicio, odiaba que hablarán en su oído, pero más que nada detestaba que no lo dejarán comer a gusto. Ya que al estar muchas jóvenes a su alrededor, al hablar escupían y esa saliva le caía en la cara, ojos o en el peor de todos los horribles casos, en su comida.

Por eso ni siquiera había destapado lo que Itachi le hizo de almuerzo, prefirió dejarlo así. Hasta que la presencia de dos maestros llamaron su atención.

Sin poder evitarlo sonrió discretamente de lado al ver que el maestro idiota de cabeza oxigenada se había sentado a una mesa de la suya.

Intento escuchar la conversación lo mejor que pudo, pero ante tanto griterío no lograba. Hasta que sonrió con dulzura a sus fans, logrando que estás se sonrojaran al ver una expresión tan linda en el rostro de su amado.

— Quisiera un refresco sin gas, por favor — a la joven que se lo pidió no dudo en levantarse rápidamente del asiento en busca de lo pedido.

Y Sasuke solo tuvo que contar hasta 3 mentalmente antes de ver qué las demás féminas no dudaron en levantarse y correr a buscar lo que deseaba.

Al fin había quedado solo, pero al regresar su mirada hacia Naruto, noto que este lo estaba viendo antes de que regresará su vista hacia Lee.

Le pareció algo extraño su actitud al principio, pero al estar al fin en silencio pudo notar tres cosas que lo hicieron crearse un montón de ideas crueles para él rubio.

Naruto estaba sonriendo a cada rato y hacia chistes muy estúpidos que quizás Lee solo se reía para no hacerlo sentir mal.

Dos, Naruto se pasaba los dedos a cada rato por el cabello, lo acomodaba, lo enbarañaba y al final lo volvía a peinar con sus dedos.

Tres, Naruto a cada rato se mojaba los labios con la lengua y después soltaba una sonrisa grande.

Si Sasuke hubiera estado solo, se carcajearia a lo grande al entender que el idiota de su maestro estaba enamorado del cejas pobladas que por casualidad también era su maestro.

¿Cómo podía Sasuke saber que Naruto estaba coqueteando sin darse cuenta o quizás si con Lee?

Simple, Itachi. Cada vez que Shisui iba a ver a su hermano, este hacia movimientos y expresiones que Naruto estaba haciendo inconscientemente ahora.

En fin, al parecer cada enamorado se comportaba idiotamente frente a su amado.

Pero bueno, ya tenía algo con que joder a ese maestro que se metió en su camino. Si, en definitiva se lo iba a cobrar muy caro. Porque él, Sasuke Uchiha no solo era el mejor alumno de toda la escuela, sino también quien le había dado demasiados listones, trofeos y sobre todo apoyo económico de muchas personas ricas a la escuela, la misma que había contratado a ese maestro idiota.

Por eso es que si Naruto no supo con quién se metió, él se lo haría saber con lágrimas. De eso se encargaría personalmente. Hasta que una mano que tocó su hombro lo hizo salir de su burbuja de venganza pasa ver a una castaña que le extendía una lata abierta de refresco.

— Le saque el gas Sasuke-san, así que es un refresco sin gas — la pobre joven creyó que al pensar en algo que ni a las demás se les ocurrió, le daría ventaja con Sasuke.

Lastimosamente el Uchiha era un ser que no estaba interesado en nadie. Así que se levantó de su lugar y vio la lata que la joven extendía frente a él.

— Tomatela, ya no quiero — soltó sin interés alguno antes de irse de la cafetería. Dejando a la castaña parada y sola en el lugar, mientras escuchaba como los varones y una que otra jóven se reía de lo patética que se vio.

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