Guarida del lobo

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Capitulo once ✔

―Iré a bañarme ―menciono madre ― hija no te quedes mucho tiempo en la silla que te vas a resfriar...

Al llegar a la casa sentí todo el esfuerzo que di durante toda la mañana y me recosté en el sillón largo con la tele encendida. Mi madre entro a ducharse y tan pronto como cerró la puerta desplegué el papel infantil que guardaba en mi pantalón, reconocía perfectamente la ridícula estructura que identificaba este dibujo, uno de los edificios con forma de espiral se ubicaba en una zona poco común, en los suburbios de la ciudad cerca del Hamilton, un puente que conecta la villa alemana con la zona sur. El lugar donde estaba la vivienda de Carla era en el reloj del teatro redentor, dicho teatro estaba ubicado en un rincón de la zona sur.

Pensar que una niña pequeña vive en un lugar peligroso como ese se me eriza la piel. Y no podía ignorarlo ahora que sabía la verdad. Debía ir allí cuanto antes

―¿Mamá? ―pregunte al lado de la puerta, podía escuchar el agua correr claramente, el sonido melodioso de mi madre suavizando mis oídos.

―¿Si hija?

―Voy a salir un rato ―dije tambaleando un poco mis palabras, temiendo poder negarse ―unos amigos...me invitaron a comer pizza

―¿hmmm? ¿Enserio? ―pregunto ella con un tono dudoso

―s...si

― ¿Y a donde, podría saber?

―En el centro comercial

―En el centro comercial... ―repitió ella con dureza ―¿y te vas a juntarte con alguien en específico?

―s..si...iré con Tamara...si

―Bien, trata de no volver tan tarde, y llámame cuando llegues ¿sí?

―Gracias mami...

"perdón por mentirte..."

Procurando que mis pasos no se escucharan, me escabullí de la casa por la puerta delantera, dejando la tele encendida. Llegue al centro poco más de las 3 de la tarde. Luego de tomar otro bus llegue a las puertas del teatro a las 3:30. Ordene el flequillo de mi falda meticulosamente y alise con mis manos la blusa blanca que traía. 5to piso, parte trasera. El lujoso teatro redentor se veía como una perla a diferencia de los edificios a su alrededor. Esta podría ser fácilmente comparada con lo mejor del centro. Aunque con las manchas y suciedad por todas partes no podría pedir algo mejor.

Me encamine por el lado derecho donde hay un callejón que cruza del edificio hasta la calle atrás del teatro. Una escalera recorría pegada de la muralla cada piso del complejo de departamento. Hecho de ladrillos pareciera que con un solo soplo se fuera a derrumbar.

Había escuchado que la gente por aquí estaba protestando por la demolición y construcción de nuevos edificios. Por parte de la empresa Ingevet.

Las escaleras eran de acero y al subirles podía ver perfectamente los pisos por dentro. Algunos cerraban las cortinas cuando pasaba a su lado. En otros podía ver mi reflejo. Allí aproveche de mirar mi silueta. Si no podía verme más madura, al menos podía estar presentable. No me gustaba que los niños me vieran como una cualquiera y debía obtener información.

El piso era el último de estos complejos de departamentos. Al llegar pude ver la ciudad iluminada por el sol. Era la mejor vista que podía ver.

―¿hola, hola? ¿Hay alguien en casa? ―pregunte al tocar la puerta. Segundos después alguien la abría, una figura pequeña y adorable se apoyaba en el borde de la puerta

―Entra rápido ―exclamo agarrándome del suéter y tirándome hacia el interior de la casa. Carla cerró la puerta y posteriormente le puso seguro, miro la ventana de al lado y la tapo con la cortina, me miro un poco insegura ―Tardaste. Entonces ¿me vas a ayudar? ―pregunto con desconfianza. asentí

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