TERCERA SEMANA

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¿Por qué haces todo esto?

Gabriel estaba confundido.

Muy confundido.

Tal pensamiento que se pasaba por su mente era algo absurdo y ridículo. Él tenía un orgullo y dignidad que mantener después de tal cosa sucedida en su pasado con Atenea como protagonista, era algo un poco delicado para él.

¿Cómo debemos reaccionar cuando alguien de tu pasado que te hizo mucho daño; vuelve intentando arreglar todo?

¿Debemos de alejarnos y quedarnos con las dudas? O ¿Darle una oportunidad y que responda nuestras dudas?

Gabriel no podía seguir por mucho tiempo con eso. Lo sabía muy bien.

Él era honesto consigo mismo así que sabía perfectamente que debía de hablar con Kate sobre su “relación” y ponerle una pausa o un final decisivo de una buena vez. Era algo que debió de hacer desde hace mucho tiempo, ahora deberá de pensar seriamente en lo que sea que tiene con Kate.

—Debo de hablar ahora con ella —se recordó el mismo en voz alta.

Empezaba a recordar los primeros días que fueron novios con Kate, todo era lo normal en una relación; salir a distintos lugares al igual de las caricias dulces acompañadas de bellas palabras que elevaban al cielo al joven chico de diecinueve años. Recordaba perfectamente como con el paso del tiempo en su relación ella empezó a pedirle pequeñas cosas como: un pequeño regalo de cualquier tienda, una prenda y poco a poco fue avanzando hasta pedir tarjetas sin límites para comprar lo más lujoso que ella encontrara porque según ella; “una mujer con prendas caras es mejor”.

Dicen que el amor te hace pendejo y quizás sea cierto, Gabriel lo podría confirmar por experiencia. Nunca se dio cuenta al instante que esa chica que lo consolaba iba con dobles intenciones, poco a poco iba haciendo que el chico despechado se fijara más y más en ella. A él le encantaba ver a su novia feliz y por tal motivo le daba dinero debido a que las compras hacen feliz a su novia. Pero para todo hay un límite. Él se dio cuenta que ella gastaba demasiado y en los días que el pasaba por tiempos difíciles de su universidad; ella ni siquiera se aparecía.

—Tonto —se regañó en voz alta.

Su teléfono empezó a sonar y atendió a este.

—Señor, su novia está en línea de espera; ¿le paso la llamada? —pregunto su secretaria.

El suspiro hondamente, algo fastidiado debido a que tenía mucho trabajo que hacer.

—Pásame la llamada y si vuelve a marcar alguien mas no contestes, di que estoy fuera de la ciudad —ordeno Gabriel.

Sin dejar de teclear el teclado de su computadora de escritorio, el coloco el teléfono en su hombro mientras inclinaba su cabeza para poder sujetar este en el hueco de su hombro y cuello. Con otro sonoro suspiro oyó la voz chillona reclamadora de su novia, se preparó mentalmente para esto.

— ¡Gabriel, me tienes abandonada! ¡Soy tu novia! —gimoteaba Kate con chillidos.

—Cálmate —pidió el con serenidad que ni el mismo sabe de dónde la saco.

— ¡¿Qué me calme?! ¡Tú ni siquiera me haz depositado dinero a mi cuenta y así no me puedo poner bonita! ¡Me tienes abandonada! ¡¿Acaso no te importo?! ¡Soy más importante que tu maldito trabajo de mierda! ¡Tú debes de…

—Necesito hablar contigo a la hora del almuerzo. Hablaremos de nuestra relación que suponemos que tenemos —hablo seriamente.

Kate quedo en silencio.

Diosa y ArcángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora